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Concebido como el arte de la paciencia, la tradición de la joyería momposina ha trascendido generaciones. Superando la época de la conquista y el proceso de liberación en el cual Bolívar declaró la victoria de la Nueva Granada desde esta tierra ribereña, Mompox sostiene en sí un legado único que se narra a través de la delicadeza de la filigrana.

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Catalogado como una de las tradiciones artesanales más valoradas de Colombia. Este oficio de los joyeros momposinos estaba estrictamente dedicado a los hombres, ya que según la herencia de los españoles, las mujeres debían dedicarse a labores no productivas.

Desde sus inicios, y por su condición de puerto, los habitantes de Mompox recibieron las enseñanzas de los tejidos en metales por el intercambio cultural, la cual tomarían para hacerlas propias.

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Sin embargo, con el paso de los años, la ‘Tierra de Dios’ no sólo ha conservado la sabiduría manual de los orfebres, sino que también ha sabido poner todo en su lugar y brindarle a las mujeres la oportunidad de dedicarse con orgullo a este oficio.

Reescribiendo la historia

Liliana y Lida Herrera, son un par de hermanas que sin pretender cosa mayor que continuar con el legado de su padre se convirtieron en las primeras momposinas en revolucionar la industria de la joyería en la región.

Criadas en un hogar que se sostenía por la venta de prendas preciosas, este trabajo era dirigido por su papá quien tenía varios empleados, sin embargo, dentro de casa, este no encontró en ninguno de sus hijos varones alguno que quisiera seguir con el negocio familiar.

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'En casa siempre crecimos rodeadas por el arte de la orfebrería, para nosotras era fascinante, pero sólo podíamos mirar de lejos porque la tradición era que eso solo lo podían hacer los hombres, las mujeres no', comenta Liliana Herrera haciendo referencia a las dos.

Pese a la restricción de género, la inquietud propia de la edad y el tener en la misma casa el taller les permitía acercarse incluso, más de lo que debían. Comenzando su historia real con este arte a los nueve años.

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En palabras de Lida, lo más difícil para ellas fue convencer a su papá de que las enseñara el proceso de la joyería, menciona que para él estaba muy marcada la idea de que este oficio era solo para hombres.

Sin embargo, en una mezcla de persistencia y dedicación, las dos lograron cambiar la historia 'con mi papá era curioso, no solo era el hecho de que ninguno de mis hermanos no quería aprender ni continuar con el negocio, sino que él se negaba rotundamente a enseñarnos sólo por ser mujeres. Aunque el tiempo lo ablandó'.

La prueba de la paciencia

En su relato ambas maestras joyeras mencionan que para todo aquel que desee aprender la filigrana debe desarrollar la paciencia, ya que al ser un arte de detalle se requiere de esta para poder trabajarlo con éxito.

'Acá en Mompox está la costumbre de que a los niños que quieren aprender se les pone varios días en el sol con una totuma llena de agua, está supuestamente tiene algo mágico que al moverlo con la mano debe cuajar, y esa es su tarea por semanas, mover el agua hasta que se ponga dura'.

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Entre risas amables, ambas hermanas confiesan que es una mentira y que solo es una prueba de paciencia, que en ese proceso se difiere si de verdad la persona es apta o no, ya que muchos abandonan el proceso.

Para ellas, la paciencia tampoco fue esquiva, pero sí se presentó de manera diferente 'Nuestra prueba de paciencia fue el desprecio, mi hermana y yo teníamos talento y hacemos prendas y ninguna eran aprobadas por nuestro padre, siempre nos mandó a repetir, así fue durante cuatro años'.

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Esto lo dice Liliana, añadiendo que su padre mismo se los confesó luego de que ellas superaron la famosa prueba de la paciencia de los maestros joyeros momposinos.

Un paso a la vez

Una vez ganado el derecho de aprender, Liliana y Lida pusieron todo sí para convertirse en las mejores, y así lo lograron. Cada vez se perfeccionaban más, sin embargo, era un secreto complejo para sus compañeros de colegio, vecinos e incluso amigos.

'Todo tenía que ser un secreto. De hecho parecía casi que una vergüenza que las mujeres nos dedicáramos a esto. Incluso, muchos años después muchas de nuestras compañeras de colegio nos decían que a ellas también les gustaba la joyería, pero no se atrevían por miedo', dijo Liliana.

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Al terminar el colegio viajaron a Cartagena, donde tuvieron la oportunidad de estudiar sus carreras profesionales, Liliana, administración y Lida, sistemas. Sin embargo, también aprovecharon para graduarse del Sena como tecnólogas en diseño y fabricación de joyas.

'De las satisfacciones más grandes que hemos tenido ha sido la oportunidad de habernos hecho profesionales, eso para nuestra familia fue muy importante, además del haber estudiado también la joyería'.

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Hora de emprender

Al regresar a Mompox se les hizo una necesidad emprender. Dos mesas y dos sillas, fue el capital con que las hermanas Herrera comenzaron ‘L&L joyería’, ahí trabajaban solo las dos, y aunque al principio se sintieron en desventaja, la perseverancia les ayudaría a superarse.

'Comenzar siempre es lo más difícil y a nosotras evidentemente nos costó más, no era el hecho de que en Mompox hay muchas joyerías, sino que éramos mujeres en un sistema solo de hombres, pero el turista no ve eso, él solo ve lo le gusta y nosotras siempre nos hemos esmerado por hacer lo mejor', menciona Liliana en medio de la entrevista.

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Poco a poco fueron ganando fama, no solo por la calidad de su arte en metal, sino porque eran las mujeres que sin pretenderlo estaban cambiando la historia. Eso sin duda llamaba la atención.

Las primeras ganancias no se iban al ocio, sino que por el contrario las reinvertían, hasta que lograron alquilar un local más grande. Consecuentemente la producción aumentó y vieron la necesidad de contratar personal, pero esto tampoco lo dejaron como eslabón suelto.

Joyería con toque de mujer

'Nuestra marca está llena de simbolismo. La filigrana es un arte que requiere de mucho tiempo y dedicación, pero sobre todo atención al detalle, y nosotras pensamos en las mujeres, por eso la mayoría de nuestro personal son mujeres igual de emprendedoras', coinciden las hermanas Herrera.

Lo curioso de este caso es que el fenómeno de las mujeres orfebres se ha revolucionado. No solo ha sido lo que hicieron Liliana y Lida, sino hay muchas mujeres que gracias al trabajo han logrado salir adelante demostrándose a sí mismas que sin son capaces.

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'Acá llegan muchos hombres a decirnos: ‘Nos cambiaron a nuestras mujeres’, pero nosotras lo único que hemos hecho es mostrarles que todas podemos ser independientes y productivas', añade Liliana a la conversación.

Las hermanas comentan que el camino no ha sido fácil, se consideran unas guerreras que les ha tocado abrirse camino, pero que igualmente se sienten satisfechas de haberlo logrado.

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'Actualmente, tenemos tienda en Mompox y en Cartagena, y vendemos también a nivel internacional, pero más que eso nuestra satisfacción es que más mujeres se han sumado a construir su propio futuro desde el ser independiente'.

'Lo más difícil fue convencerlo de que nos enseñara'

El mayor exponente de la joyería momposina desde sus técnicas es el arte de la filigrana. Es un tipo de moldeado de metales precioso artesanales que se ubican entre los más valorados de Colombia debido a la necesidad que proyecta en materia de paciencia, dedicación y atención al detalle.

Para las hermanas Herrera este oficio hace parte de su casa, y su padre, Luis Herrera era de los mejores en el oficio. Sin embargo, Lida Herrera, hija del orfebre comenta que lo más complejo con su papá fue convencerlo de que les enseñará.

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'Este era un oficio dedicado solo para hombres, sino que en casa ninguno de mis hermanos quiso aprender y Liliana y yo fuimos tan insistentes hasta que lo convencimos'. Asimismo, Lida añadió que los primeros acercamientos que tuvieron fueron a través de la vista.

'El taller quedaba en la casa, por eso siempre estuvimos conectadas con el arte de la joyería. Lo más difícil fue convencerlo de que nos enseñara, pero lo logramos y luego se sintió muy orgulloso'. Por esto, ellas ahora conservan una foto de él en su taller.

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