El Heraldo
El gigantesco embalse de la hidroeléctrica de Urrá, la única generadora de este tipo en la Costa. Archivo
Córdoba

Cinco mil vecinos de la hidroeléctrica Urrá no tienen energía

Diecisiete años después de comenzar la operación, 23 pueblos del Paramillo siguen a oscuras. 

Con limitaciones de todo tipo, especialmente de transporte porque no hay vías y con todas las necesidades básica insatisfechas, los campesinos que habitan en 23 poblaciones en las faldas del Nudo del Paramillo, bordeando la serranía de Abibe, desde hace 17 años comparten el verde territorio del alto Sinú con un vecino que sobresale en la región: la hidroeléctrica Urrá I, construida para generar el 2,3% de la capacidad energética del país, pero sus 5.000 vecinos nunca han tenido energía.

Estas poblaciones, dispersas, escondidas en la selvática vegetación del Paramillo, a las cuales se llega solo a través de chalupas, hoy salen del anonimato no porque van a contar con el servicio que han esperado por años, sino porque la vereda Gallo, una de las desafortunadas de no contar con luz eléctrica, fue escogida como zona de concentración para la dejación de armas de las Farc, en cumplimiento del proceso de paz con el Gobierno.

Allí, en lo que ha sido un bosque húmedo tropical, vecinas a la única central hidroeléctrica de la Región Caribe, que tiene capacidad efectiva de 336 megavatios y que produce una energía firme anual de 930 gigavatios, están las oscuras poblaciones de: Chivogadó, Si Dios Quiere, Nuevas Cenizas, Zumbona, Colón Alto, Colón Medio, Altamira, Cruz Grande Medio, Cruz Grande Alto, Iguana, Chispa, Bocas de Crucito, La Caimanera, Gallo, Naín, Puerto Nuevo, Lourdes, Naín Medio, Baltazar, la Mina, el resguardo indígena Emberá Katío y el corregimiento Crucito.

La conversión que explica un ingeniero eléctrico es que los 930 gigavatios que anualmente produce Urrá, se traducen en 930 mil millones de vatios, sin que se beneficien sus inmediatos vecinos, aunque sea para encender un ventilador.

En el atraso

Manuel González, líder de Crucito, lamenta que por casi dos décadas el proyecto para generar energía en bolsa esté operando en el territorio, con aprovechamiento de todo el recurso hídrico de la región, pero las comunidades no puedan encender un televisor, un radio, una bombilla y lo que es peor que los niños y adolescentes estén divorciados de la tecnología por no hay forma de poner a funcionar un computador para explorar el Internet.

“No es justo que se nos haya negado durante todo este tiempo la oportunidad de tener energía, en zona de influencia del proyecto. Los niños no saben lo que es una sala de informática, mientras que Urrá capta todos nuestros nacimientos hídricos en el embalse para vender la energía hacia otras regiones”, reafirma González.

El embalse donde Urrá acapara el agua de las poblaciones que viven a oscuras tiene un área de 8.038 hectáreas, un volumen útil de 1.234 millones de metros cúbicos y un ancho máximo de 20 kilómetros, informa la compañía en su web. La construcción comenzó el 22 de julio de 1993, mientras que la operación empezó el 15 de febrero de 2000.

Recuerda González que, para colmo de males, las tierras que utilizaron para construir la hidroeléctrica “eran las de mejor producción” y aun así fueron inundadas para el embalse, mientras que a los campesinos les quedaron los territorios áridos.

“Lo más lamentable de no tener energía, con una gigantesca generadora vecina como esta, es que no estamos en proceso de civilización, sino que seguimos en el atraso, sin oportunidades de superación; no conocemos los electrodomésticos, solo mechones que encendemos con petróleo a partir de las 6:00 de la tarde. Esto no es vida digna”, replica el vocero cívico de Crucito.

No los escuchan

Advierte que no solo con motivo del proceso de paz las comunidades han solicitado el servicio de energía, sino que han insistido en ello desde hace muchos años, ante los gobiernos local, departamental y nacional, sin que se hayan generado respuestas distintas a promesas no cumplidas.

Dionisio Sandón, campesino de machete al cinto y botas de caucho, nacido y residente en la vereda Las Nubes, también cerca del embalse, entiende perfectamente que cedieron el territorio para producir energía, pero cuestiona que no tengan la dicha de contar con este servicio.

“Urrá nos tiene en la olla. Nos ha traído miseria, no tenemos vías por la construcción del embalse y lo peor: estamos al lado de la generadora y seguimos comprando combustible para cocinar en fogones y baterías para las lámparas de mano que usamos por las noches”, relata Sandón, quien vive con su esposa y siete hijos.

La familia de este campesino paga cada 15 días, en Puerto Frasquillo, $15.000 por un galón de ACPM para los mechones que usan por las noches y para encender el fogón de leña para preparar los alimentos. En un pequeño radio transistor que funciona con baterías procura sintonizar las emisoras Brisa Stereo y  Libertar, de Tierralta, para saber cómo va el mundo. “Si no fuera por ese radio, no sabríamos nada del resto de la región y del país”, afirma.

Reclamo legítimo

El presidente de Urrá, Alfredo Solano Berrío, admite que el reclamo de las comunidades es legítimo, pero aclara que una empresa que existe para generar y comercializar la energía que produce y que vende en el Mercado de Energía Mayorista de Colombia, no tiene el alcance de instalar redes y suministrar energía a poblaciones vecinas.

Dice que llevar unas redes desde la central hidroeléctrica hasta esas veredas “sería inviable” por las distancias y porque los conductores para transportar la energía serían de gran tamaño, para poder garantizar una buena regulación.

“Adicionalmente, los costos de mantenimiento también serían altos y con muchas probabilidades de fallas, debido a lo boscoso de la región. De todas maneras esta labor competiría a los operadores de red”, sustenta el presidente de Urrá.

Solano Berrío opina que sería conveniente pensar en una o varias plantas solares pequeñas para surtir de energía a estas veredas y sugiere que otra opción sería estudiar la posibilidad de construir una micro central para cubrir la demanda de la zona.

Tras recordar que la responsabilidad de prestar los servicios públicos en el país recae, en primera instancia, en las autoridades locales, expresa que la Alcaldía de Tierralta está gestionando la instalación de paneles solares en territorios rurales del Municipio.

“Nosotros hemos tenido iniciativas voluntarias sociales dirigidas a las poblaciones vecinas, pero en asuntos hasta donde la ley nos permite”, sostiene el ejecutivo.

“Solución a injusticia”

El alcalde de Tierralta, Fabio Otero Avilés, además de catalogar como “injusto que una zona productora de energía no tenga ese servicio”, asegura que está viabilizado y aprobado en el Ministerio de Minas y Energía un proyecto para la generación de energía a través de 40 plantas solares. La inversión sería de $40.000 millones. En diálogo con EL HERALDO explica que el proyecto se inició hace un año, a partir de un diagnóstico que hicieron en toda la zona de influencia del embalse de Urrá, dice que el Minminas aprobó los primeros $20.000 millones y asegura que las obras “deben iniciarse en 20 días; la socialización con las comunidades debe ser en aproximadamente en 15 días, incluso el ministro (Germán Arce) quiere desplazarse a la zona”, revela Otero. De acuerdo con lo anunciado, inicialmente se beneficiarán 955 familias, cifra que coincide con el número de infortunados vecinos de Urrá si se multiplica cada familia por 5 habitantes. El trabajo de instalación de las plantas solares tardaría tres meses. En medio de estos anuncios, los habitantes del Nudo de Paramillo lo único que esperan es no estar escuchando nuevas promesas que terminen incumplidas y que con la paz se haga la luz.

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