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Con una protesta sobre la Troncal del Caribe, los habitantes de Nueva Venecia, uno de los tres pueblos palafitos enclavados en la Ciénaga Grande de Santa Marta, exigen solución a la crisis ambiental y humanitaria que viven producto de lo que denominan “abandono estatal”.

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Sus habitantes, en su mayoría pescadores artesanales, se tomaron por varias horas la vía que de Ciénaga conduce a Barranquilla para hacer visible la problemática y exigir a los entes competentes respuestas urgentes.

La causa inmediata es la proliferación de plantas invasoras —Hydrilla verticillata y Eichhornia crassipes (taruya)— que han bloqueado los caños de acceso, dejando a la comunidad literalmente atrapada.

“Hoy no pueden salir a abastecerse de agua, tampoco alimentos, ni trasladar enfermos; los motores de las canoas se enredan en la maleza y el transporte fluvial - único medio de movilidad - ha quedado clausurado”, pregonaron.

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Sostienen que las consecuencias son devastadoras y comentan que el agua - con altos niveles de contaminación - es escasa.

“Sin acceso al caño Aguas Negras la comunidad se ve forzada a consumir el preciado líquido estancado y putrefacto que rodea las viviendas”, denuncian.

Añaden que el olor fétido y el color oscuro del agua han generado enfermedades gastrointestinales y cutáneas, especialmente en niños.

La pesca

Los pescadores de Nueva Venecia manifiestan que las redes que arrojan a la Ciénaga para obtener el sustento a través de la captura de peces, salen llenas de malezas.

Y es que las especies grandes de peces desaparecen por falta de oxígeno.

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Comentan que antes, un pescador podía llevar a su casa $50.000 o $70.000 diarios; hoy apenas $10.000 o $20.000... “El hambre se ha instalado en los hogares”, precisan.

Crisis sanitaria

El estancamiento del agua ha multiplicado los mosquitos y ya hay casos de dengue y paludismo.

El puesto de salud carece incluso de vendas o medicamentos básicos, lo que equivale a una negación material del derecho a la salubridad.

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Además, el pueblo no puede recibir víveres ni evacuar enfermos. La comunidad está atrapada, en condiciones indignas y de riesgo permanente.

Tutela

Frente a esta situación, Andrés Felipe Gil Lozano, con el apoyo de los pobladores y su equipo de trabajo, radicó una acción de tutela en calidad de agente oficioso de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de Nueva Venecia, para exigir la protección de los derechos fundamentales al agua potable, la salud, la vida digna, el mínimo vital, la alimentación y la movilidad.

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Un juez admitió la acción y ordenó medidas cautelares para garantizar el suministro de agua potable y la adopción de acciones urgentes. Sin embargo, a pesar de la decisión judicial, las entidades accionadas siguen sin hacer presencia efectiva en el territorio ni resolver la problemática.

Mientras tanto, la maleza avanza y las condiciones de vida de la comunidad se deterioran cada día más.

Las peticiones

El pliego de peticiones del paro incluye, entre otras exigencias: suministro inmediato de agua potable, instalación de tanques y plantas móviles, brigadas médicas, un corredor humanitario navegable y la declaratoria de calamidad pública. Además, la conformación de un comité de seguimiento con participación comunitaria para garantizar el cumplimiento de lo acordado.

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La comunidad insiste en que esta protesta no busca confrontación, sino garantizar la vida y dignidad de sus niños, niñas y adolescentes.

“Estamos rodeados de agua, pero muriendo de sed y hambre. No pedimos lujos, pedimos sobrevivir”, señalan sus líderes.