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El origen de mundo Es la escultura de mayor altura, con cinco metros. Las demás obras son hasta de tres metros. Héctor Palacio
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En Riohacha tributo a cuatro pueblos indígenas de la Sierra

En técnica de mosaico, el escultor guajiro Otto Arteta se inspiró en los wiwas, arhuacos, Koguis y Kankuamos para plasmarlos en siete esculturas en el recién ampliado malecón.

Espiritualidad, color y arte son los principales ingredientes que tienen las siete esculturas que ahora adornan el malecón del Distrito de Riohacha, a lo largo de 670 metros lineales. 

Las obras fueron planeadas, diseñadas y elaboradas para hacerle un homenaje a las las etnias asentadas en La Guajira,  diferentes a los wayuu, que también están presentes en este departamento, pero que muy poco han sido visibilizados.

Yeismith Armenta, líder de los wiwa, una de las comunidades indígenas homenajedas, dice que este es un reconocimiento a ellos, ya que en las obras está grabada la historia, el origen de la creación y muchas de las características que los representan.

“Es un aliciente porque nunca antes habíamos tenido un lugar en el que solo estuviera nuestra cultura y creencias”, manifestó mientras caminaba el trayecto que va desde el puente sobre el sector del riito hasta el Valle de los Cangrejos. 

Asegura que entre La Guajira y Valledupar pueden estar asentados 12 mil wiwas y en Riohacha, cerca de 6 mil, por lo que es el grupo más numeroso con respecto a las otras etnias que son los arhuacos, koguis y kankuamos.


Yesmith Armenta, líder wiwa, una de las etnias homenajeadas, junto al escultor guajiro Otto Arteta.

Aunque Yesmith lamenta que antes de que se elaboraran los diseños de las esculturas no se les consultara, dice que la obra ha servido para que mucha gente conozca de su presencia en este departamento.

“Aquí muchos piensan que solo hay wayuu y esta bella obra ofrecerá no solo un atractivo turístico para la ciudad, sino un sitio de formación e información acerca de nosotros los otros pueblos indígenas”, aseguró. 

Explica que por ejemplo hay una escultura sobre el Damburo o Poporo, como llaman muchos y que tiene como significado la unión del hombre y la mujer, así como la fuerza para crecer espiritualmente. 

“En el calabazo es donde se sintetiza el pensamiento y la memoria donde lo grabamos”, indica el líder indígena.

Hay una mujer indígena, un hombre que podría ser de cualquiera de estas etnias y uno muy emotivo en homenaje a los 11 indígenas que murieron por un rayo en octubre del 2014, cuando estaban en el resguardo  Kemakumake, del corregimiento de  Guachaca, en Santa Marta.

El autor de este homenaje es el artista guajiro Otto Arteta Bonivento, quien afirmó haber hecho una exhaustiva investigación sobre estos cuatro pueblos indígenas antes de sentarse a diseñar.

“Fue mucho lo que aprendí y lo que sigo aprendiendo con Yesmith ahora, sobre todo lo espiritual y mágico que encierran estas etnias que también están en nuestro territorio”, manifestó al lado del líder indígena.

Explica que siempre le preguntan por qué los colores, si los indígenas se visten casi siempre de blanco. Responde que “la obra no es una fotografía, ni es realista, sino contemporánea, a la que quise darle ese colorido”.

Otto asegura que también es producto del momento artístico por el que está pasando en estos momentos, su expresión y su interpretación de todo lo que aprendió de los wiwas, archuacos, koguis y kankuamos. La técnica que usó en las siete esculturas fue la del mosaico.

La primera de ellas en la que se quiso mostrar la relación entre el cosmos, la naturaleza y el hombre, así como la creación del mundo mide 5 metros de alto, las demás están entre los 3 y 4 metros de altura.  

El líder wiwa Yeismith Armenta espera que ahora la administración municipal acoja una petición para tener un lugar exclusivo en el sector, en el cual los mamos puedan llevar a cabo lo que denominan pagamento, que es un ritual de agradecimiento por todo lo que hemos recibido de Dios.

“Dios nos ha brindado la naturaleza, los árboles, el suelo donde se siembra la semilla, el aire, todo y por eso debemos pagar, dar gracias”, explica.

Explica que en el sector del riito, en la desembocadura del Ranchería, en el lugar donde se unen el río y el mar, es un lugar especial para ellos porque ahí convergen los dos mundos, el de arriba y el de abajo. “Allí iban los mamos, pero ese sitio se ha convertido en un espacio para los que van a drogarse y temen por su seguridad, por lo que pedimos ayuda al gobierno para poder volver allí”, indicó.

También esperan que haya un espacio para poder ofrecer información a los turistas, quienes además podrían comprar las artesanías que ellos elaboran.

La obra, inaugurada por el presidente Juan Manuel Santos para los 470 años de Riohacha,  fue ejecutada por el Consorcio Avenida Circunvalar. Incluyó la recuperación de la avenida Circunvalar, la remodelación del pasaje peatonal entre el puente del riito y el Valle de los Cangrejos por valor de $9.814,073,654.

“Qué bueno estar inaugurando este malecón, haciéndole honor a nuestras etnias, a nuestros indígenas de la Sierra, que tanto nos han enseñado en materia de cuidar la naturaleza y preservar el medio ambiente”, afirmó Santos.

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