El Heraldo
Zacarias llora ante el féretro de su hermano Rafael Alejandro en el cementerio Jardines de Paz.
Magdalena

Sepultan a vigilante que fue linchado en Santa Marta

Familiares dejan en manos de la justicia ordinaria y Divina el castigo para los asesinos. Su hermano se quedó esperando el asado que Rafael les prometió.

“Hermano no hagan almuerzo que ahora que regrese les preparo un asado”. Con estas palabras Rafael Alejandro Viloria Franco, el vigilante asesinado a piedras en Santa Marta, se despidió de Zacarías, el menor de la familia y quizás la persona con quien más compartía. “Le gustaba cocinar”, recordó.

Precisamente fue él quien le prestó el pasaje para trasladarse a la Urbanización El Parque, en donde había sido citado por una prestamista que le tenía retenida su tarjeta de ahorro y quien le iba a entregar un dinero.

Rafael había llegado el domingo por la mañana a su casa en el barrio María Eugenia, al sur de la ciudad,  luego de una vigilia de 24 horas.

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Se quitó el uniforme de guardia de seguridad, preparó el desayuno y se acostó. Tras haber descansado un rato, se cambió y salió en busca de la plata que le entregaría la mujer.

Había transcurrido por lo menos una hora desde cuando salió de la casa, cuando Zacarías fue avisado que a Rafael Alejandro lo habían matado. A partir de ese momento la confusión fue total en la familia.

“¡Qué pasó, si salió contento y con la disponibilidad de pasar un domingo en familia, compartiendo y  disfrutando!”, era la pregunta que todos se hacían.

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Justicia divina

Lo que vino después es para olvidar, pues a los Viloria Franco les arruga el alma recordar la forma cómo murió su ser querido y la manera cómo, con frialdad, su muerte fue grabada y difundida por las redes sociales.

Y aunque las muertes repentinas ponen en jaque el sentido de la vida y hasta el sistema de creencias y valores, los Viloria se apartan de este concepto y se aferran a Dios.

“Somos cristianos y por eso dejamos todo al Señor; que sea la justicia ordinaria y la Divina, la que se encarguen de castigar a quienes nos asestaron este golpe tan duro”, comentó Zacarías Viloria, desvirtuando versiones que hablaban de una posible acción para hacer justicia con sus propias manos.

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Quién era

Rafael Alejandro era el sexto en una prole de  8 hijos nacidos en el hogar de Juan Pablo Viloria y Evangelina Franco. Con ellos vivía  en el barrio María Eugenia siendo el sostén económico de la casa.

Para su hermano Zacarías era un ser admirable a quien le gustaba estar en familia. Lo describió como una persona laboriosa y entregada a su oficio.

“Tenía 20 años como guardia de seguridad y sin una sola tacha en su hoja de vida”, comentó.

Como hombre Caribe que era le gustaban las fiestas y departir alegremente con amigos y familiares.

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En medio del dolor de los familiares y amigos, incluso, de desconocidos, el cuerpo de Rafael Alejandro Viloria Franco fue sepultado el martes por la tarde en el camposanto Jardines de Paz.

Durante el cortejo al interior del cementerio el repudio por el crimen no cesó y el clamor de justicia tuvo más eco.

“¡Rafael no se merecía una muerte así!”, dijeron.

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