En un acto de justicia cultural y de reparación de una deuda histórica, la Universidad del Magdalena le devolvió a los indígenas Kogui, 17 piezas líticas (en piedra) que tenían en custodia en el laboratorio de arqueología de la institución.
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Los objetos, como bastón ceremonial, tumas, metates, manos de moler, entre otros, hacen parte de la denominada colección Chairama, y son productos de excavaciones arqueológicas hechas en la década del año 1940, en Pueblito, a cargo del antropólogo y arqueólogo colombo-austriaco Gerardo Reichel-Dolmatoff.
En la geografía Pueblito es un sitio arqueológico y sagrado de la cultura Tayrona, hogar de la comunidad indígena Kogui, ubicado en el interior del Parque Nacional Natural Tayrona, Sierra Nevada de Santa Marta.
Los elementos devueltos estaban en poder del alma máter desde el año 2008, cuando la concesión del Parque Tayrona determinó su salida del territorio.
Regreso al lugar de origen
Gracias a un proceso cuidadoso, respetuoso y articulado, las piezas, resguardadas por la Unimagdalena, regresaron a su lugar de origen con el acompañamiento del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH, Parques Nacionales Naturales Territorial Caribe y las autoridades tradicionales del Resguardo Kogui-Malayo-Arhuaco.
En el territorio ancestral ‘Teykú Bunkwanezhaka’, lugar considerado por los Kogui como el ‘Corazón de la Tierra’, el rector de la alma máter, Pablo Vera Salazar, y el equipo interdisciplinar que lo acompañó, fueron protagonistas del histórico momento.
Luego de aclararle a los mamos y líderes indígenas presentes que no se trataba de un evento administrativo más de la institución académica, reiteró que “es un acto de justicia cultural”.
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Hizo hincapié en que “es un proceso profundamente humano, espiritual y ancestral, en el que la academia se despoja de la altivez, para escuchar, aprender y honrar”.
Reparación espiritual y física
Cada pieza entregada fue reconocida, no solo como una huella del pasado, sino como el inicio del equilibrio que vuelve a su casa, guiado por la Ley de Origen y por el ejercicio de gobierno propio de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los indígenas hicieron un llamado a la comunidad occidental y a todas las instituciones a que si tienen objetos sagrados de sus ancestros, en su poder, los devuelvan.
“No es solo entregar, sino devolver la vida de las culturas milenarias, dar la vida de la naturaleza, porque ésta y el territorio, están enfermos, por eso con estos elementos sagrados se hace la reparación espiritual y física”, comentó el líder Kogui Luis Nuvita.
En coherencia con la Ley de Origen y el mandato espiritual de los cuatro pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, los Mamos realizan un pagamento tradicional como acto de agradecimiento por el retorno de las piezas líticas, consideradas seres espirituales y portadoras de la memoria y el orden natural del territorio.
Este trabajo espiritual tiene como propósito solicitar permiso al territorio y a los espacios sagrados para reintegrar las tumas, metates, manos de moler y demás objetos, para que puedan restablecer sus funciones ceremoniales, reparar su energía tras el largo tiempo de separación y contribuir nuevamente a la armonización de la naturaleza, los espacios sagrados y la vida comunitaria.
Pacto ético y espiritual
La jefe del Parque Nacional Natural Tayrona, territorial Caribe, Patricia Saldaña Pérez, destacó el evento y precisó que el trabajo conjunto con la Universidad “fue clave para que esta devolución se hiciera efectiva”.
La Unimagdalena reafirmó su compromiso con la protección del patrimonio cultural, la investigación rigurosa, el respeto por los saberes ancestrales y la defensa del territorio. Por ello firmaron un acuerdo que va mucho más allá de un documento y que es una promesa viva, un pacto ético y espiritual de preservar, acompañar, escuchar y aprender.
“Un acuerdo que reconoce que el conocimiento no habita solo en los libros, sino en la tierra y sus piedras, en el río y en la palabra de los Mayores”, manifestó el rector Pablo Vera.
Las piezas líticas ya no están en manos ajenas, retornaron a su casa y con ellas volvió un fragmento de la armonía que sostiene el mundo.




















