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Los nativos de Minca, el tesoro natural de la Sierra Nevada de Santa Marta, no quiere convertirse en otra Taganga.

Así lo definen líderes de la población como Víctor Reátiga al referirse a la superpoblación de visitantes que a diario recibe este corregimiento de Santa Marta al que en temporada alta llegan al menos 1.000 visitantes por día, el mismo número que su población actual.

En concepto de Réatiga, para frenar esta problemática, que tiene al borde del caos ambiental al balenario, se requiere planificación urbanística y un plan de manejo y control que regule el acceso al balneario.

El caos se hace más visible durante los fines de semana, cuando el ‘río’ de gentes camina las escarpadas calles y en medio de apretujones, los bañistas intentan ‘disfrutar’ de las aguas del afluente.

Pero en Minca, atractiva porque está rodeada de granjas cafeteras, bosques, montañas, ríos, arroyos, cascadas y pozos, al decir del edil Víctor Riátiga, no quieren que este paraíso turístico se convierta en otra Taganga, hoy afectada por la ausencia de una específica política de Estado.

Y es que es poco o nada lo que la Institucionalidad hace por evitar el caos, por el contrario, lo que muestran es una permisividad para darle ‘tatequieto’ a las acciones irregulares que se cometen, una de ellas las construcciones levantadas al borde de los cuerpos de agua.

El ingreso sin control de turistas, en su mayoría extranjeros, constituye una gran preocupación para los nativos.

Capacidad de carga. Pese a la reiteradas solicitudes de la dirigencia local para la realización de un estudio sobre la capacidad de carga de Minca, la única cifra que se maneja es la que arroja el arribo diario de 40 busetas de turismo transportando en promedio 18 y 22 pasajeros. Esto significa unas mil personas.

'Hemos querido montar un peaje pero no ha sido posible porque se requiere la autorización del Distrito; también se proyectó en una ocasión la creación de una operadora turística, pero esta nunca arrancó', manifestó el edil.

Sin embargo, ante lo que es evidente, una solución no tiene espera, por eso el gobierno Distrital, a través de la cartera política, anunció la puesta en marcha de acciones tendientes a contrarrestar todo lo que hoy causa desesperanza.

El secretario de gobierno de Santa Marta, César Mercado Durán, asegura que el Distrito pretende ejercer control y a regular el ingreso de las personas.

En el casco urbano de Minca hay una cultura de aseo que se promociona con avisos a la entrada del corregimiento y en sitios estratégicos, como el parque y la iglesia, en donde es común leer avisos que dicen: 'Minca pura sin basura'.

Sin embargo, en el balneario principal (Pozo Azul) y en la costa ribereña los desechos que dejan los turistas se mimetizan con la vegetación del entorno. Los fines de semana la empresa Interaseo saca de 5 a 7 toneladas de basuras.

Fuera de control. El director de turismo del Magdalena, Fidel Vargas Salcedo sostiene que 'hay que sentarse a revisar con expertos cómo se puede trabajar el tema de la cantidad de gentes que llegan a Minca, especialmente los domingos y lunes festivos, lo que hace que el pueblo se esté saliendo de las manos en volumen y en movilidad'.

El funcionario manifestó que propondrá un trabajo conjunto, entre Gobernación y Alcaldía para trabajar en la elaboración de una estrategia que permita hallar la solución más sabia al problema, pero igualmente a otros que podrían derivarse como la informalidad, la seguridad y la salud.

En medio de los problemas que existen y que preocupan a los ‘minqueros’ está uno que consideran debe 'mirarse con lupa' y tratarse 'con pinzas': Pozo Azul, una formación natural enclavada en la montaña, que hace las veces de una piscina de agua fresca y helada, que ofrece un paisaje de aguas cristalinas, variedad de flora y sorprendente fauna.

Reátiga identifica el lugar como un sitio sagrado que ha perdido su encanto, pues llega tanta gente que se asemeja a una playa. 'Encontramos sancochos, ventas ambulantes y la falta de baños público obliga a las gentes a hacer sus necesidades en el entorno', anotó.

Agrega que quienes llegan a Pozo Azul no dejan nada al pueblo … 'solo basuras'. 'Queremos que se controle la entrada y que haya un ingreso económico para el territorio', precisó.