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La falta de ambición está fuertemente relacionada con las razones por las que las personas no emigran, pero en realidad se debe a una elección influida esencialmente por factores económicos y sociales, así como por falta de garantías legales, cuidado del núcleo familiar o el fracaso en el proceso migratorio.

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El debate global de la migración humana se centró exclusivamente en quienes migran; sin embargo, durante la Cumbre XV del Foro Mundial de Migración y Desarrollo, realizada en Riohacha, La Guajira, se presentó un nuevo estudio que revela esta realidad poco explorada: la de millones de personas que permanecen en sus países de residencia o tránsito, incluso en condiciones adversas.

Colombia es un ejemplo vivo de la supervivencia de sus habitantes, siendo un Estado con políticas públicas precarias y un sistema migratorio débil, que lo sufren especialmente los departamentos históricamente relegados, como La Guajira.

La investigación, liderada por País Ayuda en Acción junto al Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID) de Canadá y la Cátedra de Investigación sobre Desplazamiento Forzado del CIID de la Universidad del Pacífico de Perú, afirma que en algunas partes del país el 55 % de las personas encuestadas quiere permanecer, mientras que el 45 % desea migrar, pero no puede por pobreza, inseguridad, tareas de cuidado o falta de redes, lo que evidenció que quedarse no es una muestra de pasividad, sino una decisión compleja no anómala.

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Al respecto, Diana Quimbay, directora País Ayuda en Acción Colombia, indicó: “A partir de nuestra investigación hemos determinado que la inmovilidad hace parte de nuestra realidad. Necesitamos construir políticas que hagan de la permanencia una elección digna y no una imposición de las circunstancias”.

De igual manera, Miguel González, coordinador general de la Cooperación Española en Colombia, comentó que “es crucial contar con este tipo de estudios porque nos dan luces de qué y a quién debemos financiar para poder tener el mayor impacto posible de cara a los retos que pretendemos resolver. De igual forma, estos estudios destacan y analizan posibles soluciones ante los desafíos y eso es fundamental para un donante”, finalizó.

CortesíaDiana Quimbay, directora País Ayuda en Acción Colombia, y Miguel González, coordinador general de la Cooperación Española en Colombia.

Arraigo en La Guajira

Riohacha, Maicao y Uribia funcionan como ciudades de acogida y de tránsito, especialmente en las periferias donde convergen desplazamientos internos y migración.

Esta alta concentración aumenta las tensiones, debido a la alta demanda de servicios básicos y vivienda que requieren una respuesta integral ante la baja capacidad institucional.

El departamento cuenta con una población aproximada de más de 160 mil migrantes venezolanos, que en su mayoría no están regularizados, pero que, sin embargo, han llegado a estas tierras en búsqueda de una estabilidad económica, emocional y hasta amorosa que no consiguieron en su país de origen.

Entre los tantos testimonios de vida recopilados de los hermanos de la vecina república, el más común o sobresaliente es el de los pequeños emprendedores.

Ese es el caso del comerciante natural de Venezuela Ángel Betancourt, afectado en su momento por estos años de exilio involuntario, pero que encontró su lugar en el mundo en la capital de La Guajira, a la que llegó luego de deambular por Antioquia y ya cuenta con un negocio de venta de víveres propio y constituido en la ciudad. “Salí de mi país con un saco lleno de sueños y encontré en Riohacha, pese a las adversidades, vivir bien y tranquilo. Aquí me quiero quedar muchos años más”, aseveró.

Pero la otra cara de la moneda muestra que muchos refugiados y migrantes venezolanos en sectores del departamento enfrentan riesgos elevados de violencia basada en género, trata y tráfico de personas, reclutamiento, uso y utilización por la presencia de grupos irregulares. La falta de control en los pasos fronterizos y la inseguridad local incrementan su vulnerabilidad, afectando especialmente a mujeres y niños.

Para nadie es un secreto que La Guajira enfrenta una grave crisis humanitaria debido a las profundas brechas de desarrollo, la migración y las limitaciones en la garantía de derechos básicos, exacerbados por la violencia armada. Estas condiciones perpetúan la vulnerabilidad, la pobreza, la inseguridad alimentaria y el desplazamiento forzado, impactando especialmente a las comunidades étnicas y limitando el acceso a servicios esenciales y a oportunidades para un desarrollo sostenible.

Pese a estos factores negativos, Cristian Uribe, de 35 años de edad, al ser consultado sobre si prefería salir del país para buscar un mejor bienestar, respondió: “Prefiero quedarme en mi Riohacha. Aquí están mis puntos fuertes, tengo mi casa, un trabajo y lo más importante, mi familia. No he sentido la necesidad de irme. La gente sufre afuera, aunque aquí también, pero más por allá”, finalizó.

¿Por qué se quedan?

En Colombia y otros dos países de América Latina el estudio evidenció que muchas personas deciden quedarse para proteger y sostener a sus familias, tanto las mujeres, los adultos mayores o los migrantes que optan por regresar a su país de origen asumen diferentes responsabilidades en el hogar y deciden quedarse para permitir que los más jóvenes emigren y salgan adelante.

La población evidencia un agotamiento o rechazo a la movilidad producto de los intentos fallidos, la desconfianza hacia las instituciones gubernamentales y los sistemas migratorios, o el hecho de asumir una posición de resistencia frente a una mayor marginación en el país de destino.

En el marco del foro, Ayuda en Acción realizó su evento paralelo llamado “Inmovilidad en contextos de desplazamiento: evidencia para repensar políticas de migración y desarrollo”, centrado en el arraigo y sus impactos en el desarrollo humano y territorial.

Se discutieron las razones que obligan a miles de personas a no migrar incluso ante situaciones de violencia, pobreza extrema, inseguridad alimentaria o crisis políticas y ambientales. Además se resaltó que solo el 3,6 % de la población mundial es migrante, lo que contextualiza la magnitud de la inmovilidad/arraigo.

De igual manera hubo un llamado de urgencia a políticas públicas migratorias inclusivas y sistemas de protección social que reconozcan la permanencia como opción válida, con oportunidades reales de desarrollo y bienestar.

Finalmente, la participación en la cumbre promovió nuevos enfoques y alianzas internacionales, posicionando la inmovilidad/arraigo como dinámica activa que requiere mayor atención y apoyo para construir contextos más equitativos y dignos para quienes deciden quedarse.

CortesíaA pesar de las profundas brechas de desarrollo, tanto locales como extranjeros en su mayoría prefieren quedarse a luchar en esta tierra.