El Heraldo
Los cuerpos fueron encontrados degollados en varios riachuelos de la zona. Archivo
Córdoba

La masacre de Tierralta, una barbarie por la que las Farc deberán pedir perdón 17 años después

El 22 de mayo de 2001, los labriegos fueron degollados y luego desaparecidos en la zona selvática del Paramillo. 17 años después las víctimas denuncian que no hay reparación.

Hace 17 años Mirian Torres perdió a su hija Edilma Rosa Hernández Torres, en la ‘silenciosa’ masacre que cometió el extinto frente 58 de las Farc en la región del Manso, en Tierralta (Córdoba)  y por lo menos nueve parientes, entre primos y sobrinos.

La joven, quien para esa fecha tenía escasos 21 años, fue hallada a los cuatro días, degollada, en la orilla de un riachuelo, como ocurrió con las otras 21 víctimas de ese mismo hecho violento, que ‘inundó’ de sangre a llas veredas de El Manso, Zancón, La Gloria y Palestina. Estas pequeñas poblaciones están por lo menos a tres horas del perímetro urbano de Tierralta a través de vías fluviales que atraviesan el Parque Natural Nacional Nudo del Paramillo.

La masacre, que no ha sido reparada, fue atribuida a la cúpula de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc) al mando de Rodrigo Londoño Echeverri (‘Timochenko’) y Luciano Marín Arango (‘Iván Márquez’ o comandante ‘Simón’). Como comandante del frente 58 en ese entonces estaba Jhoverman Sánchez Arroyave, ‘Manteco’.

Este natural de Tierralta, incursionó a la guerrilla hace más de 30 años y estuvo al mando de dicha célula guerrillera de las Farc en Paramillo. Previo al proceso de paz con el Gobierno fue considerado uno de los objetivos de las fuerzas militares, pero su destreza en el monte le ayudó a evitar ser neutralizado o capturado.

Todas las víctimas de la masacre, que habrían sido responsabilidad del frente     de ‘Manteco’, eran trabajadores de un aserradero. El entonces grupo subversivo los señaló como presuntos cocaleros al servicio de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), organización paramilitar con la que se disputaban ese territorio del Paramillo.

Miriam relata que las 22 personas, entre las que se encontraba su hija, fueron interceptadas por un comando armado de las Farc, los obligaron a desviar la ruta que llevaban hacia el lugar de trabajo y los llevaron a la orilla de un río, donde los arrodillaron y los degollaron uno a uno, mientras los señalaban de ser auspiciadores de las Auc.

“Mi hija se ganaba los pesos para subsistir, trabajando para los madereros, ella era la cocinera, pero se presentó la mala hora cuando atravesaban la vereda El Socorro. Ese 22 de mayo de 2001 fueron interceptados por los guerrilleros, los desaparecieron y después encontramos a nuestros muertos”, relata doña Mirian, desde su habitual trabajo en Tierralta, donde esta desplazada desde esa misma fecha y donde ha tenido que sobrevivir vendiendo empanadas, peto, o trabajando en el servicio doméstico.

El dolor está intacto en los familiares sin reparación tras la masacre en el Alto Sinú.

Las víctimas

 Los muertos fueron: Edilma Rosa (la hija de Miriam), Daury Hernández Corrales, Favier Cardona, William de Jesús Barrios, Manuel Hernández Sepúlveda, Eduardo Arrieta Hernández, Guillermo José Hernández, Solangel Hernández Torres, José Hernández Corrales, Jaime Eugenio Arango, Dianimes Molina Carmona, Rudy Pérez Hernández, Manuel Atencia, Argemiro Lemas Pérez, Jairo Mercado, Henry Cardona Mercado, John Fredy Hernández Torres, John Jairo Hernández, Eduardo Hernández, Milton Lemus, Carlos Lemus Mercado, Jesús Echavarría Zapata, Consuelo Alzate, Jesús Echavarría, Jaime Rodríguez Arango, Pedro Hernández Sepúlveda, Magali Pérez Pérez, Luis Eduardo Borja, y Euriel Palacios.

Solo un joven de nombre Guillermo Hernández se salvó, porque logró escapar y fue quien avisó de la masacre, cometida con armas contundentes y machetes.

“Los matones no utilizaron armas de fuego, mi hija estaba degollada, como las demás víctimas. Una vez salimos desplazados hasta el casco urbano de Tierralta recibimos una ayuda mínima de la Gobernación de ese entonces, pero en todo este tiempo no ha habido una reparación para con nosotros. Todos nos olvidaron”, precisa la mujer, mientras interrumpe su labor en el perímetro urbano de Tierralta.

En su pequeña propiedad de la vereda El Limón, donde vivía, dejó plantaciones de pan coger, animales de corral y todos los enseres porque el temor no les permitió empacar siquiera el cepillo de dientes.

El caso que ha quedado estancado en la justicia está radicado en un proceso ordinario ante el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Montería, desde el 2 de julio de 2009, en el que los citados jefes de las Farc para esa fecha, fueron acusados y sentenciados de homicidio agravado y rebelión.

La Organización No Gubernamental Mínimo Vital, que representa los intereses de las víctimas de los 22 muertos, sostiene que mañana lunes 19 de febrero se realizará una audiencia que presidirá la Procuraduría 33 judicial II en los Contencioso Administrativo, a la que ha sido citado el movimiento Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) y otras entidades del Estado. La cita es en la procuraduría provincial de Córdoba desde las 8:00 a.m.

“Sobre este hecho tenemos que, muy a pesar de estar en conocimiento de la justicia penal ordinaria, jurisdicción de Justicia y Paz y Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hoy los familiares de estas víctimas no han sido reparados y continúan en el anonimato y en el más completo olvido”, señala la ONG Mínimo Vital, representada en el jurista Aníbal Mercado.

La reparación

Las víctimas de la masacre ‘del olvido’ de las Farc esperan que el hoy grupo político ejerza actos tempranos de reconocimiento de responsabilidad colectiva, representados en actos formales, públicos y solemnes en las veredas Sancón, Manzo, la Gloria y Palestina, en el Nudo del Paramillo.

“Esto deberá incluir pedir perdón y manifestaciones del compromiso de contribución con acciones concretas a la reparación integral de las víctimas, en coordinación con el Gobierno nacional y diferentes sectores de la sociedad que pueden haber tenido alguna responsabilidad en el acto criminal contra esa indefensa población”, sostiene la ONG Mínimo Vital, en defensa de los familiares de los muertos.

Como acciones concretas señalan la necesidad de que el partido político de las Farc realice obras de infraestructura en las cuatro veredas que se mancharon con la sangre de sus 22 muertos, además de participar en los programas de limpieza y descontaminación de minas, participar en los programas de sustitución de cultivos de uso ilícito y en programas de reparación del daño ambiental.

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