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Louis Towers, Viviano Torres, Charles King y Juan Daniel Correa en el escenario.
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No es criolla ni es urbana, solo es champeta: Louis Towers

El maestro del género, junto a sus colegas Viviano Torres y Charles King, cerraron la décima edición del Hay Festival con un conversatorio y concierto en el Teatro Adolfo Mejía.

Tres de los máximos exponentes de la champeta tomaron el escenario del Teatro Adolfo Mejía la noche del domingo para concluir la décima edición de Hay Festival.

Viviano Torres –creador del género–, Louis Towers y Charles King hicieron un recorrido desde el origen de la champeta hasta su estado actual, con la compañía del escritor Mauricio Silva y el productor Juan Daniel Correa Salazar, y terminaron con un concierto.

“La champeta es nuestra manera de interpretar la música africana”, explicó al público Louis Towers, pues el género insignia de Cartagena, según contó el propio Viviano Torres, nació de su experimentación con esos ritmos africanos cuando estudiaba en el Instituto Musical de Cartagena, cerca de 1983.

Luego de ser expulsado y trabajar en su sonido durante tres años más, nació Anne Swing, primera agrupación de champeta de la historia.

Y es que a diferencia de lo que muchos creen, la champeta nació como música acústica hecha por bandas, no solo por un cantante acompañado de pistas, como explicó Correa Salazar, quien ha trabajado por impulsar el género en el interior del país.

El género creció en los picós, “el eje que pone a andar este género musical”, como los llamó Charles King, por ser estos “la revolución tecnológica y sonora de área del Caribe”, donde en un principio sonaba todo tipo de música, pero que poco a poco la champeta tomó como su escenario principal.

Terapia y sensualidad. Louis Towers también aclaró que la terapia no es un tipo de música, sino un tipo de baile que mezcla pasos del breakdance y de la champeta, y este género “es tan dulce que acepta que lo bailes como sea”, como dijo Viviano Torres.

Sin embargo, y como lo demostró el líder de Anne Swing en el escenario, tiene algunos pases característicos (como la camita, la grapa y el caballito), que aunque están cargados de sensualidad y algunos tildan de “vulgar”, en realidad “no le hacen daño a nadie”.

Lo mismo sucede, según Charles King, con el doble sentido que manejan muchas canciones. “No es exclusividad de la champeta, es una muletilla que usan todos los géneros musicales del mundo, y considerando que la champeta es un género relativamente nuevo, no debería llevar esa carga”, apuntó el autor de temas como El chocho y El martillo.

Ofensa y discriminación. “A veces se utilizó la palabra champetúo para ofender, pero tuvimos la suerte de que aparecieran propuestas como el Festival de Música del Caribe para suavizar todo lo que sobre nuestros hombros recaía”, contó Louis Towers, refiriéndose al término que nombra a quienes disfrutan del género, pero que él considera como algo más: “es un estilo de vida y es fácil reconocerlo: ¡camina sabroso y se viste como yo!”.

Sin embargo, opina que todavía se ve discriminación por parte de algunos sectores de la sociedad cartagenera, especialmente ciertos gobernantes que “deben haber sacado el pecho para decir que la champeta es nuestra, de forma orgullosa”.

La han condenado en público, incluso trataron de prohibirla en el 2001, pero han “usado” a los cantantes de champeta “cuando se necesita atraer público, atraer masas para conseguir votos”, sostuvo Towers.

Criolla y urbana. El intérprete de El liso en Olaya también tuvo palabras fuertes en contra de la supuesta división entre tipos de champeta.

A su parecer, ante los temores de discriminación contra la champeta, apareció el término champeta criolla, pero según él esta nunca existió, porque “antes de la champeta, no existió otra champeta, existió la música africana con la que crecimos”.

Y ante el reciente auge de la denominada champeta urbana, a Towers le parece una situación “que vista de manera simple es una completa estupidez”. “Si la champeta nace en Palenque a partir de los palanqueros, y se reproduce, genera y mantiene en Cartagena, la champeta es urbana desde su nacimiento”.

Para él y sus colegas, la champeta no necesita remoquetes, sin embargo, cree que el término nace cuando empezó a sonar reguetón y danzall en los picós, el sitio por excelencia de la champeta, por lo que “se sienten obligados a decir que eso que está sonando es champeta”.

Y aunque cree que “ahí se está desvirtuando la esencia, la realidad de nuestra música”, también agradece la coyuntura, pues “estamos viviendo una confusión que es hasta afortunada, porque el gran ganador es la champeta”.

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