En ninguno de sus cuatros puntos cardinales funciona una destilería; los pocos lugares donde departían los nativos fueron cerrados; a raíz de violencia, los ánimos de hacer fiesta se fueron apagando, y el hombre que más tomaba dice que hace unos 20 años no lo hace. Sin embargo, esta vereda que parece sacada de Macondo se llama Borrachera.
Borracheros es el gentilicio de los más de 3 mil habitantes que fueron poblando cada pedazo de lo que otrora sería una finca de más de 1.500 hectáreas.
Cuando la gente le pregunta de dónde son, dicen con alegría ¡de Borrachera! Y a continuación viene una risa picaresca. Ellos saben que el nombre de la tierra que los vio nacer no es uno más en el montón, pero lamentan que, aún así, su terruño pase desapercibido para el Estado.
Allí en Borrachera no hay un cartel de bienvenida. La entrada es una carretera de placa huella, símbolo de que en aquel lugar, cuyo nombre denota alegría y jolgorio, se vivió tristeza y mucho dolor.
El represente legal de la Asociación de Campesinos Retornados, Carmelo Márquez Leguía, asegura que solo viven dos familias. Él fue uno de los que se fue en 2004 debido al temor de la violencia y que luchan para que el mayor número de borracheros regresen a sus tierras.
Aunque no tienen servicio de agua ni de energía, les llega el recibo de cobro. Tampoco hay centros de salud, colegios ni espacios recreativos, como sí existían cuando surgió el movimiento campesino para la recuperación de la tierra.
Borrachera era la vereda del sur que más familias campesinas tenía, por su extensión y por su ubicación porque algunos sectores pertenecen a Bolívar, lo que le permitía el comercio tanto con ese departamento como con Sucre. No obstante hoy tiende a desaparecer.
En 2000 el conflicto se recrudeció a raiz de varias masacres en los Montes de María,entre esas la de El Salao, y la salida de los desplazados de ese corregimiento de Bolívar era Borrachera, que se llenó de temor al escuchar sus historias. Después los borracheros también emprendieron el camino.

El regreso
La comunidad retornó en 2004, pero durante los dos años siguientes ocurrieron varios asesinatos de líderes campesinos: Jansi Jiménez, Víctor Olivera, Euclides Causado y Segundo Toscano, hechos que frenaron el proceso de los campesinos hasta hace pocos años.
Con la muerte de alias ‘Martín Caballero’ el jefe guerrillero de los Montes María, en un bombardeo de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), pensaron que vendría la tranquilidad aunada a la desmovilización de los paramilitares, pero no.
'Llegan los paisas a comprar tierra en grandes escalas y atemorizar a la gente. Fuimos despojados, aunque no amenazaron a nadie. Había temor por el conflicto que estaba vivo, pero llegaba gente en carro y con grandes mochilas. Iban legalizando los predios sin necesidad de ir a notarias', explicó Márquez.
Entre los compradores también había grandes empresas que hoy cultivan teca, una 1.200 aproximadamente.
Javier Ramírez Díaz, líder de la vereda San Francisco, aseguró que esta vereda desapareció debido al despojo. Ramírez ha seguido de cerca los casos de despojos de tierras por parte de Raúl Mora, Álvaro Echeverría y Otto Bula, quienes llegaron a la zona comprando tierras, a través de la sociedad 'Amigos de los Montes de María'. 'A raíz de las compras no solo se perdieron algunas parcelas, sino una vereda. En Borrachera ahora no vive nadie, pura teca es lo que hay', dijo Ramírez.

Historia del nombre
Ubaldo Manuel Meza Benítez, borrachero, es uno de los más veteranos de sus habitantes, que también salió, pero vive en la frontera de su vereda, en otra que se llama San Francisco.
Decide iniciar el relato del por qué su terruño tiene ese nombre tan peculiar y desde antes ya se ríe, como si le hicieran cosquillas.
'Esas tierras eran de un solo dueño, Segundo Manuel Rivera, la vida de él era tomar ron, cuando eso había plata, todos los días pasaba bebiendo, bebiendo, y cuando la gente fue entrando al campo le fueron comprando por pedazo y todo lo que iba recibiendo se lo iba tomando, otros dicen que cambiaba tierra por botellas de ron', relata Meza.
No pasaron muchos años, continúa el veterano, cuando quedó sin tierra y sin plata, 'se bebió toda la herencia que tenía, y por eso los campesinos que lo rodeaban bautizaron el lugar Borrachera'.
Meza, aclara que los habitantes de lo que después se convirtió en vereda no siguieron los pasos de Rivera, y suelta una carcajada, 'yo duré como cuarenta años tomando ron'.
Yuca, ñame, maíz y tabaco eran los cultivos que adornaban estas fértiles tierras que hoy son ocupadas por la teca o 'bosque silencioso' como le dicen los nativos, toda vez que ningún animal habita donde halla esas plantaciones.
'Da tristeza ver ese playón pelao, con solo dos casas, antes uno se montaba en un sillete en la punta de la loma y contaba unas 300 casas de rancho y gente que subía y bajaba, ya no, quien pasa por ahí es que va para otras zonas, pero esperamos volver', dice con un dejo de añoranza.
En Borrachera ya no se escucha el ruido de las canciones de Miguel Durán, el primero que salía al ruedo en las casetas, ni tampoco el guapirreo de los campesinos como señal de saludos a sus colegas; el silencio hace parte de la cotidianidad, pero este poblado se resiste a morir, los borracheros quieren regresar a hacer su mejor brindis, el de la paz.





















