Con la llegada de diciembre, muchas familias colombianas comienzan a preparar sus hogares para la Navidad, y entre estas costumbres destaca la tradicional colocación del árbol navideño. Sin embargo, este 8 de diciembre también se celebra el Día de la Inmaculada Concepción, una fecha de profundo significado religioso que invita a dedicar oraciones y reflexionar sobre la figura de la Virgen María.
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Para la Iglesia católica, María fue concebida libre de pecado original, preparándola para ser madre de Jesús. Esta creencia, que forma parte de la doctrina católica desde hace siglos, encuentra sus raíces en España, donde en 1644 se empezó a celebrar oficialmente esta conmemoración.
Además de su dimensión espiritual, la fecha guarda un vínculo histórico con el llamado Milagro de Empel, ocurrido entre el 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la Batalla de Empel. Un soldado español descubrió una imagen de la Virgen mientras cavaba una trinchera, esa noche, el ejército permaneció en oración y al día siguiente logró una victoria considerada imposible. Desde entonces, la Inmaculada Concepción es reconocida como patrona de los Tercios españoles, la infantería de aquel país.
En 1854, el papa Pío IX estableció formalmente el 8 de diciembre como día de esta celebración mediante la bula ‘Ineffabilis Deus’, consolidando su relevancia religiosa a nivel mundial.
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Vela y simbolismo
Entre las tradiciones más arraigadas del 8 de diciembre está el encendido de una vela como acto de fe y gratitud hacia la Virgen. Los colores más comunes son:
- Blanco: simboliza pureza y paz, en referencia a las vestiduras tradicionales de María.
- Celeste: representa espiritualidad y esperanza, evocando lo divino y lo celestial.
- Violeta: asociado al arrepentimiento y la reflexión, especialmente durante el tiempo de Adviento.
Oración a la Inmaculada Concepción
Inmaculada Madre de Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a Jesús.
A Vos, oh Virgen santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de todos los santos; Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos, especialmente a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
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Oración
¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los miserables hijos de Eva.
¡Ea, bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para que todos lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Jaculatoria (oración breve)
Bendita sea la santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios. Avemaría.



















