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Desde el once de noviembre, Cartagena amaneció envuelta en un ambiente de alegría y tambor, como si la brisa se hubiera puesto a susurrar historias viejas a los oídos de quienes caminaban por sus calles.

Era la mañana en que la ciudad, orgullosa de su propia memoria, se sacudía el polvo cotidiano y se ponía sus mejores colores para celebrar las Fiestas de la Independencia 2025.

En las murallas, los primeros rayos del sol parecían encender brasas invisibles; en los balcones, las banderas resaltaban como nunca en el resto del año. Todo anunciaba que la Heroica volvía a ser fiesta, rito, pueblo y alegría desenfrenada.

EL HERALDO se adentró en estaba celebración tan significativa para la ciudad, con el único fin de conocer su historia, pero también para entender la influencia que este territorio rodeado del mar Caribe ha aportado a todo el país y a muchos extranjeros que vienen para conocer y disfrutar de su magia.

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Territorio de memoria viva

Getsemaní, el barrio que respira historia en cada mural y cada esquina. Allí esperaba Davinson Pájaro, guía y narrador de alma inquieta, quien convirtió el recorrido en un viaje emocional.

Cortesía

“Getsemaní nació en el siglo XVI, justo después de la fundación de Cartagena en 1533. Mientras el Centro Histórico se reservaba para las élites españolas, Getsemaní se convirtió en el barrio del pueblo, es decir, de mis esclavizados africanos, indígenas, artesanos, marineros, trabajadores portuarios y mulatos libres. Era un espacio de mezcla, música, comercio y resistencia cultural.”, contó Davinson Pájaro, historiador cartagenero.

Entre grafitis que hablan de lucha, plazas donde aún se siente de alguna manera el espíritu rebelde de aquella época y callejones que huelen a comida, Davinson relató cómo este barrio mestizo fue semilla de libertad.

La Plaza de la Trinidad lo confirmó con la presencia de vendedores, músicos, turistas y vecinos que se saludan como si compartieran un secreto antiguo.

Manos que modelan la fiesta

El alma creativa de las carrozas que desfilan en la Avenida Santander en su Bando, cada vez resaltan más. Los artesanos trabajan como alquimistas del papel y la imaginación, así lo aseguró Maritza Zúñiga, artesana y guardiana de técnicas que resisten al tiempo.

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Explicó cómo cada figura se eleva con la historia que cada artesano quiere contar en sus carrozas, ya que todas ellas tienen un significado histórico, y el trabajo de los mismos ha venido tomando más fuerza y reconocimiento en la ciudad.

“Nosotros usamos poliestireno expandido para hacer todas estas figuras, ya las hacemos con láminas más delgadas. Antes se usaba mucho de este material que no es bueno con el medio ambiente. Luego lo cubrimos con papel de bolsas de azúcar porque es mucho más grueso y fácil de trabajar”, anotó la artesana.

Coronas de historia

La artista Indira Luna ofreció una experiencia inolvidable contando una historia ancestral, y explicó que el turbante no es solo adorno, es identidad, es resistencia, es memoria.

Mientras enseñaba a trenzar, doblar y elevar las telas hasta convertirlas en coronas, contaba historias de mujeres que usaban estos nudos como mapas simbólicos, abuelas que enseñaban a sus hijas a vestirlos para celebraciones o para sobrevivir.

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“Las historia de los turbantes comienza cuando los esclavistas exigían que las mujeres negras usaran pañuelos para cubrirse la cabeza, esto era un símbolo de opresión. Sin embargo, las mujeres afro lo transformaron en un elemento de resistencia. Escondían semillas y oro para su supervivencia y para comprar su libertad, y sus peinados y trenzas servían como rutas de escape”.

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Este domingo continúa la agenda con el cabildo de Getsemaní y ‘Salsa a la plaza’ desde la Plaza de la Aduana con música en vivo y mucha tradición.

De esta manera la Heroica celebró sus 214 años de independencia. Este año, las fiestas fueron una reafirmación de identidad, pues hay mucha historia por contar a quienes llegan de otras partes del mundo.