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Entre el inconfundible rugir de los motores y el viento que acaricia el asfalto, se forja una comunidad única de motociclistas, que más allá de la fascinación por la velocidad y la libertad que la carretera les proporciona, construyen una gran comunidad que además de rodar cientos de kilómetros, extienden sus brazos a los más necesitados.

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Más allá de la estética ruda con la que son percibidos por muchos, los motociclistas son seres solidarios que sirven a quienes se encuentran en el camino.

A través de sus largos viajes, un nuevo mundo se abre ante sus ojos, por esta razón sus horizontes se expanden y muchos de ellos deciden formar parte de organizaciones y fundaciones que realizan labores sociales honorables.

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Detrás de los cascos y las chaquetas de cuero, se encuentra un grupo de personas con una pasión más grande el humo que se expande por el cielo: hacer el bien en sus comunidades.

Muchos motociclistas dedican tiempo y esfuerzo a labores sociales que van desde repartir insumos, ropas, alimentos y regalos para comunidades vulnerables hasta participar en movimientos a favor de la salud mental.

Como es el caso de los miembros de un club de motociclistas llamados ‘Pig Killer Riders de Barranquilla’, quienes además de realizar rodadas semanales para conocer su territorio y la gastronomía, son miembros de una organización mundial llamada ‘The Distinguished Gentleman’s Ride’, una comunidad de motociclistas a nivel mundial que lucha por problemáticas que afectan a los hombres, entre sus luchas se encuentra el cáncer de próstata y la salud mental.

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Los héroes del asfalto

En una serie de emotivas entrevistas con motociclistas comprometidos con la vida, EL HERALDO descubrió inspiradoras historias de cómo algunos de estos han convertido su pasión por este vehículo en una fuerza positiva para la sociedad, y a través de obras sociales transforman la mala imagen que se ha tejido alrededor de quienes conducen este vehículo de dos ruedas.

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Miller Neira, es un fanático de la velocidad, dueño de una Cafe Racer Continental GT 535 y la Classic Royal Enfield 500. Tras más de 40 años manejando sobre una gran variedad de motos, finalmente encontró el amor en estos dos clásicos de alto cilindraje que han sido sus compañeras de vida, viajes e historias.

Miller adquirió esta particular fascinación a la corta edad de 15 años, una pasión heredada por su padre, un motociclista con varios modelos de colección que posteriormente heredaría su hijo. Unido por ese lazo intangible, adoptó este medio como una extensión de sí mismo.

'Siempre trato de que mis motos estén presentes en mi vida diaria y tengo la fortuna de que mi pasión no intervenga en mi vida laboral', explicó.

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A raíz de esta, nació otra gran pasión, dejar una huella en el mundo con la que por medio de rodadas y donaciones, dueños de motocicletas Royal se reúnen en una labor social que incluye desde colectas de juguetes para niños desfavorecidos hasta iniciativas para ayudar a personas sin hogar.

De esta manera, estos motociclistas van más allá del cliché del rebelde motero. 'Nuestra organización ‘Pig Killers’ tiene una labor social muy bonita. Damos una cuota mensual para que en la temporada navideña, podamos ayudar a una fundación o llevamos regalos a niños pobres. Somos 50 personas que están haciendo esto y queremos desarrollar esa función social en Barranquilla. Queremos ayudar a que los niños tengan una Navidad diferente, mucho más feliz y sin tanto problema' comentó Neira.

Dejando huella a su paso

Así como Miller, Jorge William y sus tan reconocidos grupos, hay otros muchos motorizados que forman pequeños clubes con los que realizan rodadas urbanas y rurales, y que a la vez se suman a las labores sociales para la temporada navideña.

Se trata de ‘Legendarios Biker Club’, un grupo emergente de motociclistas amantes del montañismo y que trabajan diariamente por ganarse el respeto y apoyo de la comunidad, dejando a su paso, huellas en el corazón de niños, jóvenes, adultos y animales.

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Andrés Pulido, líder de este colectivo abandera estas iniciativas que poco a poco ayudan a construir una buena imagen de estas comunidades.

'Somos un gremio y hermandad muy bonita y con un estilo de vida sano, siempre procuramos ser responsables al momento de montar motocicleta y actualmente se está trabajando para realizar entrega de regalos a niños de escasos recursos', comentó el motociclista.

Detrás de cada casco hay una historia llena de emociones, de aventuras y solidaridad, que cada vez más busca combatir la imagen estereotipada que mancha su gran legado de obras sociales, motorizados recorren pueblos en busca de nuevas historias por contar y culturas por descubrir.

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En los largos años que han vivido sobre ruedas, algunos grupos de amigos han logrado mezclar sus pasiones con sus vidas personales. Almeida quien también es artista y amante de los animales se ha propuesto fusionar su pasión por los viajes en moto y su amor por los animales, en un programa diario de alimentación animal.

Más allá de los estereotipos

La vida de los motociclistas es una narrativa que va más allá de los estereotipos. No son solo rebeldes en busca de emociones fuertes; son individuos comprometidos, apasionados por la libertad, la carretera y el bienestar de quienes les rodean.

Jorge Almeida, un joven amante de las clásicas motocicletas italianas Vespa, hoy es parte de una gran comunidad conformada por más de 40 personas que comparten esta misma pasión y se reúnen ocasionalmente para realizar viajes interdepartamentales en medio de la naturaleza.

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'Lo que me inspira a seguir montándome en una motocicleta e ir en carretera es el sentir la brisa, sentir que cuando vas en la carretera huele a monte, a finca, poder ver el amanecer. Cuando uno viaja full temprano, eso es algo que personalmente me relaja, me hace feliz, y más si uno va en combo con los amigos, eso es algo que realmente te genera felicidad', comentó el joven motociclista.

Motivados por un amor innegable, estos motorizados recorren pueblos en busca de nuevas historias por contar y culturas por descubrir.

En los largos años que han vivido sobre ruedas, algunos grupos de amigos han logrado mezclar sus pasiones con sus vidas personales. Almeida quien también es artista y amante de los animales se ha propuesto fusionar su pasión por los viajes en moto y su amor por los animales, en un programa diario de alimentación animal.

Amantes de lo clásico

Las motocicletas clásicas también tienen un lugar especial en esta red de colaboradores, William Bolívar, fundador del primer grupo oficialmente organizado de los motociclistas dueños de la reconocida marca Harley Davidson pertenecen a una gran familia, que organiza anualmente diferentes eventos para celebrar y honrar esta máquina de la velocidad.

Su evento insignia es conocido como el ‘Rally Harley Davidson’ y tiene como propósito estrechar lazos de amistad y crear comunidades que realizan trabajo social. Algunos trabajan de la mano con personas que hicieron parte del conflicto armado, además realizan visitas didácticas a asilos del departamento; pero su labor no acaba ahí, pues tras varios años de trabajo con la comunidad también se sumaron a la labor que lleva actualmente el grupo de moteros 'Pig Killers', recolectando así regalos de Navidad para llevar a niños de escasos recursos.

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