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Después de una titánica lucha para superar una grave enfermedad, Vanessa Hernández Espejo recibió su título de Ingeniera Industrial otorgado por la Universidad del Magdalena, logro que compartió con su familia, pero especialmente con su padre Eustasio Hernández, quien se convirtió en su bastión y mejor compañero, dentro y fuera del salón de clases.

La mezcla de amor, resiliencia y fe, hizo posible que esta samaria - que el 30 de septiembre cumplirá 31 años - conquistara su sueño de ser profesional, algo que parecía imposible debido a un aneurisma cerebral que le sobrevino en el año 2013 cuando cursaba el cuarto semestre de la carrera.

La enfermedad la dejó en silla de ruedas, sin conocimiento y sin habla. Tampoco podía escribir. Muchos daban por descartada la posibilidad de que pudiese continuar sus estudios profesionales.

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Readmisión en la ‘U’

Luego de tres años de tratamiento en la Clínica General del Norte de la ciudad de Barranquilla y la Fundación Santa Fé, en Bogotá, con terapias de habla y escritura, y con el visto bueno de los médicos, Vanessa decidió volver a la Universidad del Magdalena para continuar sus estudios.

La solicitud de reingreso la presentaron sus padres Eustasio y Elinor, que también fueron clave en el proceso.

En el año 2016 fue readmitida en el marco de las políticas de inclusión lideradas por el rector Pablo Vera Salazar, recibiendo además el apoyo de profesionales de la Dirección de Desarrollo Estudiantil, docentes y directivos de la Facultad de Ingeniería.

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Su padre fue un alumno más

En un comienzo Vanessa solo asistía a dos clases porque su cerebro requería estar activo, pero sin extralimitarse en esfuerzos. Poco a poco el horario académico se fue normalizando hasta nivelarse.

La Universidad aceptó que Eustasio (el padre) la acompañara en las clases. Él se sentaba a su lado y escribía cuando ella no podía terminar de completar algunas ideas.

Era un alumno más, incluso, en clases de cálculo el profesor Rubén Jiménez lo pasaba al tablero y le permitía que realizara exposiciones.

Fue este docente quien lo apodó ‘Paraguayo’, una palabra que se acuña a quien en un equipo de futbol o en un grupo es el diferente.

La empatía de los docentes y estudiantes con su caso fue admirable. Vanessa y su papá lograban obtener las mejores notas y se destacaban por su disciplina.

Sin lugar a dudas, las claves del éxito fueron la fuerza de voluntad, el amor de una familia y una alma máter que la impulsó a seguir adelante.

Captura de pantalla

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Sueño cumplido

Tras finalizar académicamente en el 2023, Vanessa hizo el diplomado (requisito para grado) y la Prueba Saber.

El 26 de julio de este año alcanzó el sueño de graduarse como Ingeniera Industrial de la Universidad del Magdalena, un título que recibió junto a su padre Eustasio Hernández. Lo hizo del brazo de él y en medio de las palabras de admiración del rector Pablo Vera Salazar, del aplauso de quienes conocían su historia y de más de 300 graduados que asistieron al auditorio del Estelar Santamar Hotel.

Vanessa reconoce que sus padres Eustasio y Elinor jugaron un papel fundamental en su recuperación, demostrando que la educación “va más allá de impartir conocimientos”.