Judicial

Los diez minutos de drama en el edificio World Trade Center

Luis Pérez y Dáiner Polo vivieron momentos de angustia por el desprendimiento de una cuerda del andamio en el que se encontraban trabajando.

Una gritería alborotó la mañana en la carrera 54 con calle 76. Al típico sonido ambiente de los motores y las bocinas de los autos en ese sector, se sumaron las exclamaciones de angustia y temor por el desprendimiento de una de las cuerdas que sostenía un andamio en el que dos operarios trabajaban reemplazando un vidrio roto del ventanal del edificio World Trade Center, en el décimo piso.

Eran las 8:30 a.m. cuando empezaron los gritos de los transeúntes y residentes de los edificios vecinos que se percataron del dramático accidente en la conocida edificación de doce niveles.

“¡Se va a matar! ¡Se va a matar!”, pronosticaban a todo pulmón los más pesimistas y trágicos.“¡Ay, Dios mío! ¡Virgen Santísima!”, invocaban a los cuatro vientos algunas señoras.

Los testigos, con pesar, nerviosismo, asombro, terror y solidaridad, se encomendaban a ayuda divina y terrenal. “¡Llamen a los bomberos!”, pidió  una joven en piyama desde su balcón.
 

Mientras los que estaban en tierra firme comían uñas, cruzaban dedos, elevaban plegarias y, claro, sacaban el celular y la ‘curiosidad periodística’ para registrar el tormentoso momento, Dáiner Polo, uno de los dos operarios de la empresa contratista que presta el servicio en las alturas, alcanzó a reaccionar y, casi inmediatamente, se puso a salvo de su cuenta, mientras que Luis Pérez, su compañero, quedó colgando de la soga con el arnés que sirve para garantizar su integridad en caso de una situación como esta.

Personas que laboran en las oficinas del décimo piso se asomaron para tratar de prestarle auxilio al obrero. Había una obvia tensión. A diferencia de Dáiner, la angustia por Luis se prolongó durante varios minutos hasta que lo subieron y aseguraron a través de una de las ventanas. Los bomberos llegaron al cabo rato del salvamento y ayudaron a desinstalar el andamio.

“Unos diez minutos duré ahí”, calculó el mismo afectado tras ser rescatado en medio de aplausos de quienes apreciaban todo desde abajo y en los edificios aledaños. “La guaya se reventó. Por antigüedad, de pronto”, explicó sin más ni menos.

Ya en la calle, sentado en una de las ambulancias que acudió a socorrer la emergencia, Luis Pérez atendió una entrevista con EL HERALDO y se mostró con una admirable y pasmosa tranquilidad, sin ninguna clase de aspaviento por lo acontecido.

La gente los vio al borde de la muerte, pero ‘Lucho’, a sus 53 años de edad, mira todo como un gaje del oficio que ejerce desde que apenas tenía 18 calendarios.

“No hay que desesperarse, en ningún momento me desesperé. Pedí apoyo a mi compañero”, dijo serio y frío, pero amable con el periodista.

Reconoce que esta situación que vive por primera vez (“gracias a Dios”) representa un volver a nacer, pero descarta de plano una carta de renuncia después de semejante susto. “¡Claro que seguiré! Este es mi trabajo”, reafirmó sin titubeos.

“Hay que tomarla como una experiencia porque ajá…”, puntualizó Luis Pérez, que solo sufrió una leve herida en su pierna derecha. Sin embargo, él y Dáiner Polo fueron remitidos a una clínica de la ciudad para practicarles un chequeo general después de protagonizar 10 minutos de drama en el décimo piso del World Trade Center.

 

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