A veces, al preparar un guiso, un asado o una carne a la plancha, el resultado no es el esperado.
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Y es que la carne puede quedar dura y difícil de masticar. Sin embargo, un sencillo truco casero puede ayudar a ablandarla incluso después de estar cocinada.
El secreto está en recocinar la carne a fuego bajo y con humedad. Basta con colocarla en una olla o sartén profunda, añadir un poco de caldo, vino o agua, tapar y dejar que se cocine lentamente durante 30 a 40 minutos.

Este proceso, conocido como cocción lenta, permite que las fibras se relajen y la carne adquiera una textura mucho “más tierna”.
Otro método práctico es rociar la carne con jugo de limón o vinagre y volver a calentarla unos minutos; la acidez ayuda a suavizar las fibras musculares, realzando además el sabor.

También puede golpearla o machacarla pero no mucho para no deshacerla. Y por último puede utilizar la olla de presión para que quede mucho más blanda.