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Las tierras productivas en Atlántico se están desaprovechando. Pese a las grandes potencialidades que posee el departamento para el sector agro, por su geografía, suelo y clima, entre otras condiciones, tan solo se utiliza una pírrica parte del territorio para la producción de alimentos.

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Cuando la seguridad alimentaria supone una de las garantías y derechos esenciales que los gobiernos deben gestionar y proveer a su población, estos panoramas resultan alarmantes por cuanto se priva el acceso a la tierra, se incrementan los costos de vida de las comunidades y se pone en riesgo el abastecimiento de alimentos.

De acuerdo con el último informe de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), Atlántico tiene un área total de 331.159 hectáreas, de las cuales 279.180 representan la frontera agrícola disponible en el departamento, es decir el 84 % del territorio. De esa cifra, se están utilizando para la producción de alimentos 10.788 hectáreas, solo un 3.8 % de su potencial agrícola.

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Las mayores áreas de frontera agrícola las tienen los municipios de Sabanalarga con 38.422 hectáreas; Repelón con 32.820 ha; Manatí con 20.961 ha, y Ponedera con 19.967 hectáreas. Eso en participación representa un 14, 12, 8 y 7 por ciento, respectivamente.

De igual manera, en el informe de la Upra, muestra que las zonificaciones de aptitud alta para las actividades agropecuarias en Atlántico son la palma de aceite (139.317 ha), la carne bovina (115.670 ha), el banano (73.891 ha), el maíz tecnificado (65.960 ha) y el pimentón (62.269 ha).

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Por otra parte, en el marco de las Evaluaciones Agropecuarias Municipales (EVAS), señala que los productos mayormente cultivados en el departamento –hasta 2022–son el maíz, yuca, mago y fríjol.

En Manatí

La situación en el municipio de Manatí es una de las más complejas en la lista de los territorios con mayor extensión de frontera agrícola, que pese a tener disponibles 20.961 hectáreas sus cifras en cultivos, producción y rendimiento son muy bajas.

Radeth Charris Guerrero, secretaria Agropecuaria de Manatí, precisó que en el municipio se tienen cultivados –según registros de 2023– maíz amarillo tradicional, ahuyama, ají y yuca.

En el caso del maíz, indicó que se tienen cultivadas unas 200 hectáreas, de las cuales se cosecharon –entre el 1 de julio a 31 de diciembre– solo 50 de ellas y con una producción de 300 toneladas. En la ahuyama fueron 2 hectáreas y una producción de 3 toneladas; el Ají se cosechó en dos hectáreas y se produjeron 10 toneladas; para la yuca se dispuso de 150 hectáreas y el rendimiento –según dijo– no fue el esperado.

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'Hemos tenido muchos problemas derivados del fenómeno de El Niño y los resultados no han sido los mejores en la productividad agrícola. Sin embargo, hemos tratado desde la Secretaría mitigar estos impactos y buscando soluciones a los inconvenientes en este sector', señaló Charris, quien agregó que de las 1.300 personas registradas en el sector agropecuario en el municipio, solo 100 se dedican a las labores de cultivos. Un 80 % realizan tareas vinculadas a la ganadería, el restante a la acuicultura y otras actividades.

Augusto Oliveros, asesor del sector agropecuario de la Alcaldía de Manatí, coincidió con Charris al afirmar que el fenómeno de El Niño ha afectado el aparato productivo del municipio, por lo que las acciones hacia el sector están orientadas a garantizar a los campesinos el acceso al agua a través de los distritos de drenaje a las diferentes parcelas y así evitar consecuencias en la pérdida de cultivos y ganados.

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'Estamos tratando de organizar el sector productivo alrededor del agua, entendiendo que el departamento es uno de los más ricos en este recurso. Tenemos en la parte oriental el río Magdalena, en el sur el Canal del Dique y en la parte occidental el Embalse El Guájaro', dijo.

Precisó que las mayores dificultades que ha tenido el sector agro en el municipio son el acceso al agua, el estado de las vías, electrificación, tecnificación de la tierra, falta de incentivos de capacitación rural y problemas en la comercialización de los productos.

En ese sentido, señaló que los esfuerzos deberían enfocarse a dar soluciones a esas problemáticas con la construcción de un sistema de riego y apoyo al campesinado. Llama a la concurrencia del gobierno departamental y nacional, teniendo en cuenta que los recursos con los que cuenta un municipio de sexta categoría, como Manatí, son muy bajos.

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Oliveros sostuvo que dentro del Plan de Desarrollo quedará incluida la creación y destinación de zonas agrícolas con áreas de riego para que los campesinos puedan producir la tierra. Es decir, se echará a andar un piloto de al menos 50 hectáreas (una hectárea por campesino) para el cultivo de maíz verde. El apoyo que sería entregado por la administración municipal sería con el sistema de riego, fertilizantes y asistencia técnica. Actualmente realizan un proceso de caracterización y revisando presupuestos para ejecutar la iniciativa que estaría costando alrededor de los $500 millones.

'Nosotros queremos ver productos de Manatí en los anaqueles de Miami, que está a tres horas en avión y a cuatro horas en barco. Compartimos esa visión de Atlántico para el mundo del gobernador Verano y vamos a trabajar en procura que hagamos parte de ella y en beneficio de nuestros campesinos', anotó.

En Repelón

Luis Beltrán Machacón, secretario de Desarrollo Económico, Agroindustrial y de Ambiente de Repelón, señaló que la sequía está golpeando fuertemente al municipio y afectando el acceso al agua.

'Nuestra principal fuente de agua es el embalse de El Guájaro y tiene una carga sedimentaria muy alta lo que hace que la capacidad del embalse para almacenar agua está muy reducida y nos afecta con los distritos de riego porque el canal de aducción está limitado. Es muy secuencial, a veces funcionan y otros días se activan por horas e impacta la capacidad de reguillo a zonas que tienen cultivos', explicó.

Actualmente Repelón tiene áreas cultivadas de ñame con 420 hectáreas; yuca con 1.800 ha; aguacate 7 ha; ahuyama con 70 ha; plátano con 350 ha; maíz con 2.200 ha; ají con 4 ha; tomate con 45 ha; berenjena 3 ha; papaya 35 ha; melón 30 ha y arroz unas 60 ha aproximadamente. Además de los proyectos que se ejecutan en el territorio de palma de aceite (1.900 ha) y limón Tahití.

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El funcionario refirió que también unas de las dificultades en el agro son el mal estado de las vías que no permiten a los campesinos sacar sus cultivos para comercializarlos. Así mismo, la transacción de los productos que muchas veces son dados a muy bajo costo.

'Estamos fortaleciendo la asociatividad de los productores del municipio en la cadena agrícola, pecuaria, piscícola y pesquera con el fin de generar proyectos que impulsen su actividad. Estamos coordinando reuniones con líderes para organizar un buen sistema de trabajo', apuntó.

Centros de producción

Indalecio Dangond, consultor para asuntos agrarios, calificó como una vergüenza la cifra de hectáreas cultivadas para la producción de alimentos que tiene actualmente el Atlántico con relación al alto potencial que posee el departamento en el sector agrícola.

'Es una vergüenza que esto esté sucediendo cuando tienen la autopista más importante del país llena de agua que es el río Magdalena. La agricultura se escribe con agua, es lo único que necesita, y toda la están dejando pasar al mar sin utilizarla ni aprovecharla tan siquiera para producir 50 mil hectáreas para resolver inicialmente la demanda de alimentos en Atlántico', dijo Dangond, quien señaló que en los últimos 30 años los gobiernos le han dado la espalda a la política de fomento agrícola del departamento.

Indicó que el Atlántico tiene las condiciones agroecológicas, climáticas y de suelo para desarrollar 100 mil hectáreas agrícolas anualmente para atender el mercado de 11 millones de costeños en la región Caribe; de 22 millones de habitantes en La Florida; 7 millones de habitantes en Panamá y para atender el mercado de otros 20 millones de personas en las Islas Caribe.

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'Los gobiernos le han dado la espalda al corredor geográfico mejor ubicado para producir alimentos que es a la orilla del margen del río Magdalena entre Soledad y Suan. Deberían conectar unas tuberías del río hacia el departamento para irrigar más de 50 mil hectáreas aptas para desarrollar cultivos de hortalizas y verduras, frutales y otros', explicó el experto.

Sostuvo que solo hace falta que dentro del Plan de Desarrollo Departamental, que es la hoja de ruta del gobernador en los próximos cuatro años, quede incluido un programa de fomento de los centro de producción y distribución de alimentos, en el cual debe fijarse un presupuesto de inversión para la infraestructura de producción, transformación y comercialización de alimentos y la inversión en bienes públicos (comunicación, internet, paneles solares, distritos de riego) que facilite o que baje los costos a los productores.

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De igual manera, que ayude a este sector a organizarse a través de la creación de centros logísticos en cada uno de los municipios objeto del proyecto, para que el producto –que se produce y consume– tenga una distancia más corta, mejor calidad y menor precio.

El impacto que tendría este tipo de iniciativas en el departamento y región Caribe va en dirección a disminuir los costos de la canasta familiar, impactando el IPC y bajando la inflación, aumentar la capacidad de empleos directos e indirectos; reducir la pobreza; reactivar la economía de los municipios y promover el relevo generacional en el sector rural.

Dangond señaló que para este proyecto se requerirían $1.5 billones en cuatro años –$375.000 millones por año– para desarrollar 50 mil hectáreas de alimentos en el departamento.

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Sostuvo que las mayores dificultades para potenciar el sector agrícola en el Atlántico parten de la falta de voluntad política, visión y planeación en una política de oferta y seguridad alimentaria para la población del departamento.

'Las estadísticas de inflación de costos de vida los campeones somos la Costa, porque nos toca pagar el costo de transportar los alimentos desde el centro del país a nuestra ciudad y hogares', argumentó.

Campesinos están teniendo dificultades en el acceso al agua

José Antonio Escorcia es un campesino que adquirió –desde 1985– un terreno en Manatí, de 12 hectáreas, inicialmente para el cultivo de sorgo y luego por las dificultades que se generaron con las cosechas tuvo que reemplazarlo por la ganadería.

'Los tiempos nos acompañaban para el cultivo, pero un tiempo después todo cambió y tuve que dedicarme a la ganadería que a veces nos va bien y otras no tanto', dijo.

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Señaló que la agricultura con buenos tiempos y buen riego es mejor que la ganadería, sin embargo esas condiciones actualmente no se están dando porque hay dificultad para el acceso al agua, no existe la infraestructura que pueda transportarla y garantizar tener una buena cosecha. Por ende solo ha dejado pérdidas, según afirmó.

Además conminó a los gobiernos apuntarle al mejoramiento de las vías terciarias para poder sacar los productos y lograr comercializarlos.

Fernando Zamora es otro campesino de Manatí que expresó su preocupación sobre la actual situación del agro. En su finca, en donde cosecha mango, yuca, tomate, ají, guineo y plátano, presenta la misma dificultad del agua.

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Señaló que no cuentan con los recursos necesarios para tener el sistema de riego a punto para las labores que requieren.

'Se nos está perdiendo el tomate, nosotros hicimos un préstamo para cultivarlo y en vista que las condiciones han sido malas y no tenemos los insumos para sostenerlo vamos perdiendo ya casi $5 millones. La plaga se ha extendido y los canales de riego están en mal estado, que en tiempos de verano se seca y en invierno nos inunda la cosecha', contó.