Vilma Inés Ayala Urzola, o La Turca, como popularmente es conocida en su natal municipio de Toluviejo, en Sucre, le reiteró este viernes 6 de septiembre a los magistrados de la Sala de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que no perdona al Ejército ni a nadie por haberle asesinado a su hijo Jhon Jairo Colón Ayala.
Su pronunciamiento, lleno de dolor, impotencia y muchas lágrimas se produjo en el marco de la audiencia de Observaciones de Víctimas de Sucre, Córdoba y Bolívar del Caso 03 que hace alusión a los falsos positivos o ejecuciones extrajudiciales, y que se efectuó en el auditorio de una universidad en la ciudad de Sincelejo.
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“Yo no perdono a nadie. Ni al Ejército, ni a Borja, ni a Róbinson, ni ninguno, y lo que hicieron con nosotros tienen que pagarlo peor porque eso no se hace con un hijo ajeno, no se le quita la vida. Me destruyeron todo”, anotó la mujer en medio de su relato con voz fuerte por espacio de 10 minutos en los que narró paso a paso los últimos minutos de su hijo en la casa.
Describió cómo ese hecho le cambió la vida a toda la familia hace 17 años y de paso le causó graves quebrantos de salud a su esposo y padre de su hijo, a quien en la actualidad le realizan diálisis.

Contó La Turca que el 12 de julio de 2007 ella estaba trabajando y cuando regresó a las 2:45 de la tarde a la casa preguntó por su hijo John y le dijeron que había salido para allá arriba con un overol y una camiseta roja con vivos negros, y desde entonces ella y sus demás familiares lo esperaron hasta cuando supo, casi dos meses después, que lo habían asesinado y estaba sepultado en un cementerio en Córdoba. Supo que el Ejército, concretamente la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre (FTCS) se lo había asesinado por guerrillero en la finca Panamá.
Llamó la atención en medio del auditorio que Vilma Inés, cuando creyeron que había terminado su relato, bajó hasta el lugar donde estaba sentada y empezó a sacar de una bolsa de colores las últimas prendas de vestir que tenía su hijo esa mañana del 12 de julio de 2007 y hasta las chancletas, así como un casco con el que él trabajaba, y cuyos dineros cada sábado se los entregaba a su madre para que los distribuyera entre ella, su padre, una hermana que estaba embaraza y el resto se lo guardaba para comprar una motocicleta.





















