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En los andenes de los almacenes de la zona céntrica de Sincelejo y en los que rodean las terminales de transporte intermunicipales e interdepartamentales de la Avenida Ocala, en la capital sucreña, siguen pasando sus días con sus noches los habitantes de calle en plena cuarentena.

Los cartones que cargan debajo de las axilas y que cuidan con recelo, son la única protección con la que cuentan, pero para descansar, pues sobre estos que ellos tiran en el piso es que duermen sin importar los riesgos a los que se exponen.

Desde antes del 25 de marzo cuando se inició el aislamiento preventivo obligatorio algunos de ellos como Dalmiro José Álvarez le habían expresado a EL HERALDO en medio de una noche solitaria de toque de queda en el Centro de Sincelejo, al pie de la Catedral, el temor que tenía por el virus y en su momento pidió a las autoridades tenerlos en cuenta en las medidas que iban a adoptar. No querían estar expuestos a 'esta enfermedad que parece querer exterminar la raza humana', dijo el hombre que desde hace 10 años vive en la calle.

Hace dos semanas y como si hubiese escuchado esa voz, las autoridades en un Puesto de Mando Unificado presidido virtualmente por el gobernador Héctor Espinosa Oliver anunciaron la puesta en marcha de albergues para esta población y ello no se ha cumplido. La única atención que han tenido es la alimentaria que ha corrido por cuenta de ciudadanos del común y de la Policía Nacional.