La champeta, ese lenguaje rítmico trepidante surgido en el corazón del Caribe colombiano, ha dado un paso histórico rumbo a su reivindicación como manifestación cultural.
El Consejo Nacional de Patrimonio entregó concepto favorable para que sea incluida en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, un reconocimiento que abarca no solo la música y el baile, sino también 11 expresiones que configuran su universo cultural, entre estos el picó.
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La decisión respalda un proceso colectivo que se inició en 2023, articulado por portadores, artistas, artesanos, investigadores, lideresas y gestores de ciudades como Cartagena, Barranquilla y territorios palenqueros, quienes durante más de dos años debatieron sobre la necesidad de comprender la champeta como un ecosistema de saberes, estéticas, jergas y prácticas sociales que resisten el olvido y la discriminación.
La ruta técnica para blindar esa permanencia quedó consignada en el Plan Especial de Salvaguardia (PES), un documento de acción que fue presentado por la Fundación Roztro de Cartagena.

Uno de los grandes defensores de esta propuesta es Viviano Torres, cantante y gestor cultural palenquero, conocido artísticamente como Ane Swing, quien calificó el concepto de favorabilidad como la culminación de una batalla contra décadas de prejuicios. “Llevo casi cuatro décadas en esto. Después de tanta discriminación y prohibiciones, entendí que debíamos meterle historia y academia a nuestro movimiento, porque la música es la que visibiliza el sentir de un pueblo que tiene su jerga, su danza, su artesanía, pero que nunca se había analizado a profundidad. Gracias a esto ahora la champeta no es solo música, sino también patrimonio nacional”, afirmó en su diálogo con EL HERALDO el intérprete de La vuelta.
A la defensa del picó
Entre las 11 expresiones planteadas en el PES aparece el picó, la emisora ambulante que se convirtió en el medio natural para difundir las producciones champeteras.
En ese sentido Ralphy Polo, locutor e investigador de la cultura picotera, insiste en que lo que ha sido aprobado como patrimonio no es el género musical únicamente, es la cultura champetera en cuatro ejes: música, danza, lenguaje y creación. En este último eslabón se destaca la labor de los artistas de la gráfica picotera y obviamente al picó. “Mucha gente cree que declararon la música champeta como patrimonio, pero ahí está el error. Es toda esta integralidad cultural, por ejemplo aparecen los universos musicales y comunitarios, y ahí está la cultura picotera. Lo que hace el maestro William Gutiérrez con la pintura del picó es patrimonio. El de Urabá, el de Riohacha, el de Barranquilla, todos ya son patrimonio nacional”, expresó emocionado el hombre de radio conocido como El Caribeño Mayor.
“Esta cultura ha servido como vitrina para artesanos caribeños que replican la estética de la champeta en productos culturales que viajan por el mundo”, agregó Polo, otro de los impulsores de esta iniciativa.
Por un futuro musical
Pero el júbilo no se queda en el aplauso. Para el cantante Charles King, reconocido también como portador clave de la manifestación, el reto empieza ahora: “Esto significa una bandera para las nuevas generaciones de artistas. Les da la potestad de representar un género que ya tendrá respeto no solo regional, sino nacional. Es la prueba de que nuestra lucha no fue en vano”.

La declaratoria, que será expedida por el Ministerio de las Culturas, abrirá además una obligación institucional: la implementación del PES. En ese plan se consignaron acciones concretas como la creación o fortalecimiento de espacios de memoria (entre ellos el Museo Colonial de Cartagena), el impulso a emisoras comunitarias, territorios de práctica y la enseñanza académica de la champeta en universidades y escuelas barriales.
A su turno, el cantante Elio Boom, oriundo de Turbo, Antioquía, territorio también champetero, recordó lo difícil que ha sido este proceso: “Al principio sufrimos una discriminación inmensa, nos trataban de desechables, que esa música no servía, que era para bandidos, pero comenzamos a hacer un trabajo de calidad con mensajes positivos que nos permitieron abrirnos paso en distintos estratos sociales y poder ser vistos ahora como patrimonio de la nación”.
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Ahora la champeta se baila, pero también se piensa, y por primera vez la Nación la abraza.





















