Desde el miércoles 14 hasta el domingo 18, la ciudad y el país escucharon las poderosas trompetas, el ritmo frenético del piano y el golpe de la batería que resonaron durante el sagrado ritual musical que convocó a miles de residentes de la ciudad a gozar de la edición 26 de Barranquijazz Festival.
Durante los cinco días, el primero de ellos virtual y cuatro con agenda presencial, la ciudad se llenó de música continua, de encuentros, de risas, de baile, de goce estético y arrobamiento colectivo.
El gigantesco nivel musical de las bandas, agrupaciones, ensambles y distintas propuestas que integraron la nómina de lujo, así como la admiración del público, fueron, entre otras, las principales características que tuvo este año el festival musical.
Más de cinco mil personas acudieron al llamado de los tambores y las trompetas de manera presencial tras dos años de ausencia a causa de la pandemia de la covid-19, lo que permitió el encuentro para que los amantes de este género musical disfrutaran de las memorables galas nocturnas, conversatorios, foros y demás eventos musicales.
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Momentos inolvidables
La inauguración de este evento estuvo marcada por la presencia internacional. El auditorio Luis Guillermo Henao, de La Fábrica de Cultura, fue testigo de la presentación de la Tierney Sutton Band, que deleitó a los asistentes con su ritmo cambiante.
Así como de los cubanos Mayquel González, Julito Padrón y Basilio Márquez, quienes con el trío Cumbre de Trompetas hicieron gozar a los asistentes con la improvisación característica de este género.
Julito Padrón, en conversación con EL HERALDO, apuntó que asistir a Barranquijazz 'es un disfrute tremendo, algo deseado, porque vengo a este festival desde la edición del año 1999'.
Asimismo aseguró que se siente como en casa cuando viene a Barranquilla. 'Yo siento que en otra vida yo vivía aquí'. Por último, destacó la chispa que tuvieron los trompetistas en su presentación, que hizo emocionar a propios y visitantes.
El salón Jumbo del Country Club fue testigo de primera mano de un milagro musical, que exaltó, conmovió e hizo rabiar de entusiasmo al público, con piezas inolvidables que aludieron a Mozart y a la música popular del Caribe.
Chucho Valdés y Paquito D’ Rivera celebraron un reencuentro inolvidable entre las tonadas dulces y alegres de un clarinete, de un saxo y un piano que extrañaban fundirse en una sola melodía.
De igual manera, Buena Vista Social Club, comandado por el maestro Barbarito Torres, laudista responsable de llevar el instrumento a otro nivel, fue el comandante de este club lleno de estrellas invitadas, como el ‘Rey del Repentismo’ Cándido Fabré, y Valentín el Valiente.
Por otro lado, la gran Teté Cartula, quien a sus 84 años es la energía misma encarnada, y dueña de un carisma arrasador, logró levantar de un golpe a más de 800 personas que la aplaudieron a rabiar.
Hablar de jazz
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Para esta edición del festival de música, la agenda no solo fue de conciertos sino que lograron llevar la música a la academia con conversatorios.
Chucho Valdés y Paquito D' Rivera conversaron con el poeta barranquillero Miguel Iriarte sobre el reencuentro que tuvieron en La Arenosa y la creación de Irakere, su exitosa banda.
Asimismo, Buena Vista Social Club tuvo su propio espacio en el que los integrantes de la agrupación conversaron acerca de sus experiencias a lo largo de los años.
A la calle bajo techo
Las condiciones climáticas impidieron el concierto preparado para el sábado en el espacio público y a cielo abierto en el Parque Sagrado Corazón, y Barranquijazz se fue con sus bandas y su música a la Fábrica de Cultura.
Este escenario acogió al festival y a las distintas expresiones del jazz. Uninorte Dixieland Jazz Band, Pinó Moré y Beatriz All Star lograron conquistar el corazón de una audiencia exigente, que ha educado su oído durante estos 26 años consecutivos del festival.
Laura Argudín, empoderada desde el piano, cautivó con el sonido ecléctico de su banda a una audiencia que agradeció ese viaje sonoro plagado de sorpresas. Asimismo Pinó Moré encantó con su sonoridad autóctona, con esa textura ancestral traída desde el corazón del territorio, pero tamizada con los sonidos contemporáneos, un interesante recorrido exploratorio por el folclor, conectado con lo mejor del jazz y otras sonoridades.
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Cierre con broche de oro
Tres bandas fueron las encargadas de dar los últimos acordes en la Fábrica de Cultura, los responsables de culminar con altura estos cinco días de descargas, de emociones, de pianos, de voces portentosas, de versos repentinos y juguetones, de baterías raudas y precisas, de pitos enérgicos y nostálgicos.
Los franceses de EYM Trío enfrentaron el desafío de un concierto más en tierras lejanas. Asimismo estuvo OR Band, los flamantes ganadores de la convocatoria local de talentos de Barranquijazz 2022. Finalmente, Estrellas del Caribe puso a gozar a la audiencia con la sabrosura de esa especie de soukous criollo, con el que llevan décadas desatando los espíritus tutelares del baile y la gozadera.





















