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El vicepresidente Angelino Garzón se ha convertido, poco a poco y como quien no quiere la cosa, en un protagonista de primer nivel en el gobierno de Juan Manuel Santos.

No pasa un día sin que su figura campechana aparezca en los medios de comunicación hablando de diversos temas, desde la suerte del TLC en los Estados Unidos hasta los efectos que tendría un incremento salarial por debajo de las expectativas de los trabajadores, pasando, como acaba de suceder, por el desmonte de un ‘mico’ en el Plan Nacional de Desarrollo, que ampliaba la edad de jubilación de hombres y mujeres.

Tampoco hay que dejar pasar su evidente influencia en la política del Valle del Cauca, donde su voz o sus guiños son seguidos con atención. Angelino se ha convertido en el hombre de las galletas del actual gobierno, y todo hace pensar que su papel será protagónico y no de reparto en el mandato de Santos.

La aparición de Angelino, asumiendo una postura contraria a la de los ministros, como ocurrió con el de Protección Social en el caso del incremento del salario mínimo, y de Hacienda en lo referente a la edad de pensión, se ha prestado para todo tipo de interpretaciones.

Un amigo muy cercano al Gobierno, a quien le consulté recientemente sobre el papel de Angelino en el Ejecutivo, me comentó que no había que llamarse a engaños y que el presidente Santos es el primero en darle todo el juego a su Vicepresidente, “pues es la cara amable de los asuntos sociales del Gobierno”. “Todo está inventado –me dijo con plena certeza–, mientras los ministros hacen de villanos, Angelino hace de héroe y el único que gana es Santos”.

Hay quienes tienen otra versión de los hechos. Analistas y conocedores de la letra menuda de la política nacional sostienen que Angelino tiene agenda propia y que ella no es necesariamente la misma del Gobierno. Algunos de ellos afirman que, pese al poco tiempo que lleva el actual gobierno, Angelino le estaría apostando a la estructuración de sus propios cuadros políticos y al fortalecimiento de su imagen de estadista con miras a una supuesta candidatura suya en el 2014 o en el 2018.

¿Cuál es el futuro político de Angelino Garzón? ¿Cómo se explica su distanciamiento y hasta oposición a algunas medidas del gobierno del que hace parte? ¿Tiene el Vicepresidente su propia agenda con miras a consolidar su propio proyecto político?

Angelino y el salario mínimo

El más notorio de los supuestos pugilatos de Angelino, y su más sonada victoria, sería la de haber logrado que se revocara el incremento del salario mínimo para aumentarlo más allá de lo que el Gobierno ya había decidido por decreto, con la anuencia de todos los gremios patronales del país. La verdad histórica es otra.

Lo que en realidad ocurrió fue que al Gobierno el incremento le quedó por debajo del índice de inflación y por tanto manifiestamente inconstitucional, conforme a la jurisprudencia de la Corte.

Por obligación, el Gobierno tenía que ‘incrementar el incremento’ hasta llevarlo al nivel que establece la Constitución, de modo que Angelino no tuvo que dar ninguna batalla dentro del Gobierno, ni llevarle la contraria a nadie, pues la contradicción no estaba entre él y Gobierno sino entre el decreto y la Constitución.

Angelino no ha negado ser el autor del incremento, pues por su origen sindicalista le conviene aparecer como defensor a ultranza de los ingresos de los trabajadores, aunque no lo sea, necesariamente, del trabajo.

Angelino y los vicepresidentes

La verdad monda y lironda es que la Constitución de 1991 no le asignó funciones al Vicepresidente de la República. Y así debe ser, porque su ingrata función no es otra que la de preguntar todas las mañanas por la salud del Presidente y esperar su falta absoluta para poderlo reemplazar.

Por cuenta de ello, hemos visto que cada Vicepresidente se ha inventado sus propias funciones de acuerdo a su perfil profesional. Humberto De la Calle, abogado y santanderista, terminó enemistado con Ernesto Samper por cuenta del tristemente célebre Proceso 8.000.

Gustavo Bell fue el gran abanderado de la defensa y promoción de los Derechos Humanos durante el gobierno de Andrés Pastrana, mientras que Francisco Santos se encargó de la lucha contra la corrupción y la imagen internacional en los ocho años de mandato de Álvaro Uribe.

Angelino Garzón responde al mismo perfil. Como viene del sindicalismo y siempre ha hecho política en el Valle del Cauca, esos son temas en los que navega con propiedad y cada vez que tenga la oportunidad se hará sentir en cada uno de ellos. Por esa razón a veces se comporta como amigable componedor –como ocurrió con el paro de los trabajadores del Cerrejón o en el paro de los camioneros– o como líder político, como ocurre con la Gobernación del Valle del Cauca.

Angelino y la edad de pensión

El reciente anuncio de una norma en el Plan de Desarrollo para aumentar la edad de las pensiones a 65 años, e igualarla para mujeres y hombres, desató un aparente enfrentamiento entre el Vicepresidente, que se opuso a la medida, y el Ministro de Hacienda, que fue su promotor. La voluntad del ministro Juan Carlos Echeverry corresponde a una realidad mundial, originada en el aumento de la expectativa de vida de la población.

Hoy es más común encontrar personas de 90 años o más, en alto número y perfectamente saludables, de modo que resulta necesario que a mayor expectativa de vida se eleve la edad de la pensión, pues es la única forma de equilibrar las finanzas. Hay otros factores de desequilibrio, como la alta tasa de desempleo que reduce el número de aportantes frescos, cargando así el sistema hacia los ahorros, que siempre resultan insuficientes.

Ante esta realidad financiera y demográfica, el discurso de Angelino resulta populista, pues lo único que reivindica es la inmediatez de la supuesta injusticia de la medida, sin estudiar los factores económicos y menos aún el limitado impacto de las pensiones en un país como Colombia, donde el número de pensiones es absolutamente mínimo con respecto al universo de trabajadores informales o sin seguridad social.

Angelino y su futuro político

Es evidente que el protagonismo de Angelino lo ubica en los primeros lugares del partidor de los posibles candidatos presidenciales en 2014 o 2018. El exministro de Trabajo tiene hinchada propia en los llamados sectores sociales del país, que lo sienten como uno de los suyos, así como en sectores influyentes del sindicalismo nacional, que siempre lo han respaldado, aunque hay otros que lo ven como una especie de traidor a la causa sindical.

La gran incógnita sigue siendo su relación y aceptación por parte de la clase empresarial del país, que lo mira con recelo, precisamente por su pasado como dirigente sindical. El episodio más reciente que muestra ese rechazo ocurrió en la pasada campaña presidencial cuando el expresidente de la Andi Fabio Echeverri Correa, uribista triple A, anunció que no votaría por Santos por haber elegido como fórmula vicepresidencial a Angelino.

El futuro político de Angelino dependerá entonces de qué tanto lo acepte la clase dirigente nacional y qué tanto lo perdonen sus antiguos compañeros de lucha sindical. De lo que no hay duda es que su nombre deberá ser tenido en cuenta por quienes aspiren a suceder a Juan Manuel Santos.

Por Óscar Montes

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