La Guajira es una gran despensa de recursos naturales aprovechables que provienen de su tierra, el sol, el viento y también de sus pastos marinos, como se ha descubierto recientemente.
En este territorio se explota el carbón, el gas, la sal, el petróleo y otros minerales que han generado épocas de bonanza, las cuales muy poco se han evidenciado en el bienestar colectivo de su población.
El turno ahora es para el carbono azul, el cual, a través de un estudio reciente, se encontró que es capturado en grandes cantidades por los pastos marinos guajiros, un hecho relevante en la mitigación del cambio climático.
Lo anterior es clave para el cuidado del medioambiente ya que estos ecosistemas retiran de manera continua el CO2 de la atmósfera.
La investigación fue realizada a través de la estrategia ‘Manglares, pastos marinos y comunidades locales’, una acción articulada entre la Unión Europea, Fundación Natura, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, Invemar, la Corporación Autónoma Regional de La Guajira, Corpoguajira, entre otras organizaciones, orientadas a promover la conservación de la biodiversidad en estos ecosistemas.
Para La Guajira, según Diana Isabel Gómez, investigadora experta en pastos marinos del Invemar, esto es realmente importante porque ambientalmente ahora el departamento tiene la atención nacional e internacional en su potencial natural de carbono azul, representado en el aumento de posibilidades de investigación, innovación y tecnología, además de capacitación del personal en su jurisdicción (a nivel académico y de gestión).
'Se requiere ahora de la puesta en marcha de una planificación territorial marina a todo nivel acorde con los objetivos de conservación y sustentabilidad de las comunidades locales a largo plazo', aseguró la funcionaria.
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Ella explica el procedimiento que se llevó a cabo para determinar esta gran riqueza en los pastos marinos de La Guajira y dice que se partió de la experiencia adquirida anteriormente con los manglares.
Precisó que inicialmente se pensó en transferir el conocimiento y lecciones aprendidas a otras áreas del Caribe con potencial de carbono azul. Se comenzó inicialmente a través del supuesto de que si otras especies de pastos marinos en áreas templadas (por ej, la planta endémica del mediterráneo Posidonia oceánica) tenían una gran capacidad como sumideros de carbono, en el trópico con la especie de pasto tortuga, por ser la especie formadora de praderas más común, también había probabilidad de que fueran un sumidero de carbono plausible.
'También se concluyó que la Guajira, por poseer las áreas de pastos marinos más extensas en el país (más del 85 % del ecosistema está en el departamento) sobre una amplia plataforma continental, con hábitats de arena fina y cascajo compuesto de restos de organismos (conchas, corales y macroalgas calcáreas), condiciones calmas del océano y áreas de alta productividad biológica por la surgencia marina, podría ser una gran despensa de este carbono', añadió.
Para comprobar el papel de esta especie de pasto marino en el secuestro de carbono se requirió utilizar las técnicas usadas hasta el momento por los expertos internacionales de la Iniciativa Carbono Azul (The Blue Carbon Iniciative - CI, UICN, COI-Unesco) y la asesoría de los expertos internacionales en el tema, como la doctora Nuria Marbá, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de España, y del doctor Óscar Serrano Gras, de la Universidad Edith Cowan del Occidente Australiano.
'Junto con el equipo de trabajo del Invemar se llevaron a cabo los estudios minuciosos sobre el tema para llegar a este resultado tan concluyente sobre los pastos marinos de La Guajira', señaló.
Un chance para mitigar el cambio climático
Cuando se dio a conocer el hallazgo, las autoridades ambientales resaltaron que la alta representatividad de carbono azul en varias praderas de pastos marinos de la zona norte del departamento, especialmente en las bahías Hondita y Portete, proporcionan las bases para generar proyectos de conservación que contribuyan a disminuir las emisiones de gases efecto invernadero.
La investigadora de Invemar, Diana Isabel Gómez, afirma que esta es, sin lugar a duda, una de las oportunidades naturales que existen para mitigar el cambio climático a través de acciones de conservación de los ecosistemas de manglar y pastos marinos.
'Sin embargo, esto solo se logra a través de la planificación, concientización y ordenamiento de todas las actividades en el territorio que se hacen en la jurisdicción marino costera, ya que estas afectan otros procesos no solo locales, sino de índole mundial (como el cambio climático). Por lo anterior, el problema del cambio climático hay que tomarlo desde una perspectiva como individuos y como país', añadió.
Dice que, además, a nivel internacional el Acuerdo de París (2016) conmina a conservar y aumentar los sumideros y depósitos de gases efecto invernadero, incluyendo los bosques, por lo que se abrió una oportunidad de oro para demostrar todo el potencial que los ecosistemas marinos (manglares y pastos marinos) pueden ofrecerle al país para aportar a las metas de la
Contribución Determinada a Nivel Nacional - NDC que se propuso a cumplir en el periodo 2020- 2030 y que está articulado con la Estrategia de Largo Plazo E2050, y los demás compromisos de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS.
Es un tema relativamente nuevo
Según la investigadora de Invemar, el tema de carbono azul es relativamente reciente y más en el continente americano en el que solo se contaban con muy pocos estudios de Canadá, Estados Unidos y México al respecto, y especialmente para manglares.
'Con este vacío de información en el resto del continente y con los estudios en pastos marinos que el Invemar había iniciado desde el 2013 para monitorear su estado, se presenta la oportunidad a través de la acción 'Manglares, Pastos Marinos y Comunidades Locales: Desarrollo e Intercambio de Experiencias de la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus servicios en la región Caribe – MAPCO' en el 2017, de ahondar en el papel de este ecosistema (Thalassia testudinum) en la mitigación del cambio climático (secuestro de carbono atmosférico)', explicó.
El director de Corpoguajira, Samuel Lanao Robles, indicó que, además, el proyecto fue clave para lograr la declaratoria del distrito regional de manejo integrado Sawairu, el área de pastos marinos más grande del país declarada en conservación.
Su ubicación se extiende a jurisdicciones de los municipios de Manaure y Uribia y, según el documento de declaratoria, cuenta con presencia principalmente del ecosistema de pastos marinos como proveedor de servicios ecosistémicos, entre los que se encuentran la captura de carbono, hábitat y zona de alimentación para especies de peces comerciales, estabilizador de sedimentos, y servicios culturales.
Por su parte, Anny Zamora, jefe de cambio global de Invemar, explicó que 'a través de esta experiencia articulada consolidamos un gran aprendizaje y bases técnicas importantes que se constituyen en un insumo clave para seguir gestionando la conservación de los pastos marinos y las áreas marinas protegidas'.
Según Invemar, los servicios ecosistémicos de los pastos marinos están valorados en USD199 /ha/año (Costanza et al., 1997), por lo que se espera que por la potenciación que los pastos marinos les otorgan a los otros ecosistemas adyacentes a este (sinergia de productividad, áreas de paso de organismos entre manglares, corales, fondos blandos y el secuestro de carbono), implica que los cuidados y el manejo de este deben realizarse tanto particularmente como desde una óptica conjunta, ya que las afectaciones de uno claramente afectan a los demás de manera directa e indirecta.
'En pocas palabras, entre menos afectaciones que produzcan pérdida de áreas de pastos marinos provoquemos con las actividades costeras y tengamos más posibilidad de estudiar a fondo el ecosistema, especialmente en temas biológicos para mejorar las medidas de restauración, se incrementará la sostenibilidad del ecosistema y se disminuirá la pérdida histórica que a la fecha ha sido establecida en un 7 % anual', explicó la investigadora Diana Isabel Gómez.
Ella señala que, por ser un ecosistema cuyo hábitat son los litorales someros costeros, las afectaciones de origen antrópico que se le pueden infringir son constantes, ya que prácticamente todas las actividades náuticas, tránsito de embarcaciones, pisoteo, construcción de muelles, puertos, dragados, maricultura, malas prácticas de pesca y los desechos líquidos (eutrofización) y sólidos al mar producen no solo en las plantas en sí, como en los organismos asociados, la degradación del ecosistema y por ende de sus servicios ecosistémicos.
'La acción prioritaria es mitigar todas las presiones que actualmente tiene el ecosistema particularmente por localidad, para esto se deberá trabajar sinérgicamente entre todos los sectores, autoridades ambientales y comunidades locales, para lograr alcanzar las metas de disminución de tensores y mejorar la calidad ambiental de las zonas costeras del Caribe colombiano, lo que redundará en beneficios para todas las partes', anotó.




















