El Heraldo
Soraya Corzo durante la velación de su esposo, el exsenador Gabriel Acosta Bendeck, en agosto pasado. Josefina Villarreal y archivo El Heraldo
Judicial

La viuda de Acosta “tenía ambiciones desmedidas", dice denuncia

EL HERALDO conoció documento en que Alberto e Ivonne exponen a la Fiscalía sus motivos para considerar que su padre murió por causa violenta.

La hipótesis de que el exsenador y fundador de la Universidad Metropolitana, Gabriel Acosta Bendeck, no murió por una causa natural la manejan sus hijos Alberto Enrique Acosta Pérez e Ivonne Acosta Acero, al parecer, desde el mismo día del fallecimiento.

El presunto homicidio al que se refieren los hermanos fue denunciado formalmente en la Fiscalía en diciembre de 2014. Por ello el ente investigador ordenó la exhumación, que se cumplió el viernes pasado en el cementerio Jardines de la Eternidad, donde estaba sepultado, como lo reveló EL HERALDO en su edición de ayer.

Acosta, de 84 años, falleció en agosto del año pasado al parecer tras un accidente doméstico en su residencia en la carrera 59 con calle 91.

En la denuncia, que ya está en proceso de indagación preliminar, los hijos de Acosta Bendeck manifiestan que tienen “motivos fundados para considerar que nuestro padre no murió de muerte natural, sino violenta”.

Argumentan que en la historia clínica (la número 112067 de la Clínica Altos de San Vicente), “no hay certeza absoluta de su muerte (…) hay un diagnóstico de trauma craneoencefálico que no es claro, y de unas lesiones en miembros superiores”.

Según este análisis que hacen los hermanos Acosta, las lesiones en miembros superiores de que habla la historia clínica les hace inferir que su padre asumió una postura de defensa ante un posible ataque, es decir, que el exdirigente conservador fue objeto de golpes. El día de su muerte Acosta Bendeck se encontraba en compañía de su esposa Soraya Corzo Pinto.

Las Dudas.

De acuerdo con lo que manifiesta en la denuncia Alberto Enrique Acosta Pérez, entre los elementos que le generan dudas acerca de la causa real de la muerte de su padre están las dos versiones que afirma le entregó Corzo sobre lo que pasó en el hogar de la pareja previo al deceso del exsenador.

“La primera versión me la proporcionó en la sala de urgencia de la clínica. Afirmó que estaban en el cuarto de la casa, ella tomándose un trago de whisky y él una cerveza, y que habían pedido comida a un restaurante árabe”.

También añade sobre lo que había dicho Corzo: “Que la comida llegó, se la sirvieron en el comedor y salieron del dormitorio para la sala. Ella iba adelante y él atrás. Entonces, dice ella, mira hacia atrás y ve que mi padre se desploma (...) Trató de sostenerlo, pero no pudo, debido al peso de él, y se golpea con el escalón en la entrada de la sala. Ella gritó llamando al vigilante y entre los dos le dan los primeros auxilios”. Según este mismo relato, Corzo llama inmediatamente a William Sánchez Rincones, médico tratante de Acosta Bendeck, y ambos lo trasladaron en ambulancia a la clínica Altos de San Vicente.

Alberto Acosta Pérez sigue relatando en el documento que una segunda versión de lo que pasó con su padre se la dio la misma Soraya Corzo el 15 de septiembre en la gerencia del Hospital Metropolitano.

“La señora me cambió la versión, afirmó esta vez que ellos estaban en la alcoba, iban a salir al comedor, mi papá se tropieza y se golpea con el marco de la puerta de la alcoba y queda inconsciente; que ella llama al vigilante y le ayuda a dar los primeros auxilios”, dice la denuncia. Según el hijo de Acosta, la esposa de su padre manifestó inicialmente que este se desplomó y se golpeó la frente con la escalera; y luego, que el golpe fue con el marco de la puerta.

LAS  HERIDAS.

El exsenador sufrió una herida de ocho centímetros en el lado izquierdo de la frente. Igualmente, agrega la denuncia, tenía laceraciones en el lado izquierdo de la nariz y en ambos antebrazos, con sangrado incluido.

En la historia clínica se describió médicamente que el paciente tenía “herida avulsiva”, es decir que tenía “rasgado y separado el tejido”. En este tipo de lesiones el sangrado es abundante.

Los denunciantes agregan que los médicos de la familia dieron un diagnóstico de que la herida de Acosta Bendeck fue “cortopunzante y lacerada”. También aluden a que en la historia clínica se describió que el exsenador presentaba “laceraciones en miembros superiores (brazos) por desfacelaciones en la piel (caída del tejido)”.

“La persona que estaba con mi padre (…) tiene que explicar este tipo de desgarro y heridas profundas que presentaba tanto en la región frontal como en sus brazos. Pues todo apuntaría a que fue víctima de un ataque, y en defensa alzó los brazos para cubrirse el rostro, lo que produjo esas desfacelaciones que se describen en la historia clínica, y que yo, Alberto Acosta, vi con mis propios ojos cuando me acerqué al cadáver”, concluye el hijo de Gabriel Acosta Bendeck en el texto de la denuncia ante la Fiscalía.

Esta historia para determinar si el exsenador magdalenense fue asesinado apenas comienza, y tiene características un tanto similares a la protagonizada por Silvia Gette con su esposo, el fallecido Mario Ceballos, fundador y ex rector de la Universidad Autónoma del Caribe, toda vez que en la denuncia también se lee: “Las ambiciones de la señora Soraya Corzo eran desmedidas, pretendió ser rectora de la Universidad Metropolitana, pero nuestro padre se opuso a ello”.

Afirman, además, que registró en la Cámara de Comercio la supuesta copia de un acta que no existió, sobre una asamblea de la Fundación Acosta Bendeck en la que señalaba que la nombraban como su secretaria y quien asumiría la representación legal en caso de morir su fundador. Según ellos, “quiso hacer ver” que correspondía a lo acontecido en la asamblea de socios, “lo que no es cierto”.

EL HERALDO ha intentado contactar a Corzo para conocer su posición sobre la denuncia y la exhumación de su esposo, pero no ha sido posible ubicarla.

 

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