
¿Cómo es morir por intoxicación con monóxido de carbono?
Máximo Duque, exdirector del Instituto de Medicina Legal, explicó a EL HERALDO que se trata de una muerte muy rápida que no produce angustia.
Primero empiezan a sentir somnolencia. Luego pierden la consciencia. Y, al final, entran en coma por insuficiencia respiratoria. Así es el fallecimiento por intoxicación de monóxido de carbono, que se conoce popularmente como la ‘muerte dulce’ y la principal hipótesis de los investigadores sobre el deceso de dos personas el pasado martes en el interior de un motel, ubicado en el Centro de Barranquilla.
Máximo Duque Piedrahíta, médico especializado en ciencias forenses y exdirector del Instituto de Medicina Legal, explicó a EL HERALDO que el fallecimiento por intoxicación de monóxido de carbono es una muerte muy rápida que no produce angustia.
“La persona, a medida que va inhalando el gas, siente una especie de somnolencia hasta que pierde la consciencia, por lo que en ningún momento tiene sensación de que va a morir”, contó Duque Piedrahíta a este medio.
Asimismo agregó que en la mayoría de los casos las víctimas no se percatan de lo que está ocurriendo, y en el supuesto de que se den, la inhalación les provoca una parálisis en las piernas que les impide salir corriendo para buscar ayuda.
La muerte de una mujer y un hombre en el interior del garaje de la habitación de un motel, ubicado en la calle 42 entre carreras 44 y 45, da indicios de ser la misma que sufren quienes son víctimas de la inhalación de monóxido de carbono, el que presumiblemente desprendía la combustión de la gasolina del carro en el que fueron hallados sus cuerpos.
El vehículo se encontraba encendido y según testigos no se escucharon detonaciones de arma de fuego y mucho menos gritos de auxilio. En el lugar fue hallado además un gato muerto.

Una empleada del lugar, quien se percató que dentro del garaje de una de las habitaciones estaba un carro encendido, pensó que sus ocupantes querían salir y por eso abrió la puerta. Al entrar al lugar vio a los fallecidos y de inmediato avisó a los demás empleados y a la Policía.
El exdirector del Instituto de Medicina Legal señaló además que si la cantidad de monóxido inhalada por una persona es muy alta, la muerte se produce en un lapso de entre 5 y 10 minutos.
“Lo más indicativo de la hipótesis de muerte por la inhalación de monóxido de carbono es la escena; por ejemplo resalta el hecho de que los cadáveres no presentan ninguna lesión externa, y que hayan sido encontrados en un sitio cerrado con una emisión de combustible. No obstante, en lo que respecta al cadáver un estudio toxicológico es el que determina la verdadera causa del fallecimiento”, precisó el especialista en ciencias forenses.
El monóxido de carbono es muy peligroso porque se trata de un gas que sólo se puede detectar por medio de sensores, puesto que es incoloro, inodoro, insípido, irritante y, por ello, sumamente traicionero porque puede causar la muerte cuando se respira en niveles elevados.
Sus síntomas se manifiestan de inmediato o gradualmente tras una exposición prolongada: mareo, falta de aliento, dolor de cabeza, confusión, náuseas y desvanecimiento. Una vez que penetra en los pulmones, causa un adormecimiento paulatino y parálisis de los músculos y tras ese estado de sopor llega la pérdida de sentido y un paro cardiaca.
El monóxido de carbono se produce en la combustión de materiales como butano, propano, gasolina, queroseno, carbón, petróleo o madera. La causa más común de este tipo de intoxicaciones es una deficiente combustión de chimeneas, calderas, calentadores de agua y los aparatos domésticos como estufas u hornos. Asimismo, los automóviles, como cualquier máquina que lleve un motor de combustión, también producen monóxido de carbono a través de su tubo de escape.
Los efectos tóxicos de este gas varían en función del tiempo que la persona haya estado expuesta a él, la concentración y el estado físico de la víctima, sobre todo su aparato respiratorio y circulatorio. Las personas con enfermedades cardiacas o pulmonares, los bebés, los niños, las mujeres embarazadas y las personas mayores son especialmente vulnerables al monóxido de carbono.