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Mela, una canina de raza pug, tiene cuatro años y es la compañera fiel de Jorge Manco y su esposa. Mery Granados
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Un manual de lealtad dictado por caninos

Si algo caracteriza al mejor amigo del hombre es su fidelidad, son varias las historias de perros que han conmovido al mundo. Expertos explican este comportamiento.

Cuando Ezequiel le contó a su hermano menor las razones por las que no podía separarse de Sasha, una canina de raza siberiana, le explicó que el motivo eran sus ojos. Él había contraído VIH y desde entonces nadie lo miraba de la misma forma, excepto su mascota que seguía teniendo en sus ojos la misma admiración de siempre, sin importar que estuviera “sano o enfermo”.

La historia de Sasha y Ezequiel fue contada por  el escritor argentino Antonio Santa Ana en la novela Los ojos del perro siberiano, un relato de amor canino en el que la siberiana fue la compañera fiel del amo hasta su último día y que evoca a la perfección esa lealtad de los perros de la que tanto se habla.

Valor que entienden Jorge Manco y su esposa, dueños de una pug que lleva por nombre Mela, y que se ha convertido en la compañera de aventuras de la pareja desde hace cuatro años, justo cuando su hijo decidió partir de la ciudad.

Cada día, cuando el reloj marca las 11:45 a.m., Mela empieza a recorrer su casa con saltos, agitar su cola y esperar con ansiedad que la puerta se abra para ver a Jorge entrar a la casa.

Mery Granados

A la canina le basta con escuchar el sonido del ascensor para enloquecer y recibir a su amo con la emoción de quien no ha visto a su más fiel amigo en meses. “Todos los días, aunque me vaya por cinco minutos, ella me recibe con todos los honores, con el mismo amor de siempre”, afirma Manco mientras disfruta un paseo en compañía de su esposa y de aquella pequeña de cuatro patas y pelaje negro que le saca sonrisas a diario en su hogar.

Para Juan David Flórez, entrenador de caninos, esta fidelidad en los perros se debe a que “tienen instintos, conductas innatas y no aprendidas, las cuales se han ido desarrollando con el tiempo para adaptarse en el medio. Uno de esos instintos tiene que ver con la parte de la fidelidad.  Se le llama gregario y se refiere a la necesidad de desplazarse en compañía de otros miembros de la manada”.

El perro es un mamífero social por naturaleza “que ha establecido este vínculo después de un largo periodo de impregnación con los humanos”, agrega.

Por su parte, Juan Guillermo García, médico veterinario y zootecnista, afirma que “los caninos al igual que los humanos tienen sentimientos y son capaces de generar emociones y apegos”.

Antes de ser animales domesticados, los perros tenían alianzas con otros miembros de la manada para garantizar su supervivencia y relacionarse. “Hoy en día eso se ha trasladado a los seres humanos, por eso hay una persona en particular con la que generan esos vínculos, son a las que ellos consideran jefe de la manada”.

En el caso de Mela, ese vínculo fue generado con Jorge, de quien recibe el alimento justo a mediodía diariamente, siempre puntual. 

“Ella es mi enfermera”, recuerda el hombre mientras acaricia a su mascota, esa misma que cada vez que sufre alguna dolencia se mantiene al borde de la cama tratando de calmar sus dolores.

“El amor de Mela no tiene comparación, cada día me enseña más sobre la fidelidad y la nobleza, porque los caninos son muy nobles. Cada día con ella es una anécdota, cuando llego, cuando salgo, vamos con ella a todas partes, incluso a los viajes va con nosotros. Una vez la dejamos y cuando regresamos aunque se puso feliz, estaba deprimida”, cuenta Manco.

Mery Granados

Con respecto a lo anterior, García explica que “las mascotas pasan por episodios postraumáticos. Experimentan la tristeza, el dolor e incluso llegan a deprimirse cuando 
no sienten la presencia de su dueño”.

Por eso, cuando el amo fallece en muchas ocasiones los perros se enferman hasta morir, “porque aunque son capaces de tener emociones, no pueden comprender conceptos abstractos como la muerte o la ausencia definitiva”.

Hace poco, una imagen enterneció al mundo, en ella aparecía Sully, el labrador del recién fallecido expresidente de los Estados Unidos George H. W. Bush. El canino estaba postrado junto al ataúd de su amo, cubierto con la bandera del país americano.

La historia de Sully no es la única que se ha dado a conocer en el mundo, cuando se habla de lealtad canina, Hachiko, un canino de raza Akita japonés, es considerado su máximo exponente.

El canino más conocido en el mundo por su fidelidad, todos los días acompañaba a su amo a tomar el tren por las mañanas y en horas de la tarde esperaba su regreso. Así fue, durante mucho tiempo, hasta que una tarde su amo no regresó. El hombre falleció en su lugar de trabajo, pero su leal mascota lo espero durante diez años en la estación de trenes por donde solía llegar.

Hachiko falleció esperando a su amo en ese lugar y en honor a su fidelidad la ciudad erigió una estatua de bronce que aún permanece ahí, donde cada día el canino se sentaba con deseo y amor natural a esperar.

Son varias las historias que pueden reforzar la idea de que los perros sean considerados los mejores amigos del hombre, aunque para la ciencia el debate sobre la lealtad canina esté abierto, es innegable que estos seres de cuatro patas han logrado canales de comunicación con los seres humanos como ninguna otra especie.

Y, aunque la ciencia aún desarrolle investigaciones para comprender comportamientos y el cerebro de esta especie, cada vez son más los perros que le enseñan al humano que la fidelidad se muestra en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los día de la vida... aunque la muerte los separe. 

OTROS CASOS

Sully, labrador de Bush

El canino conmovió al mundo al acompañar a su amo, el expresidente George H.W Bush hasta su última morada. “Misión cumplida”, aseguró en sus redes junto a esta imagen.

Hachiko, el más conocido

El perro de raza Akita japonés esperó a su amo durante 10 años en una estación de tren. Hoy, en honor a su lealtad tiene una estatua de bronce en el lugar donde a diario se daban los encuentros. 

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