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En peluquería Fama, sus propietarios, los Morales, dicen que el chisme está en todas las profesiones. César Bolívar
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Historias y chismes de peluquerías

Una periodista hizo un recorrido por diferentes peluquerías de la ciudad para conocer opiniones de los estilistas sobre declaraciones del papa Francisco en la que los tildaba de chismosos.

Los cuentos de La Briggite eran una cosa seria en el barrio. Mi madre me llevó por primera vez a esa peluquería en Los Andes a los 12 años; mi papel era solo de acompañante, pues  en aquel tiempo, a mi edad, mis padres me tenían prohibido cosas que solo eran “para niñas grandes”: la peluquería estaba entre ellas.

Recuerdo que en ese primer contacto me sorprendí con la apariencia de la peluquera, una mujer trans de más de metro ochenta con manos de carpintero, pero con una capacidad única de transformar los casi siempre enmarañados cabellos de sus clientas.

Mientras hojeaba, para distraerme,  una desactualizada revista Tv y Novelas con noticias de dos años de antigüedad, la primera frase que le escuché a La Briggite capturó mi atención: “la dejó el esposo por una venezolana”.

 El drama en la vida de la mujer abandonada fue motivo de conversación por los casi 40 minutos que estuve en el local y aunque no pude saber de quién se trataba, sí fui testigo de la convergencia de clientes, manicuristas y peluqueros departiendo alrededor de la belleza, el bienestar… y el chisme.

 

La manicuista Darling Hernández conversa con una de sus clientes.

El chisme. En algún momento de la vida todos han escuchado un chisme, participado de él o incluso han sido motivo de alguno. Pero, ¿qué es el chisme?, ¿un rumor?, ¿un invento?, ¿una mentira?, ¿una mezcla de mentira y verdad? La Real Academia Española lo define como un coloquialismo, una “noticia verdadera o falsa, o comentario con el que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna”.

El “chismorreo”, esos rumores de corredor de los que alguna vez pudo haber sido víctima, y que según la RAE quiere decir “hablar con indiscreción o malicia de alguien o de sus asuntos”. Esta palabra fue el centro de una curiosa exhortación que hizo el papa Francisco el pasado lunes.

El pontífice se reunió con peluqueros de las diferentes asociaciones en Italia dedicadas al patrón de los que realizan este oficio, San Martín de Porres, y les pidió que evitaran caer en “la tentación del chismorreo” algo de lo que añadió, suele suceder en su “contexto laboral”.

“Ejercer vuestra profesión con estilo cristiano, tratando a los clientes con amabilidad y cortesía y ofreciéndoles siempre una buena palabra y ánimos, evitando ceder a la tentación del chismorreo que fácilmente sucede también en vuestro contexto laboral. Todos lo sabemos”, dijo Francisco en la audiencia.

La declaración se extendió rápidamente entre la gente como un jugoso cotilleo. Hubo bromas, suspicacias y hasta memes de sobre el tema. En Barranquilla, por ejemplo,  peluquerías de norte a sur habían leído la noticia. Algunos abanderados de la profesión se mostraron en desacuerdo, otros reconocieron cierta verdad en las palabras del Papa, lo más llamativo fue que entre los peluqueros curramberos nunca faltó el humor, porque “el chisme es libre”, dijo entre risas uno de los entrevistados.

 

Elkin Blanco dice que tiene una relación de confianza mutua con sus clientes.

Esparcimiento. Para Johanna Barrios, administradora de la Peluquería Danny Moreno ubicada en la carrera 46 con calle 53, la intención del trabajo de las estilistas es ofrecerle  su confianza a los clientes para que ellos se sientan como en casa.

Jesika Montero pintaba el cabello de una cliente con la que hablaba y reía animadamente.

Para esta peluquera con siete años de experiencia es común que los clientes cuenten sus cosas; sin embargo, los diálogos no deben salir del círculo del respeto. 

“La relación es confidencial, como la del enfermo y el médico”, contó mientras agregaba un poco del contenido viscoso y negruzco en el pelo de la mujer.

“Ellos pueden contar cosas. El estilista lo que hace es escuchar, acompañarlos en su conversación. Nosotras las ponemos bellas, subimos su autoestima, les brindamos felicidad. No está bien comentar lo que los clientes nos cuentan, aquí se da una relación armoniosa, la idea es que el  cliente que se sienta cómodo, atendido y escuchado”, manifestó. 

Darling Hernández es una manicurista espontánea y alegre.  Sus estrepitosas carcajadas resonaban en todo el local mientras quitaba con acetona el esmalte de las uñas de una de sus más asiduas clientes.

—¿La entrevista es por lo que dijo el papa? —preguntó entre risas.

—No somos chismosas —intervino con gracia otra de las empleadas de la peluquería.

Para Darling, además de la relación peluquera - cliente existe un lazo mucho más fuerte: la amistad.

“Muchas veces vienen tristes y de aquí salen alegres. Cuando tienen problemas de autoestima salen renovadas. No sé porqué dijo eso el papa. Incluso algunas clientas tienen un grupo de Whatsapp y se ponen de acuerdo para venir juntas, encontrarse y hablar”, manifestó. 

Por otro lado, Juan Pablo Morales y su equipo de trabajo estaban a la mitad de  otra larga jornada en la Peluquería Unisex Fama, ubicada en la carrera 43 B con 73. Curiosamente estos expertos en el arte de manejar el cepillo y el secador adivinaron el motivo de la visita: “las declaraciones del papa”. La razón, según ellos, es que no hay local del gremio en el que no se hable del tema.

“El chisme está en todas partes”, dijo Juan Pablo con seguridad.

“En todos los oficios hay chisme, tanto en las peluquerías como en los hospitales, los juzgados, las cocinas y hasta las iglesias”, apuntó.

A unas cuadras de allí, en la calle 72 con 41 queda la Barbería Niche, un lugar que despide testosterona.

El lugar olía a gel de cabello mezclado con aire acondicionado y secador.

El agobiante ruido de una canción de Bad Bunny fue suspendido por la franja deportiva del noticiero.

“Ojalá Junior no pierda hoy”, dijo un joven que esperaba su turno en una silla.

“Siéntate ahí ‘mostro” (sic), le dijo Elkin Blanco a uno de sus clientes para empezar su faena de cuchillas y maquinas.

“Los clientes nos tienen mucha confianza. Nos cuentan cosas muy íntimas. Nosotros somos sus consejeros y es muy bonito esa relación, le damos nuestro apoyo para que el ‘man’ salga adelante. Está al que le pegaron cachos, el que está mal en el trabajo y se está quedando calvo. Tratamos de que vean de que les preocupa a nosotros también nos ha pasado y tiene solución”.

Para Jairo Solano, doctor en Historia de América, experto en estudios del Caribe y docente de la Universidad Simón Bolívar, el chisme es un proceso comunicativo popular en el que se distorsiona un poco la verdad.

“Es una noticia informal que se va propagando. Tiene que ser exagerada y puede estar ligado a la mentira o exageración propia de esas formas básicas del Caribe, se da en la medida en la que a una situación en particular se le introducen elementos de la imaginación como formas de una literatura oral. En las esquinas convergían los chismes del barrio, paradójicamente los domingos al salir de las iglesias se discutían los temas que tenían que ver con la honra y la moral de la gente. La reuniones siempre se eran o son en puntos de influencia en la comunidad”, explicó.

No es la primera vez que el jerarca de la Iglesia arremete contra los chismosos. En una visita apostólica a Perú, donde se encontraba con una comunidad religiosa, dijo que “el chisme es como una bomba” y el chismoso es “como el demonio”, que “tira la bomba, destruye y se va tranquilo”. 

Además agregó “que el mejor remedio para no chismear es morderse la lengua.

La disertación del pontífice me trasladó nuevamente a ese sillón en el que esperaba el interminable blower de mi mamá en la peluquería de La Briggite. Es posible que esa estilista con voz masculina se sintiera ofendida al escuchar las declaraciones de Francisco. Pero, sin lugar a dudas, no se quedaría sin explotar una bomba. Por la Briggite comprendí ese día un conocido refrán: “el peluquero es la crónica viva del pueblo entero”.

Jesika conversa con su cliente en la peluquería Danny Moreno.
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