¿Cuántas personas han sufrido alguna vez por amor? ¿Cuántos en este momento están en la cúspide de la felicidad?
Seguramente la mayoría ha experimentado en algún momento de la vida las poderosas emociones del romanticismo. Pero 'Todo está en el cerebro y tiene una explicación neuroquímica', manifiesta Hernán Aponte, urólogo, sexólogo, investigador y docente de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (Fucs).
Mariposas revolotean eufóricas en el estómago de María José cuando ve a Luis. Esa extraña sensación de la que tanto se ha hablado en libros y novelas se apodera de ella cuando su amado se aproxima.
Su mirada, su sonrisa y su forma de hablar 'la tienen en las nubes' pensando en él día y noche. Tal vez no es el más guapo, ni el más atlético (dicen sus amigas), ni tampoco tiene mucho dinero, lo cierto es que para ella es el ser más encantador del planeta.
Lo que no sospecha es que en su cerebro un coctel de sustancias químicas hacen fiesta.
Latidos del corazón desbocados, rubor en las mejillas, sudoración excesiva y noches sin dormir son algunos de los síntomas del enamoramiento.
Según el doctor Aponte, el amor se construye como una pirámide. Esto lo ratifican sus colegas Alonso Acuña y Pedro Guerrero en el libro La pirámide del amor.
'En la parte baja de la pirámide está la atracción erótica seguida de la amistad, el apego, la atracción intelectiva, y en la cúspide el amor permanente', explicó.
'En el primer piso se da el enamoramiento. En esta fase se liberan neurotransmisores que explican ciertos comportamientos, por ejemplo, la feniletilamina (FEA), produce sensaciones como pérdida del apetito, dificultad para conciliar el sueño, sudor en las manos, las famosas mariposas en el estómago, y entre otras cosas la pérdida del juicio crítico, por eso en el enamoramiento no hay razones que valgan', apuntó.
Al dar el paso para invitar a cenar a la persona que le despierta interés, también intervienen otras sustancias. Según el experto, la noradrenalina, hormona del sistema nervioso que aumenta la presión arterial y el ritmo cardíaco, le anima a atreverse por ser una sustancia proactiva. De igual forma, la dopamina, neurotransmisor responsable del placer y las recompensas, le da una agradable sensación de bienestar, mientras que la serotonina disminuye los niveles de la sangre hasta en un 30 %. Esto ocasiona que la persona tenga un pensamiento obsesivo hacia el ser amado. En pocas palabras, que no tenga ojos para nadie más.
El neurólogo Juan Camilo Rodríguez, adscrito a la clínica Portoazul, afirma que desde hace varios años investigadores han intentado determinar la base biológica del enamoramiento.
'Hay muchos factores implicados, genéticos, biológicos, psicológicos y culturales. Es importante definir que se han hecho estudios con resonancia magnética funcional y que hay ciertas áreas del cerebro que se activan cuando las personas enamoradas se observan e interactúan. Estas áreas no son siempre las mismas porque no hay una regla, clave o norma que permita generar enamoramiento. Sí hay en cambio, una serie de factores en el individuo que favorecen el gusto y la sensación de bienestar con otra persona', enfatizó Rodríguez .
Aponte por su parte, recalca que esta etapa no es eterna y puede durar entre 18 y 36 meses.
'Al llegar a este punto la relación o se acaba o continúa a la próxima instancia: la fase del apego'.
Apego y orgullo
Aponte explica que en el segundo y tercer piso de la pirámide se liberan sustancias que acercan mucho más a la pareja.
'En esta etapa intervienen otras sustancias como la oxitocina, lo que llamamos la sustancia química del abrazo. Esta hace que la pareja tenga una gran empatía y se lleven muy bien, pero en esta fase disminuye la función cognitiva'.
El tercer nivel se da cuando, en palabras del profesional, existe una asociación intelectual con la otra persona.
'En la fase del orgullo, se alcanza el amor perdurable, que probablemente depende de la corteza cerebral. Este es un convenio de convivencia donde se necesita que haya condescendencia, tolerancia, generosidad, cariño y amistad. Se vive cuando las relaciones tienen de 25 a 30 años juntos', apuntó.
Estudios
La investigadora estadounidense Helen Fisher se ha dedicado a estudiar por más de 30 años los efectos del amor romántico a nivel cerebral.
Esta bióloga y antropóloga analizó las imágenes de los cerebros de 37 personas enamoradas dentro de una máquina de resonancia magnética cerebral funcional. Fueron clasificados en tres grupos: los correspondidos, los rechazados y los que después de 30 años siguen enamorados de la misma persona. El estudio determinó que diversas áreas de este órgano se afectan por el sentimiento.
En el primer grupo se evidenció ansiedad, como en el caso de los adictos a las drogas, en el grupo de los no correspondidos los resultados mostraron un intenso dolor, además de la ansiedad por la recompensa y el reconocimiento, y en el caso de las personas con más de 30 años juntas sus imágenes demostraron actividad de dopamina, en conclusión su cerebro sigue enamorado.
Otros estudios como el publicado en la revista especializada Frontiers in Human Neuroscience y desarrollado por científicos de la Universidad Chongqing de China, la de Ciencias y Tecnología de Hanui y la Escuela de Medicina Mount Sinai de Nueva York, determinó afluencia de actividad cerebral en al menos doce regiones. Sobre todo en una zona llamada cortex del cíngulo anterior del hemisferio izquierdo.
Corazón roto
Cuando a alguien se le 'rompe' el corazón no siempre se dice en términos metáforicos.
Según Aponte existe una enfermedad llamada el Síndrome de Takotsubo ocasionado por una emoción de gran intensidad que estimula la cíngula anterior, relacionando este padecimiento con el dolor físico real.
Por su parte el cardiólogo Luigi Polifroni explica que se trata de una miocardiopatía balonamiento apical, una enfermedad que afecta el músculo cardiaco y esta relacionada con situaciones de estrés.
'El cuadro clínico es muy similar a un infarto agudo del miocardio y se da mayormente en mujeres. Lo relacionan con el amor porque hay una parte del corazón que pareciera que no se contrajera, sin embargo, aún no hay pruebas científicas que lo afirmen', enunció.
¿Por qué nos fijamos en unas personas y en otras no? ¿Por qué se acaba el sentimiento? Estas son algunas de las incógnitas. Para Aponte se involucran las diversas partes del cerebro y antígenos de compatibilidad. 'El amor es la trampa de la naturaleza para reproducir la especie, lo que importa es que esa especie se reproduzca y la naturaleza busca los mejores genes para lograrlo, con el fin de que la descendencia sea mucho más sana. Cuando el amor se acaba, posiblemente se acabaron los neurotransmisores. Esa es justamente esa la tragedia del enamoramiento'.





















