"El campeón nacional welter Ronald Montes, en su ambiente habitual de entrenamiento, en el gimnasio de Cuadrilátero, en el norte de Barranquilla.

¿Está usted dispuesto –amigo lector– a levantarse todos los días a las cinco de la mañana para afrontar una rutina de trote por espacio de una hora, luego, a entrenarse durante dos horas en un gimnasio con una temperatura oscilante entre los 32 y 35 grados centígrados, a subirse a un ring a recibir golpes de un contrario por espacio de 15 minutos, a cumplir una rigurosa dieta, y a privarse de ingerir licor –si le gusta–, a restringir su presencia en fiestas y a no trasnochar?

Esa disciplina y sacrificio descritos los debe tener toda persona que desee vivir de esa profesión, y que además, tiene cifradas sus ilusiones y esperanzas en ser reconocida, en consagrarse campeón mundial y, lógicamente, en salir de la pobreza.

Un buen número de pugilistas alcanzan los logros planeados, pero la inmensa mayoría no consigue todos sus objetivos, quedando a mitad de camino o apenas sobreviviendo, y otros más desafortunados, arruinados, sin salir de pobres, o peor aún, con una enfermedad producto de los golpes recibidos o en ocasiones muerto tras un combate.

El trote es el inicio del entrenamiento diario del boxeador, tal como lo hace Montes.

No obstante, pese a esa perspectiva, son innumerables los jóvenes que día tras día acogen la práctica del boxeo, cualquiera sea su interés, e incluso, en el último tiempo con gran proliferación de mujeres, aspecto que no se veía hace apenas una década atrás.

En Barranquilla practican profesionalmente el boxeo alrededor de unos 50 pugilistas que reparten su preparación en los gimnasios de Cuadrilátero, del estadio Metropolitano o de algunos barrios del centro y sur de la ciudad, en tanto que otro número similar lo realiza de manera aficionada, y se puede decir que la gran mayoría cumple la difícil rutina, porque el boxeador debe estar listo para pelear en todo momento, pues en ocasiones las oportunidades de una gran pelea y de recibir una atractiva bolsa se presentan en forma intempestiva.

VERSIÓN DE UN CAMPEÓN. Ronald Montes, boxeador barranquillero de 25 años de edad, campeón nacional welter e invicto en 15 presentaciones con 13 nocauts, nos corroboró la rigurosa disciplina que se debe llevar cuando se es un profesional del pugilismo.

“Elegí ser boxeador porque me gustó desde que era niño”, anota Montes.

Movimientos de sombra hacen parte de los ejercicios al llegar al gimnasio.

Lógicamente, su incursión en el boxeo solo le permitió estudiar hasta sexto grado, porque además, siendo aficionado, pronto hizo parte de los seleccionados del Atlántico y de Colombia.

Montes recuerda que desde que llegó al gimnasio le encantó la práctica del boxeo. “Nunca tuve en mente asumir esa disciplina por dinero, sino por hobbie y ser deportista”, expresa.

Señala que desde su inicio fue exitoso. Como aficionado hizo 127 peleas, de las cuales perdió 15 y solo una vez cayó por nocaut en un mundial en Chicago, EU. Fue campeón departamental y nacional welter, y bronce en los Juegos del Alba, hasta cuando sufrió una lesión del hombro derecho en 2008 que le obligó a marginarse un año. En general, estuvo ocho años como boxeador aficionado; y es profesional desde el 2010, siendo en el momento campeón nacional welter, título obtenido en septiembre de 2012, cuando derrotó por decisión en 10 asaltos a Devis Cáceres, en Puerto Colombia.

Otro aspecto inherente a los boxeadores es el estrés que sufren previo a las peleas, que se manifiesta con impaciencia y hasta nerviosismo. “Aquél que no sienta miedo antes de un combate no es boxeador”, dice Montes, pero ese nervio se quita tras el pesaje y cuando se sube al ring, según reveló.

“La carrera de boxeador es dura porque se debe tener disciplina, acostarse temprano y entrenar fuerte porque se reciben golpes y hay que estar bien preparado, ya que siempre uno se está jugando la vida”, advierte Ronald Montes, que a la vez agrega, “es bonita, pero muy dura”.

El guanteo es rutina diaria, tal como lo demuestran Momo Romero y Daulis Prescott.

Considera que para él lo más duro “es levantarse todos los días temprano a correr”. Y precisa que hay que hacerlo porque el trote es el que le permite al pugilista moverse en el ring y meter fuerte las manos. Él corre desde que inició su carrera de boxeador –hace once años–.

LA RUTINA. Indica que se debe correr porque hay que mantener el peso. Su rutina radica en levantarse diariamente a las 5 a.m. e ir a trotar. Retornar a casa a desayunar y descansar. Luego, concurrir al gimnasio a las 11 a.m., seguir el plan de trabajo con calentamiento, estiramiento, velillo (saltar la cuerda), sombra, golpear el saco (para buscar fuerza) o la pera (para mejorar reflejos) y cerrar con guanteo ante un compañero (sparring) que por lo general es de mayor peso. Esa labor termina a la una de la tarde, y luego vuelve a su casa a descansar para dormirse por la noche a las 9, porque al día siguiente debe madrugar.

La alimentación también es clave para un boxeador: pocas harinas y grasas, sin dulces ni gaseosas, y más que todo, ensaladas y proteínas.

Montes anota que es poco fiestero y que cuando debe concurrir demora poco y no ingiere licor, como tampoco fuma. No le gusta parrandear en los carnavales para evitar verse envuelto en problemas.

Respecto a las relaciones interpersonales con los demás boxeadores de cuerda, generalmente es buena, de mucha camaradería y cordialidad. Todos son amigos y se respetan.

“El boxeo es una vocación, y si uno entrena puede llegar a conseguir sus objetivos. El mío, por ejemplo, es salir campeón del mundo”, concluye el campeón nacional Ronald Montes.

Por Celso Alfonso Altamar
celso.altamar@elheraldo.co

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