
Estamos en estos momentos gozando de lo lindo –así decían nuestros mayores y este columnista que no le copia a nadie absolutamente nada, en contraste con los copiones del periodismo deportivo, si que somos copiones de los viejos barranquilleros, auténticos maestros del buen decir, en los siglos 19 y parte del 20– tenemos en nuestras manos un excelente libro que nos manda desde EU nuestro queridísimo hijo Aníbal León, hombre de bien donde ponga su planta; que por amar a los Estados Unidos es hoy ciudadano americano, en contraste con tanto
bellacoide latinoamericano, que viven allá y odian al país que los ha acogido. Libro escrito (mas bien, reproducido de todas sus magníficas crónicas) por el escritor Roberto Luque Escalona, una pluma temible, si las hay.
Luque escribe sobre lo habido y lo que puede haber. Y lo hace con la energía y las convicciones de los periodistas varoniles y veraces. Escogemos el tema del sacrificado pelotero que llegó a Grandes Ligas y cuando estaba en las vecindades de los 500 jonrones y hallándose en plenitud física, fue sacado del béisbol y de que manera tan canallesca. Algo inaudito que no creemos que ese desmán cometido a Canseco se haya conocido en otro pelotero de cualquier raza. Se lo vamos a describir a nuestros lectores de la misma manera como Luque lo hace en estupendo libro.
Tonny La Russa, mánager del Oackland, fue el autor de la patraña sin nombre para sacar a Canseco del béisbol. Dejó que Canseco llegara al club; le permitió que se vistiera para jugar; que saliera al terreno; que comenzara el juego; que calentara con sus bates y luego que entrara a la caja de bateo. Y cuando estaba en ésta, el ladino de La Russa lo llamó para decirle que ya no era pelotero del club. ¿Qué tal ese malvado refinamiento para humillar a un pelotero? Él, La Russa, posteriormente ha dicho que cumplía órdenes del club, cuando ha podido haber hecho las cosas discretamente, para no abochornar al jugador.
La forma como en el béisbol organizado sacaron a Canseco y luego a Rafael Palmeiro, un tremendo bateador que ya se acercaba a los 3 mil hits y a los 500 jonrones. Palmeiro iba como un bólido hacia el Templo del béisbol, con sus guarismos extraordinarios. Luque Escalona está convencido que hubo una maldita conspiración anticubana para haberle tronchado sus carreras a Canseco y a Palmeiro. Muchos cubanos creen que se las hicieron por cubanos y por blancos, pues citan muchos casos de peloteros de color, tenidos en los clubes únicamente para que batieran récords impuestos por blancos, pero ya no tenemos espacio para incorporarlos. Será en otra ocasión, a pesar de lo punzante del ‘temita...’
Palestra deportiva, por Chelo De Castro C.