*Por Hugo Enrique Romero
Especial para EL HERALDO
Las dos entradas a Rusia no tienen grandes lujos. La primera no es como la imponente Avenida Nevski de San Petersburgo, catalogada la arteria central de esa ciudad cuando era capital del imperio ruso; y la segunda no se parece a la emblemática calle Arbat de Moscú por donde salió derrotado Napoleón Bonaparte.
A esta población del municipio de Buenavista, Córdoba, situada a un lado de la carretera Troncal de Occidente, que comunica a la región Caribe con el centro del país, se llega por una calle destapada de 200 metros con cercas de alambre y árboles a cada lado, que da a la plaza del pueblo. También por otra vía que tiene restos de un asfalto que algún día arrojaron allí. De ambos lados está rodeada de monte. Es una Rusia a la colombiana y sus habitantes son rusianas y rusianos.
Lejos del Viejo Continente y de lo que fue el sistema socialista soviético, uno de los caseríos que conforman a Rusia es Albania, una comunidad de campesinos que ha vivido en el atraso y sin las convulsiones sociales de aquel país que lleva su mismo nombre, y que fue bastión del comunismo. Como si fuera una Europa colombiana, esta Rusia limita con Polonia, otro caserío al que se llega por una vía destapada que se tiende entre árboles y verdes pastizales. Y como si fuera un viaje desde la nación de los zares hacia la Europa occidental, cerca de este corregimiento está Génova, una vereda rodeada de haciendas llenas de ganado, donde la gente lucha diariamente con males de la pobreza.
En las calles polvorientas, en las esquinas, en las pequeñas tiendas de víveres y en las casas de Rusia, la gente dice que confía en que Colombia avanzará a octavos de final a pesar de la derrota sufrida frente a Japón dos goles a uno. En este pueblo de 2.500 habitantes se vive la fiebre mundialista que por esta época se ha tomado el planeta por el Campeonato Mundial de sFútbol que se juega en doce ciudades rusas, donde el desarrollo tecnológico y urbanístico son símbolos del poder imperial que ha caracterizado a la potencia europea desde hace varios siglos.
Este pueblo que sufrió la violencia con las acciones temerarias de la guerrilla y el terror de los grupos paramilitares, es la Rusia que no tiene agua potable ni alcantarillado, con un centro de salud que no cuenta con médicos ni enfermeras a ninguna hora y donde la mayoría de los jóvenes que terminan la secundaria no accede a la educación superior. La Rusia de las frecuentes interrupciones de la energía eléctrica y en la que sus habitantes no saben dónde depositar las basuras. Aquí el empleo es muy escaso, algunos hombres son peones en fincas ganaderas; otros, mototaxistas, el resto se queja por el desempleo y las mujeres tienen muy pocas oportunidades para trabajar y solo hay dos pequeñas farmacias a las que acuden para calmar los dolores inmediatos.
Sentada en una mecedora en la sala de su casa, Clemencia Coronado, de 93 años, explica que a este caluroso pueblo, el nombre Rusia se lo dio uno de sus primeros habitantes, a mediados de los años 30, después de que en esa nación europea se habían presentado varios conflictos y estaba para estallar la Segunda Guerra Mundial, disputa en la que la extinta Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas, cuyo epicentro era Rusia, fue una de las vencedoras.
'Eran pocas casas y esto aquí no tenía nombre, entonces Honorio Puello lo llamó Rusia porque aquí llegaba gente de muchas partes y ocurrían peleas', dice la nonagenaria mujer.
Este pueblo de atraso y olvido, y la gran potencia donde se desarrolla el Mundial, tienen por esta época en común la pasión por el fútbol. Curiosamente, también sucedieron allí incendios que son referentes de sus respectivas historias.
La Rusia subdesarrollada se hizo conocida por un incendio que arrasó una corraleja y varias de sus casas en la década de los años 50. Moscú también fue incendiada en 1812, conflagración provocada por el ejército ruso para detener la invasión de Napoleón Bonaparte, que pretendió expandir su poderío y dominar a la Rusia de los zares, de grandes riquezas, de ciudades con lujosas avenidas, edificaciones con altas cúpulas y extensos territorios. En cambio las llamas que consumieron viviendas y la corraleja que se realizaba un mes de enero en honor a los reyes magos en esta población colombiana de ocho pequeñas calles sin pavimentar, se originó en la vela con que un grupo de meretrices velaban a San Antonio, desde el cuarto que tenían alquilado en los alrededores de la plaza de toros, donde recibían a los clientes.
Alcira Amador, habitante de esta población con casas de palmas y de zinc, dice que el incendio fue producto del descuido de las mujeres que velaban el santo que les traería buena suerte en su trabajo. Por aquella época estas chicas instalaban un cuarto en la orilla de las plazas de los pueblos del Caribe colombiano en el transcurso de las fiestas, para ejercer el oficio más viejo del mundo. 'Lo que se sabe es que la vela cayó, quemó la imagen de San Antonio, siguió por las paredes del cuarto en el que trabajaban esas mujeres y cogió la corraleja', expresa esta señora quien se gana la vida de ‘costurera’, pues ella misma aclara que no es modista ni diseñadora de modas.
El voraz incendio que adultos mayores recuerdan en imágenes fugaces, solo quedó registrado para la historia en la canción La quema de Rusia, que compuso y grabó el juglar Alejandro Durán Díaz, quien fue sorprendido por las llamas mientras cantaba La Perra en una cantina al lado de la corraleja. El hecho le inspiró el relato cantado que es testimonio de una tragedia rusiana.
Aquel 7 de enero era el segundo día de la fiesta, y a las 3 de la tarde, en los palcos la gente vibraba de emoción por la faena que daban en la corraleja los toros de Gabriel Díaz, cuando apareció el fuego que, a diferencia del incendio de Moscú, detuvo la alegría de este pueblo que aún no sabe con certeza qué pasó con los gitanos que estaban alquilados al lado del cuarto de las prostitutas, donde leían las cartas que predecían el futuro.
Aunque la canción de Durán dice que se quemaron dos de los gitanos, la señora Beneranda Peñate cuenta en el mostrador de su negocio que la gente se llenó de temor y confusión, y probablemente nadie vio cuando estos miembros del pueblo rom, que en el siglo XX frecuentaban las poblaciones del norte de Colombia negociando caballos, tomaron sus bestias y se marcharon en medio del caos.
El día que jugó Colombia contra Japón en el Mundial de Fútbol no había caos en Rusia; sus calles destapadas estaban solas. Esa mañana lluviosa la gente estaba recogida en sus casas haciéndole fuerza a la tricolor frente a los televisores.
Después del debut de Colombia en Rusia 2018, sentado en su tienda, Jesús Hernández recuerda el único gol olímpico de los mundiales anotado por el barranquillero Marcos Coll al arquero Yev Ivanovic Yashin, conocido como la ‘Araña Negra’, en aquel partido heroico que la selección de este país empató 4 - 4 con la Unión Soviética en Chile 1962.
Al igual que la Rusia europea, este pueblo de Córdoba tiene organizada su fiesta futbolera en la que participarán equipos de diferentes corregimientos, caseríos y veredas de la región del río San Jorge. El 1º. de julio, cuando en los estadios Luzhniki, Nizhny y Novgorod Stadium se jueguen partidos de los octavos de final de la Copa Mundo, en la cancha de arena y sin tribunas de la Rusia colombiana, donde las gallinas también haces piques sin balón, iniciará el Campeonato Regional de Fútbol Categoría Libre. Para este torneo no hay eliminatorias; hasta ahora diez equipos están inscritos y siguen abiertas las inscripciones. Además, en la cancha de microfútbol se realiza el torneo decembrino.
Pensando en esas justas deportivas, los jugadores del equipo de Rusia se preparan con entusiasmo todas las tardes en su cancha, para seguir obteniendo buenos resultados. Josimar González, delantero del cuadro rusiano dice que en 2017 salieron campeones y el defensor central, Johnny Vidal, un campesino que trabaja de jornalero expresa que el objetivo es repetir el título. En 2009 el combinado rusiano también se alzó con el campeonato.
Asimismo, el árbitro Manuel Díaz trota todas las mañanas para mantenerse en forma y dirigir los partidos, en los que la terna arbitral gana 60 mil pesos. Por esta época de fiebre mundialista, en las calles rusianas se encuentran hombres de fútbol. Frank Conde no logró grandes reconocimientos como jugador, ni alcanzó la gloria de Pelé, Maradona, Romario, Zidane, Paolo Rossi, y otros astros del balompié, pero en Rusia lo consideran el goleador. Este hombre que se dedica a la venta de licores y cigarrillos en su kiosko fue máximo artillero en varios torneos realizados en Planeta Rica, Buenavista, Ayapel y Montelíbano.
La Rusia caribeña es una población mestiza, donde la gente hace bromas diciendo que están en la sede del Mundial. A inicios de la década de los años 60, su nombre europeo lo trataron de cambiar con muy poco éxito. La educadora Estela Peñate explica que para esa época un obispo que visitó el pueblo dijo que ese nombre lo debían cambiar, porque Rusia era comunismo y conflicto, y que desde entonces sería Villa Fátima, que es el nombre oficial, pero que solo aparece en documentos y en la institución educativa, porque a sus habitantes les gusta Rusia, y se siguen sintiendo rusianos, orgullosos de vivir en un lugar llamado como la sede del Campeonato Mundial de Fútbol.





















