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En el corredor de la vida, conocido anteriormente como corredor minero, del departamento del Cesar, se desarrollan cerca de 30 viveros comunitarios y locales.

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Estas iniciativas se están consolidando en los municipios de Agustín Codazzi, La Jagua de Ibirico, Chiriguaná, El Paso, Becerril, Chimichagua, en el Cesar, además de El Banco, Magdalena, para así conformar la primera Red de Viveros del Corredor de Vida, apoyados por el Consorcio Alma-Natura, del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

De acuerdo, con los responsables del proyecto esta red surge como una estrategia de articulación y colaboración entre viveristas comunitarios, productores de plantas nativas, organizaciones sociales y actores institucionales, con el objetivo de fortalecer capacidades técnicas y comerciales, intercambiar experiencias y promover buenas prácticas en restauración y producción vegetal.

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“La creación de esta red es un hito para la región. Nos permite fortalecer la cadena de valor de los viveros locales, impulsar el uso de especies nativas en procesos de restauración y avanzar hacia una bioeconomía con enfoque territorial”, resaltó Gustavo Segura, coordinador técnico del Consorcio Alma-Natura.

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Estos viveros trabajan con especies propias del bosque seco tropical y las zonas húmedas del corredor Perijá–Zapatosa, contribuyendo a la conservación de la biodiversidad y la regeneración de ecosistemas degradados. Esta alianza también abre nuevas oportunidades para la comercialización justa y solidaria de material vegetal, promoviendo ingresos sostenibles para las comunidades rurales.

Jainer Enrique Peña, representante legal de la Asociación Agrícola Campesina de La Jagua de Ibirico, exoperador de camión en el sector minero y hoy líder del viverismo comunitario, expresó: “Fui operador de camión y este cambio y esta transición educativa ha sido lo mejor que ha podido llegar al territorio. Agradezco a todo el equipo de Alma-Natura, al Instituto Humboldt, a Creer, a todos los que han traído estos talleres pedagógicos. Ha sido lo mejor que nos ha pasado”.

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Los viveros ubicados en los siete municipios del Corredor de Vida del Cesar y El Banco, Magdalena, son beneficiarios del proyecto, que es financiado por el Fondo para la Vida y la Biodiversidad, a través de mejoras en áreas funcionales de los viveros y kits de herramientas, además de la compra de plántulas para el proceso de restauración en la zona.

En estos territorios se propagan especies nativas como: Jagua (Genipa americana), Roble (Tabebuia rosea), Caracolí (Anacardium excelsum), Orejero (Enterolobium cyclocarpum), entre otros, árboles especialmente valorados por su resistencia, ambientes secos y su importancia ecológica.