Alguna vez, Eduardo Galeano escribió: 'En la agonía del lecho de muerte, un hombre de las viñas habló al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto. 'La uva -susurró- está hecha de vino'.
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Si la uva estuviera hecho de vino, podría ser que la acción migrante de poblar Barranquilla no se haya tratado de una actividad de llegada, sino de retorno hacia un destino que siempre fue consagrado en el corazón; real y promisorio como la tierra prometida por Dios a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob.
Esa población de un territorio no fundado, sino de puertas abiertas a quienes supieran encontrar el camino de llegada —o de retorno—, tuvo en su origen una división triple, distribuida en tres nombres: el Barrio Abajo, el Barrio Arriba y el Barrio Centro. Todos separados por el incesante brote del Río Magdalena, cuyo trayecto separaba el espacio. Así reposa en una investigación llevada a cabo en 1996 por el profesor Alcides Dagis Galvis, titulada Historia de mi Querido Barrio Rebolo.
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Tres años después de culminada la investigación, en la unión consecuente de un amor correspondido, el profesor se convirtió en padre de Sheila Dagis Iglesias, en quien heredó su piel morena, la sonrisa despampanante y la clarividencia para recorrer la voluptuosa y a veces misteriosa historia de Barranquilla.
Podemos decir entonces que Rebolo está tan dentro de Barranquilla como la uva en la esencia del vino; y como la pasión por la historia en la sangre y venas de una Sheyla que, hoy con 24 años, es estudiante de derecho y licenciada en Artes, pero además, se desempeña como gestora cultural y social, siendo CEO de Rebolo Vive y fundadora de 'El Barrio Arriba del Río', un portal web comprometido con la memoria histórica.
A su vez, Dagis fue una entre los tres talentos barranquilleros que el año pasado viajaron a Belfast, Irlanda del Norte, para participar en el Foro Mundial de Jóvenes (OYW por sus siglas en inglés), llevado a cabo en septiembre. Pero su historia no se remonta sino al territorio tan histórico como olvidado, y hoy condicionado por una inseguridad derivada del enfrentamiento entre pandillas que parece nublar su belleza, también difusa, por el incremento de un estereotipo que relaciona al habitante de Rebolo con una persona con tendencias hacia la delincuencia.
El origen de Sheyla
Creciendo en el seno de un hogar apacible, Sheyla recuerda su niñez con felicidad, pues combinaba el arte con la enseñanza de un padre profesor y una madre manicurista.
'Yo estudiaba en Ballet Barranquilla, aun cuando estar allí era costosísimo', recuerda. 'Además pulía todo eso con las enseñanzas del maestro Pedro'.
Por Pedro, hace referencia a Pedro Pastor Díaz Carmona, profesor del Centro Social Don Bosco y uno de los coreógrafos más laureados de Barranquilla, siendo pieza clave detrás de la formación de varias reinas del Carnaval y una de las mentes detrás del espectáculo de inauguración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2018.
Pedro, como Sheyla, nació y se crio en Rebolo.
'Crecer con mi papá era una oportunidad de ponderar los derechos. Era la oportunidad de mirar y tener un ejercicio que te permitía ponderar tus derechos y también tus privilegios porque yo, una ‘pelada’ que vivía en la última calle de Rebolo, que es la 6A, crece entre la violencia, entre las bandas criminales, pero también en el seno de una familia amorosa', menciona Dagis.
A temprana edad, y a pesar de lo costoso que podía ser su acceso a un colegio de educación privada como el Centro Social Don Bosco, sus padres juntaron esfuerzos para darle a su hija la más alta calidad formativa.
'Siempre recuerdo de mi infancia que un día estábamos marcando los cuadernos para los primeros días de clase, los cuadernos con stickers, la lonchera, y claro, yo era la única de la cuadra que se daba esos ‘lujos’, pero entonces entra un tiroteo y cae un muchacho herido con ocho balas, mi papá se levanta corriendo y pone un colchón en la ventana para que no entre una bala, y desde ese momento me di cuenta de las dos realidades', aseguró la joven.
Del mismo modo, recuerda que, desde muy joven, vio cómo muchos jóvenes ingresaron por caminos delincuenciales más motivados por temas impuestos, como el machismo o la necesidad de percibir recursos al no encontrar trabajo.
'En el barrio tú ves con mucha frecuencia esa conducta hacia el patriarcado, desde el machismo, porque ves a muchos jóvenes en el rol de ‘yo soy el varón’ y por tanto que tienen, obligatoriamente, que mostrarse fuertes. También son factores culturales que se viven dentro de los territorios populares, porque si no muestra gallardía, se procede al sometimiento y a bromas como que es gay, que no tiene nada de malo u otras cosas por el estilo', explicó.
De los viajes al oratorio
Muy pronto, los frutos de la dedicación de sus padres dieron fruto: a la edad de 13 años, cuando Sheyla cursaba octavo grado, ya era una de las bailarinas principales en el ballet del Centro Social Don Bosco, un grupo de danza que recorrió el mundo durante diferentes ocasiones, llevando su espectáculo a competencias en países como Corea del Sur, China y Estados Unidos.
Eso significó dos momentos para Sheyla: uno de madurez anticipada pese a la edad, pues el tener que desenvolverse en solitario por fuera del país y alejada de su familia le hacía tener que comprender la complejidad del mundo y la velocidad de los movimientos que este desarrolla.




















