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Como si fuera una figura humana que se engalana para ir a la fiesta, así se prepara cada esquina de la Ciudadela 20 de Julio, el barrio ubicado en la localidad Metropolitana de Barranquilla, para celebrar en el Día de la Independencia su aniversario 41 de ser fundado, con entusiasmo e incluso con exhibición de gallos de pelea. Sin embargo, la inseguridad y la suciedad en las calles tienen condicionada la celebración.

Al menos eso asegura un grupo de los 9.656 habitantes que tiene este sector de la ciudad, quienes ‘sacan pecho’ por tener en el vecindario al estadio de fútbol Metropolitano Roberto Meléndez, al velódromo Rafael Vásquez y al polideportivo Pibe Valderrama.

A dos cuadras hacia el norte del espacio recreacional y deportivo antes mencionado, 199 bloques de cuatro pisos cada uno son vistos por sus moradores como patrimonio para la ciudad, donde respetan sus fachadas uniformes todas pintadas de amarillo, con calles estrechas y cubiertas por árboles frutales de almendra, mango y limón.

Precisamente debajo de una frondosa planta de mango, en la calle 45G con carrera 2E, de la esquina del bloque 136, cuatro hombres que superan los 32 años debaten entre la mala suerte de la Selección Colombia en el Mundial de Rusia y la 'sospechosa' actuación del árbitro norteamericano durante el duelo con Inglaterra. Al no haber acuerdo en quién tuvo la culpa por la despedida de la ‘tricolor’ de la Copa, los ánimos se caldean y del diálogo paciente pasaron a los gritos.

Después de un par de minutos con la discusión a un tono de voz alto, solo el canto del gallo más fuerte que sus gritos logra dar fin al escándalo que armaron los vecinos. Es uno de tres libras que está apostado en la parte de atrás de los interlocutores.

Se recupera de una lesión en la pezuña que tiene en el medio de su pata izquierda, la cual mueve constantemente y sostenida en el aire, debido al 'fuerte dolor que siente', dice Edgardo Galán, quien se encarga de preparar estas aves hasta un mes y medio antes de otra pelea.

En ese lapso, el hombre de 42 años le brinda alimentación conformada por maíz y plátano maduro, cuidando sigilosamente que su masa no varíe, pues de lo contrario 'podría perder velocidad' en la próxima contienda.

También lo enfrenta a jornadas especiales de entrenamiento, que consiste en amagues de ataque con un palo envuelto en tela que simula ser el rival del gallo para que este gane durante la práctica mayor capacidad de reacción.

Aunque tiene una ficha lesionada, a Edgardo no le preocupa este detalle, pues tiene otros tres gallos finos listos para el combate, al que los amantes de esta actividad apuestan entre uno y dos millones de pesos por el animal ganador, según explicó el gallero.

Y, tras el final del duelo, si el contrincante perdedor quiere revancha, se le acepta sin que el amo oponga resistencia, ya que confía en la fortaleza de su gallo. 'La pelea queda en la gallera, la rivalidad es solo entre los gallos y no entre nosotros', señala Galán, quien es interrumpido en el instante por otro canto del ave lesionada.

Celebran su fecha

Aunque restan 11 días para celebrar el Día de la Independencia, la comunidad de la Ciudadela 20 de Julio ya se considera lista. El picó de Hortencia Guzmán, de 68 años, fue ‘calentado’ este domingo con el repertorio de champeta africana y salsa añeja, con el fin de que no se apague en medio de la fiesta y la olla de peltre de Sonia Urueta que espera por abastecer los condimentos y bastimentos para el sancocho de mondongo que van a cocinar.

Pero reconocen que aún falta ultimar algunos detalles no menos importantes, como decorar los bordes de los andenes con los colores de la bandera nacional, reunir las decenas de sacos para la competencia de ese 20 de julio y definir a los finalistas del torneo de bola de trapo, que se jugó paralelo al Mundial y que tiene a más de un habitante de este barrio preocupado: 'entre los favoritos al título no está la Ciudadela', confiesa Giovanny Chiquillo entre risas.

La final del torneo, que se juega en la calle 45G, o mejor conocida como la ‘calle ancha’ por su gran tamaño, será el día de las festividades, cuando se cumpla con los actos de protocolo, el partido y la premiación.

Más recreación

A pesar de estos detalles que se están afinando, la Ciudadela no se conforma con decoraciones superficiales para mostrarse el 20 de julio y ahora se da el lujo de reestrenar el parque Édgar Perea, recién remodelado, en la esquina de la calle 45G con carrera 2.

De la cancha de fútbol 9 dejada a la intemperie pasó a un campo de juego enrejado, atrás quedó el columpio oxidado que ahora es reemplazado por uno cómodo y que brinda mayor seguridad, así como las zonas verdes naturales y artificiales óptimas para el uso de los niños.

Una de las beneficiadas con el espacio recreativo renovado es Ivonne Aponte Mujica, de cuatro años, quien fue acompañada por sus padres para que se recreara con sus muñecos y se refrescara con la zona cobijada por un gigantesco árbol.

'El parque quedó muy lindo, ahora encontramos no solo un espacio recreativo, sino también uno de educación y de convivencia para los niños vecinos', sostuvo Andrés, el progenitor.

Sus preocupaciones

Sin embargo, las celebraciones acostumbradas en el barrio por el 20 de julio no son las mismas de antes, según dicen los moradores, por la percepción de inseguridad que hay entre ellos. Solo el sonido de una motocicleta de alto cilindraje los alcanza a incomodar.

'Si alcanzamos a escuchar a lo lejos el ruido de una moto, nos encerramos porque imaginamos que vienen a atracar', manifiesta María Oquendo, de 19 años, quien se expresa así detrás de las rejas que protegen la terraza de su hogar y que impide el paso de terceros.

Es así como en la carrera 2E con calle 45 los inmuebles que conforman esta cuadra se caracterizan en su mayoría por tener rejas de alta y mediana altura. Pero más allá de esta medida de protección, le añaden un candado grueso, panorama que se asemeja a una celda penitenciaria.

'El 20 de julio ya casi no es como antes, ni en la terraza nos podemos sentar por temor a un atraco. Entonces le pedimos a las autoridades mayor vigilancia en el sector', sostiene Sonia Urueta.

Finalmente, los vecinos reclaman el constante rebosamiento de una alcantarilla ubicada sobre la carrera 2G3, entre calles 47 y 49, que genera brotes en los niños y olores nauseabundos. Además, piden control a los carromuleros que arrojan escombros en un solar que hay en la misma dirección.

Aun así, los habitantes de este barrio se siguen preparando para la celebración, así como Edgardo prepara a sus gallos para la gran pelea.