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Al ver a Felipe, de 9 años, con el cabello largo, más de uno se pregunta: '¿no le dicen nada en el colegio?'. La respuesta es no, porque Felipe no va a un colegio tradicional. Él, al igual que su hermana Ángela, de 12 años, son educados en casa.

Como explican sus padres, Ricardo Nieto y Bárbara Hoyos, 'la educación tradicional no les ofrecía las herramientas para que ellos puedan salir adelante y desarrollarse, solo ofrecía un sinfín de problemas', así que decidieron sacarlos.

Esa misma decisión la han tomado otras familias en la región Caribe. Cada una es un caso distinto, tienen motivaciones diferentes y eligen diversas maneras, métodos y herramientas para educar a sus hijos.

Motivos y opciones. Según explica Carolina Torres, de S-cool Colombia, empresa que asesora en programas de educación en casa, muchos de los padres que eligen este tipo de educación no están conformes con la calidad educativa que sus hijos reciben en el colegio.

'Otra razón es porque la educación no está respondiendo a necesidades específicas: hay niños que no aprenden tan bien en grupo como de forma personalizada, o que por cuestiones de salud no pueden asistir regularmente al colegio. También hay niños deportistas o artistas que necesitan enfocarse más en ese talento, y otros que deciden salir por su inclinación religiosa', detalla Torres.

Es por eso que la educación en casa abarca un amplio abanico de posibilidades. Existen los niños que reciben clases en sus casas con tutores, aquellos que son educados por sus propios padres bajo un currículo establecido, los que se valen de programas certificados de bachillerato por internet, y los unschooled o de aprendizaje libre, que deciden 'no curricularizar ni escolarizar a los niños, sino tener una vida muy enriquecida para que tengan muchas cosas que aprender', como explica Ana María González Forero, quien eligió para sus hijos Rosario y Rodrigo, de 12 y 9 años, respectivamente, este método.

Esta politóloga bogotana de 37 años, que vive hace siete en Cartagena, tuvo claro desde antes de tener a sus hijos que esta sería la forma de educarlos. 'Creo que los seres humanos venimos dotados de una gran curiosidad y hambre por aprender y que existen suficientes experiencias en la vida para nutrirnos, y aprendemos todo aquello que necesitamos sin mayor racionalidad al respecto. A mí me gusta más la educación en libertad, tener una vida muy rica, llena de experiencias que les permita a mis hijos aprender cosas nuevas', cuenta Ana María, que comparte este modo de educación con otras seis familias en la capital de Bolívar.

Ella considera que la clase media colombiana, en la que se incluye, se enfrenta a una 'tragedia': 'La educación pública es muy mala, está hecha para que la gente no aprenda ni entienda nada, y en contraste la educación privada que es buenísima, de gran calidad, pero carísima y no corresponde con la realidad del país, no se compromete con él, es terriblemente excluyente, racista y elitista. Entonces yo no me siento representada en ninguna de las dos'.

Admite que ha sentido y aún siente miedo a veces, pero que al ver lo que sus hijos han logrado, reafirma su decisión. 'Ellos se autorregulan. Sus rutinas de dormirse, levantarse, comer, ayudar en la casa, se dieron con naturalidad y no fueron impuestas por el horario de nadie. También tienen mucha autodisciplina y saben qué hacer con su tiempo libre. En ese tiempo resuelven sus dudas inquietudes, hacen experimentos, investigan y aprenden lo que desean según sus intereses y curiosidad'.

Incluso, los inscribió en un colegio durante seis meses para que ellos mismos decidieran si querían seguir desescolarizados o ingresar al sistema tradicional.

Si algún día ellos desean ingresar a la universidad, solo deben pasar un examen de validación del bachillerato a través del Icfes.

El caso de Felipe y Ángela es distinto. Debido al asma severa que padecía Felipe, faltaba mucho al colegio, y según cuentan sus padres, cuando iba, los profesores ejercían mucha presión sobre él para ponerse al día y no estaban atentos a su estado de salud, y 'llegaba morado a la casa'.

Además, consideraban que la institución no le permitía a su hijo desarrollar libremente su personalidad. 'Una vez me llamaron del colegio a decirme que mi hijo tenía ‘corte de niña’ y que hablaba mucho de skate', cuenta Ricardo sobre el deporte que el pequeño practica desde que tiene 4 años y que a la par de los medicamentos, le ha ayudado a superar sus problemas de salud.

Por estas y otras razones, la situación se volvió insostenible para la familia y luego de un año de investigar opciones, en el 2013 decidieron sacar a Felipe del colegio y empezar el proceso de acoplamiento con el Centro Educativo Paulo Freire, institución que presta el servicio de primaria y bachillerato virtual.

Esto le permite manejar sus propios tiempos y dedicarse a desarrollar sus habilidades en la patineta, pues es a lo que quiere dedicarse profesionalmente.

Fotos archivo EL HERALDO

Felipe ya está patrocinado como ‘skater’ por una empresa.

Su hermana Ángela también enfrentó problemas con la educación tradicional en los últimos meses del año pasado. 'Sufrió una decaída en su rendimiento y el colegio, en vez de informarnos, esperaron a última hora para decirnos que iba a perder el año', cuenta Bárbara.

'La niña jugaba tenis desde los siete años y tuvo que dejarlo porque no había una apoyo por parte del colegio. Con lo que pasó, y viendo lo que Felipe estaba logrando, este año dijo que quería volver a jugar y probar con el bachillerato virtual', explica Ricardo.

Ambos niños tienen horarios definidos para dedicarse al estudio y a sus deportes y en el caso de Ángela, sus padres reciben casi diariamente reportes de sus actividades académicas a través de correo electrónico.

Pero no ha sido fácil. 'Para la gente, esto es lo peor. Ha sido un camino complicado y lleno de críticas. La gente piensa que ellos no estudian, dudan si este método está avalado', confiesa Bárbara, pero concuerdan en que esto les da a sus hijos 'la oportunidad de desarrollar sus capacidades, habilidades y personalidad'.

Pros y contras. Según Victoria Cabrera, psicóloga especialista en educación y asesoría familiar y profesora investigadora del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, hay tanto ventajas como desventajas a la hora de educar a los niños en casa.

'Entre las ventajas está que se fortalece el desarrollo de la autonomía en los niños al manejar un horario, de manera responsable, en donde los papás inculcan el buen manejo del tiempo', explica la especialista, y añade que también este tipo de educación fortalece la relación padres-hijos al robustecer el vínculo afectivo entre ellos.

Por el lado de las desventajas, apunta que estos niños carecen de la socialización que se tiene tradicionalmente en un aula de clase con compañeros de su edad. 'Al contexto escolar no solo se va a aprender una cantidad de teorías y conceptos académicos, sino que gran cantidad del tiempo se va a socializar. Aprender a hacerlo es básico en la vida del ser humano, le enseña a madurar, a resolver conflictos, a tener límites, a que hay momentos en que hay que ceder y otros en los que hay que ponerse firme, a enfrentar los problemas de la vida y a crecer en el ámbito personal'.

Sin embargo, señala que este componente social puede compensarse con actividades extracurriculares en donde el niño establezca amistades.

Marco legal y estado en Colombia. La educación en casa en Colombia existe dentro de una especie de 'vacío legal': no está reglamentada, pero no está fuera de la ley porque se ampara en varios artículos de la Constitución, entre ellos el 27 (el Estado garantiza la libertad de enseñanza), el 44 (la educación como derecho fundamental de los niños) y el 68 (los padres de familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación para sus hijos menores), y la Ley 115 de 1994, en su artículo 7, que declara a la familia 'como núcleo fundamental de la sociedad y primer responsable de la educación de los hijos'.

Además, las leyes colombianas dan la libertad a los estudiantes de elegir cómo se quieren educar y la posibilidad de validar todos los grados de colegio a través de exámenes.

Por esta falta de legislación, no hay cifras oficiales de cuántos niños son educados en casa actualmente en Colombia. Según Carolina Torres, S-cool Colombia tiene conocimiento de unas dos mil familias hoy en día pero dice que hay muchísimas más.