En cada ola invernal, en la que aumentan las crecientes de los ríos que bordean la gran región Mojana, no solo saltan a la vista los problemas de las inundaciones, sino también las posibles soluciones.
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Por décadas los gobiernos han invertido recursos en estudios que denotan que la zona que integran 11 municipios de los departamentos de Antioquia, Córdoba, Bolívar y Sucre está sobrediagnosticada y que las obras realizadas no han servido para afrontar las situaciones.
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En la actualidad, cuando la Mojana afronta uno de esos episodios de emergencia, expertos y nativos ponen de presente sus puntos de vista. Quienes la habitan insisten en que sí es posible vivir en la Mojana, incluso donde están, mientras que expertos consultados por EL HERALDO aluden la importancia de una interacción sabia con la naturaleza para el beneficio de la población y la economía de la región.
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Este mismo concepto lo comparte el Gobierno nacional que a través de su ministra de Ambiente, Susana Muhamad, ha dicho que las comunidades deben reasentarse alrededor del agua, aprender a convivir sabiamente con estos afluentes y no evitar sus corrientes o desviarlas. Muhamad ha repetido insistentemente esta teoría desde que llegó a la cartera ambiental.
No someter la naturaleza
El presidente Gustavo Petro también insistió en ese tema la noche del viernes 17 de mayo durante la Asamblea de Damnificados en la Mojana donde le ordenó a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) que cumpla la ley y con fundamento en ello abra la puerta a esa reorganización alrededor del agua de manera voluntaria “porque en la zona sí hay quienes quieren hacerlo y otros sectores no partidarios de esta propuesta porque no han querido entender que la Mojana no es una sabana de pasto, sino de agua.
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Insistió el mandatario de los colombianos en que la construcción de jarillones para “encarcelar el agua” no es la solución y si se cierra en un lado se rompe por otro, mientras que Carlos Carrillo, el director de la Ungrd, indicó que “la Mojana es un ecosistema estratégico para el país que hace millones de año albergó a indígenas Zenú que sí tuvieron el control de las inundaciones porque adaptaron el territorio alrededor del agua y no trataron de someter la naturaleza, sino que aprendieron a vivir con ella”.
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Sin embargo, el funcionario advirtió que la situación ahora es difícil porque deben lidiar con otras acciones como lo son la minería ilegal que viene de Antioquia y que envenena el río y la codicia de quienes se quieren aprovechar este cuerpo de agua y le cierran el paso. “La idea no es desecar unas tierras para después utilizarlas, esa no es una buena idea”.
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Norberto Beltrán, el alcalde del municipio de Guaranda y quien incluso ha participado en el cierre de los rompederos que históricamente han existido, asegura que sí es posible cerrar Cara ‘e gato y seguir en los territorios, mientras que Manuel Cadrazco Salcedo, exalcalde de San Benito Abad, uno de los municipios de Sucre que más se afecta por las inundaciones, conceptúa que las obras estructurales son la solución.
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“Si se logran hacer en dos o tres años serían la solución porque eso contempla, además, levantar bastante el dique desde el mismo Colorado, arriba de Nechí, bajando hasta Cara ‘e gato, Tenche, Nuevo México, Guaranda hasta Coyongal en el Sur de Bolívar, y haciendo las 33 compuertas en los chorros y regulando el agua esa sería la solución y eso tiene un estudio muy claro”.
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El ganadero Rodrigo García Berrío, vocero del Pacto Social por la Mojana, también es del criterio que la solución a estos eternos problemas de la región “son las obras estructurales que tienen billones de pesos destinados y que han demorado en empezar”.
Hablan los expertos
No obstante, expertos como Humberto Ávila Rangel, ingeniero civil, doctor en ingeniería hidráulica y profesor de la Universidad del Norte, dijo que “la Mojana regula los caudales de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, lo cual en palabras simples significa que es una zona inundable donde estos ríos entran con un caudal, llenan ciénagas, desbordan, y luego salen con un caudal más bajo regulado naturalmente. Esta particularidad requiere una interacción sabia con la naturaleza para el beneficio de la población y la economía de la región”.
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Agregó que el rompedero de Cara ‘e gato en el río Cauca ha generado varios episodios de inundación, pero hay otros potenciales como Nuevo Mundo, Santa Anita y Punto G, “que por las condiciones topográficas, geomorfológicas e hidrológicas ocurren inundaciones de grandes proporciones, con episodios en el 2010, 2017, 2021 y actualmente en el 2024. En este momento el rompedero de Cara ‘e gato está inundando, la situación es crítica y hay que tomar medidas de choque, de prevención y mitigación. Estamos saliendo de ‘El Niño’ y apenas entrando a la temporada invernal que se espera fuerte en septiembre a noviembre por ‘La Niña”.
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Plantea este experto en que una solución a mediano plazo es conocer e intentar proyectar con todo el rigor científico, el comportamiento natural de la Mojana. “Con el Ministerio de Ciencia y Tecnología crear un fondo equivalente a una fracción de lo que ya se ha gastado en cerrar el rompedero de Cara ‘e gato, para realizar investigaciones sobre la Mojana donde distintas universidades y centros de investigación reduzcan la brecha de conocimiento y la incertidumbre sobre este ecosistema”.
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Además de identificar las zonas de baja, media y alta probabilidad de inundación con escenarios de cambio climático para luego definir junto con la comunidad, actores del gobierno, sector público, privado y la academia criterios de ordenamiento del territorio para el desarrollo económico y bienestar social con responsabilidad ambiental, y luego definir las intervenciones estructurales, no estructurales y soluciones basadas en la naturaleza, necesarias para alcanzar estas metas de ordenamiento y desarrollo económico, siendo claros y consiente de que no todas las áreas pueden ser utilizadas para lo mismo”; es decir, en algunos terrenos se podrá sembrar cualquier tipo de cultivo, pero otros terrenos inundables deberán sembrar cultivos estacionales específicos con un fondo de apoyo y restitución por posibles eventos de inundación, con el fin de mantener la productividad y el valor de las tierras.
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Ávila Rangel también dijo que habrá poblaciones que deberán ser protegidas contra inundación con medidas estructurales y otras, donde no sea factible, deberían ser reubicadas con mejores condiciones de vida y oportunidades económicas.
Finalmente advirtió que la Mojana se constituye hoy en día en uno de los retos y compromisos de Estado más importantes para las próximas décadas. Las decisiones y acciones que se tomen definirán si representa una oportunidad o un saco roto para el país.
La Mojana, inundable
A su turno, el ingeniero civil y ambiental Germán Rivillas Ospina, catedrático de tiempo completo de la Universidad de Norte y quien conoce mucho de la Mojana por participar en estudios e investigaciones sobre esta región, indicó que esta zona del país ha tenido muchas miradas y por ende muchos conceptos. Es una zona con muchos cuerpos de agua y por eso lo más importante es conocer la dinámica de esos sistemas para luego entender la parte social.
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“Esta es una zona de amortiguamiento y por ende su funcionamiento natural es inundable en períodos de altas precipitaciones y eso hay que entenderlo porque, además, se le ha cambiado el uso al suelo dado que a esos territorios de humedales se le está metiendo ganadería, búfalos y además generando una erosión al suelo”.
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Rivillas Ospina, al igual que Carrillo, se refirió a los asentamientos antiguos en la zona por parte de zenúes que no tenían, según ellos, los problemas de inundaciones que existen en el siglo XXI.
“Hay que mirar la historia sobre cómo vivían esas comunidades, cómo eran sus actividades y en especial cómo era el ordenamiento de ellos alrededor del agua que es una situación de la que habla el gobierno actual”.
Y también recomienda tener en cuenta el tema de cambio climático, “porque en una zona de inundación lo que se tiene es una zona inundaba y por eso hay que tener es activos los planes de mitigación y enseñarle a la gente cómo atender y percibir las inundaciones, “si vemos es un problema multidimensional, no existe una solución única”.
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Dejó claro que ante obras duras el río busca por donde sacar el excedente de agua y es allí donde se presentan los rompederos, por eso su recomendación es dejar que el sistema funcione naturalmente y que las obras de intervención sean blandas, “porque hay que entender las dinámicas que la misma naturaleza está mostrando, en este caso las del agua y del sedimento y optar por los reasentamientos alrededor del agua”.
