‘La curva de la Santa’ era el sitio más emblemático en la vía que conduce al municipio de Ovejas. El espacio para reducir a 0 los kilómetros por hora, persignarse y recordar aquellas 30 personas que el 1° de febrero de 1.950 perdieron sus vidas calcinadas.
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Se dice que era la curva más peligrosa entre las muchas que conformaban esa carretera, y hoy es una recta, inofensiva y apartada por la construcción de una vía que la redujo a hacer parte de un atajo.
Este fue el lugar donde hace 74 años nativos y foráneos fallecieron, y que gracias a una canción quedó inmortalizado como 'El siniestro de Ovejas'.
Jaime Vides Feria, periodista de esa zona de los Montes de María, asegura que la curva, como muchas otras, fue anulada por la construcción de la nueva carretera, aunque esta era la más conocida por su peligrosidad.
'La curva de la Santa después de ocasionar tantas muertes fue tristemente sepultada, nadie la conoce, nadie la visita, así como al monumento a la Virgen del Carmen, en honor a las víctimas, que está en el mismo lugar. Ni siquiera los camioneros, que antes llegaban a ponerle velas', sostiene.
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Vides considera que el compromiso de los que conocen la historia o hicieron parte de ella es aún mayor: el de trasmitirla a través de relatos verbales y escritos, de un evento del que se habló hasta en canciones.
Ignacio Taboada Mendoza, hijo de Carmelo, quien murió en el siniestro, y hermano de Víctor, sobreviviente, sostiene que un hecho tan trascendental en la vida de los ovejeros debería tener un monumento visible, que todos visitaran.
Este hecho ocurrió pasadas las 2:00 de la tarde, los pasajeros salieron de Sincelejo rumbo a Ovejas en la chiva de nombre 'La Cubita' y a escasos 2.5 kilómetros del casco urbano del municipio, se volcó y se envolvió en llamas, estas eran avivadas por unas pimpinas de gasolina que estaban ubicadas en la parte superior del vehículo.
Ignacio tenía 9 años, pero recuerda que su hermano sobrevivió porque se salió por una de las ventanas. Que una nativa llamada Felicia permaneció viva 3 días, al parecer, porque la acostaban en hojas de plátano, y que su padre fue encontrado calcinado, de rodillas y con las manos en alto, como pidiendo misericordia.
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Édgar Salcedo Manjarrez, el párroco de Ovejas, a través de su libro 'Al son de gaitas, de tu tierra te cuento' rescata apartes del testimonio de su mamá Sara y de su tío Santander, quienes se convirtieron en piezas claves en la reconstrucción de este suceso, éste último, además rescatista de sobrevivientes y cadáveres.
'En el libro le di espacio a un aparte de la historia que mi mamá le relató a EL HERALDO antes de morir. Encontré el periódico en el baúl del recuerdo, lo hice porque la memoria histórica del siniestro no se puede perder', recalcó.
En los últimos años, Salcedo oficia una celebración eucarística en el lugar del accidente, hoy será a partir de las 7:15 de la mañana, se espera la asistencia de autoridades civiles, militares, comunidad y estudiantes para mantener viva esta historia de muerte.
Por: Laura Toscano
Especial para EL HERALDO
