En el sector conocido como Refugio, a más de 4.700 msnm, y en algunos puntos cerca de los 5.000 msnm, la bióloga María Angélica Leal, el geólogo David Tovar Rodríguez y las docentes Jimena Sánchez, María Argenis Bonilla y Nadejda Tchegliakova, del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología (GCPA) de la UNAL, realizaron muestreos de suelos volcánicos que revelaron una sorprendente variabilidad fisicoquímica en propiedades como el pH, la conductividad eléctrica y el contenido de nutrientes.
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Con frío extremo, ausencia de vegetación y un silencio casi absoluto, las condiciones del lugar evocan un escenario marciano y hacen que llegar allí sea un reto logístico, pues el volcán permanece en alerta y la altura provoca síntomas de mal de montaña. Estos contrastes permiten identificar microambientes extremos que, aunque inhóspitos para la mayoría de los organismos, resultan comparables con los que se podrían hallar en Marte.
La caracterización química de los piroclastos para identificar elementos y compuestos presentes (análisis geoquímico) mostró además diferencias y similitudes notables con muestras de análogos de Marte conservadas en la International Space Analogue Rockstore (ISAR), especialmente en los contenidos de manganeso, hierro y sílice. El retroceso del glaciar del Nevado del Ruiz, acelerado por el deshielo, expone materiales antes cubiertos de hielo y lo convierte en un escenario privilegiado para observar cómo interactúan la geología, el clima y la vida en condiciones extremas.
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La inquietud nació hace casi 10 años, cuando el equipo se preguntó qué tan lejos llegarían en Colombia los extremófilos, microorganismos capaces de vivir en condiciones extremas de frío, calor, acidez o radiación.
“Si en la Antártida se han hallado bacterias capaces de sobrevivir en condiciones extremas de frío y radiación, ¿por qué no buscarlas en nuestros volcanes glaciados, es decir, aquellos que combinan actividad volcánica con la presencia de glaciares en sus cimas?”, recuerda la investigadora Leal, estudiante del Doctorado en Ciencias – Biología de la UNAL, y en Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad de Alcalá de Henares (España), coautora del artículo.
Así, con su combinación de hielo, suelos volcánicos jóvenes y ambientes hostiles, el Nevado del Ruiz apareció como el escenario ideal para poner a prueba la hipótesis de que también podía ser un análogo de Marte.
Entre hallazgos y sorpresas
La primera campaña de campo, en la que se generaron los datos de esta primera publicación, se realizó en 2017. “Subimos hasta el Refugio cargando palas esterilizadas y bolsas especiales para recolectar muestras de piroclastos en un patrón en Z, una técnica diseñada para capturar la mayor variabilidad posible en términos microbiológicos”, relata el geólogo Tovar, estudiante del Doctorado en Ciencias - Geociencias de la UNAL, y de Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad de Alcalá de Henares (España), coautor del artículo.
Se recogieron 6 muestras: 5 en zonas poco intervenidas y una de control, en un área transitada por investigadores.
En el laboratorio, cada muestra se sometió a un riguroso proceso. Primero se tomaron secciones delgadas para observar bajo microscopio los minerales presentes y compararlos con información del instrumento CRISM, a bordo del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter, que captura imágenes de Marte en decenas de longitudes de onda y permite reconocer minerales a partir de su “huella digital” espectral.
Luego se aplicaron técnicas de fluorescencia de rayos X para precisar la composición química y contrastarla con bases internacionales de análogos marcianos. Paralelamente se cultivaron microorganismos en medios pobres en nutrientes y a distintas temperaturas, entre 4 y 37 °C, para identificar aquellos capaces de sobrevivir al frío extremo, además de fijar nitrógeno y solubilizar fosfato, propiedades determinantes para imaginar escenarios de vida en Marte, incluso para la sostenibilidad humana.
“El hallazgo más emocionante fue confirmar la presencia de minerales como hornblenda y plagioclasa, característicos de las rocas andesíticas del Nevado del Ruiz y semejantes a los detectados en Mawrth Vallis, una región de Marte considerada como estratégica por la evidencia de agua en su pasado”, señala la bióloga Leal.
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Para los investigadores, la gran sorpresa fue aislar bacterias vivas en un ambiente tan hostil: Klebsiella spallanzanii y Bacillus cereus, capaces de fijar nitrógeno y solubilizar fósforo. “Encontrar microorganismos que en esas condiciones no solo sobreviven, sino que además fijan nitrógeno y solubilizan fosfato —procesos fundamentales para el sostenimiento de la vida— fue un descubrimiento fascinante”, afirman.
Nada de esto fue sencillo. El volcán, a casi 5.000 msnm, impuso sus bajas temperaturas, mal de altura y terrenos inestables. “La primera vez que subí me dio un mareo tremendo; uno cree que es solo cuestión de condición física, pero el cuerpo siente la falta de oxígeno”, recuerda entre risas el geólogo Tovar. A ello se sumaron las restricciones por la actividad volcánica y los largos trámites para legalizar las cepas bacterianas, un proceso que se recién concretó con la Ley 1955 de 2019.
El artículo publicado en Icarus no es solo un paso académico: marca el momento en que la comunidad científica internacional reconoce al Nevado del Ruiz como un verdadero análogo de Marte, bajo criterios comparables a los aplicados en otros lugares del mundo. “Publicar en esta revista, referente en geología y ciencias planetarias, es poner a Colombia en el escenario internacional para el desarrollo de la investigación en análogos. El logro no se queda en un título honorífico, sino que abre la puerta a nuevas publicaciones y a consolidar al volcán colombiano en la red global de escenarios para la exploración planetaria”, explica la investigadora Leal.
Hasta ahora los sitios latinoamericanos reconocidos como análogos marcianos eran el Desierto de Atacama (Chile), la Puna de Atacama (Argentina-Chile), las Pampas de la Joya (Perú) y la Laguna Negra (Argentina).
Colombia entra al mapa de la astrobiología
“Mi mirada cambió después de los estudios en esta montaña. El Nevado del Ruiz ya no es solo un volcán activo, con riesgos y tragedias; ahora también es un laboratorio natural que nos conecta con preguntas universales sobre la vida en otros planetas”, confiesa la bióloga Leal.
El geólogo Tovar coincide: “hoy ya no lo vemos solo con ojos de geología local, sino con la perspectiva de la astrobiología mundial. Estar en congresos y dialogar con científicos de otros países nos permitió reconocer que aquí tenemos un escenario único, casi como un pedacito de Marte en Colombia”.
El estudio plantea que el Nevado del Ruiz también puede servir como campo de pruebas para futuros instrumentos científicos y simulaciones de misiones. Su accesibilidad y diversidad de condiciones lo convierten en un sitio privilegiado para entrenar instrumentos y validar tecnologías antes de enviarlas al espacio.
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“Lo que empezó como un esfuerzo por entender un volcán activo y sus glaciares hoy se proyecta como una contribución de Colombia a la exploración de Marte”, resumen los autores.
El reconocimiento del Nevado del Ruiz como análogo de Marte también es el resultado de un trabajo en red. En el estudio participaron el GCPA avalado por la UNAL y la Corporación Científica Laguna, que es el nodo para Colombia de la Red Latinoamericana de Astrobiología, además del Servicio Geológico Colombiano, la Universidad de Alcalá de Henares (España), el Centro de Astrobiología de España, el Instituto de Investigación en Astronomía y Ciencias Planetarias de la Universidad de Atacama, y el núcleo argentino de astrobiología, entre otros.
Para los expertos Leal y Tovar, “esta alianza demuestra que la ciencia espacial no es exclusiva de los países con grandes satélites o telescopios: en Colombia también se puede liderar y atraer cooperación internacional desde escenarios propios. La investigación confirma que los países en vías de desarrollo, con su riqueza geográfica y ecológica, tienen un papel esencial en la ciencia espacial: dialoga de tú a tú con los grandes centros de astrobiología del mundo”.
El Nevado del Ruiz, que en 1985 protagonizó una de las mayores tragedias naturales del país, hoy se revela bajo la faceta de un volcán que conecta a Colombia con la búsqueda de vida en el universo.
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