Revestido con la virtud que le concede su espontaneidad y sencillez, Jairo Martínez, el mismo que con una hiperactividad magistral ha logrado no solo conquistar todos los espacios en los que ha querido estar, sino también los corazones de aquellos que se permiten conocerlo, ahora es rey Momo del Carnaval de la 44.
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Y es que sin tener pretensión mayor a la que lo gobierna, disfrutar de la vida al máximo, este cartagenero que se debe a las pasiones del Caribe, se ha dispuesto a aprovechar cada oportunidad que se le ha presentado.
Sin embargo, detrás de la gran figura que ha acompañado a personalidades del mundo del espectáculo y que luego llegó a la televisión colombiana para convertirse en uno de los favoritos, permanece un carisma particular.
Su infancia transcurrió entre el colegio y la casa, había heredado el físico de su papá y la bondad de su mamá, pero la alegría exacerbada con la que recibía a todos lo convertía en un ser inolvidable.
'Mi vida siempre ha estado llena de particularidades, pero la más curiosa de todas era la sonrisa, de hecho mi mamá decía que yo siempre despertaba con una sonrisa y que todo lo resolvía así'.
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Lleno de gracia
La espontaneidad misma hizo que la adolescencia le pasara rápido, entra a la universidad y casi al final de la carrera toma un intercambio académico para Estados Unidos, donde dice haber tocado el cielo, pero también rechazado una gran fortuna.
'Yo entro a la universidad a estudiar Comercio Exterior y me va bien, pero yo siempre fui inquieto; mi papá no creía que me iba, pero mi mamá sí estaba convencida de eso, y lo terminé haciendo, y tan de buenas que llegué a la familia Kahn, que era los veintiunavos más ricos de la Florida y no tenían hijos'.
De hecho uno de los recuerdos de Martínez es que con el tiempo sus papás viajan a visitarlo y su papá lo que dice es: 'Y yo pensando que acá iba a aprender a valerse por sí mismo y está más cómodo que en Cartagena'.
Luego de un tiempo Jairo decide dejar la carrera en Colombia y quedarse en Estados Unidos, ahí estudia Relaciones Públicas y al graduarse se muda a Miami, todo esto después de que los Kahn le ofrecieron quedarse con ellos y heredar su fortuna.
'Ellos eran una familia judía que se dedicaban al comercio minorista, y la oferta era tentadora, pero a mi la plata nunca me ha motivado más que la libertad, y en ese momento lo que quería era volar así que me fui'.
Su encuentro con Shakira
Estando ya en la ‘Capital del Sol’, Jairo no conseguía trabajo y la única oportunidad que se le dio fue de mesero, pero en tres días había partido la mitad de la cristalería, en definitiva considera que ni para mesero servía.
'Cada vez que entraba a ese restaurante yo sentía vergüenza porque dañaba más de lo que me pagaban, pero la esposa del dueño dice que vio algo especial en mí y me ubicó en la puerta para recibir a la gente, y ahí sí, con la sonrisa y la actitud ganaba'.
En ese mismo restaurante conoce a quién se lo llevaría a trabajar en Sony Music, pero no fue sino hasta el 11 de enero del 1994 cuando conoció a la barranquillera Shakira en Cartagena.
'Cuando yo la veo me quedé encantado, ya sabía quién era y de manera espontánea nuestras conversaciones se cruzan y yo termino dándole mi tarjeta, y a los días me llamó'.
'Shakira para mí ha sido mi mayor logro profesional, desarrollé tanto amor por ella que también la supe soltar. Hubo un momento en el que se me creció tanto que me di cuenta que yo no era la persona que iba a hacerla crecer más y la cedí'.
Después de esto y de trabajar con otros artistas como Chayanne, Ricky Martin y Gloria Estefan, suceden cosas bien particulares, la primera es que salta del espectáculo a la política y se estrena la curul de Representante a la Cámara por los colombianos en el extranjero.
Un sueño cumplido
Hacia el 2002 en la fiesta de su cumpleaños, el 11 de febrero, le proponen lanzarse, él lo hizo delante de todos sus amigos como un juego, y la gran sorpresa fue que para las elecciones había sacado cerca de 10.000 votos, y le tocó regresar a Colombia a cumplir como congresista.
Sin embargo, luego de ese tiempo de legislatura le proponen hacer lo que siempre soñó 'Yo siempre quise la televisión, desde niño, pero nunca se me dio hasta que cumplí 55, me llama Caracol y hacemos tres temporadas de Yo me llamo'.
De esa experiencia Jairo se quedó con la agilidad que aprendió para la improvisación en vivo, y aunque públicamente está dicho que su relación con Amparo no funcionó, siempre aclara que le resta importancia al pasado y está enfocado en el futuro.
Ahora entra a su octava temporada conduciendo Nuestras mañanas en Telecaribe, donde se siente pleno.
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Su más reciente designación como Rey momo del Carnaval de la 44 lo tiene dichoso. 'Todo lo que me ha pasado en la vida han sido bendiciones de Dios, si algo tengo por agradecer es que estoy vivo. Ser Rey Momo de la 44 también hace parte de ese honor que me regala la vida'.





















