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En medio de una era digital cada vez más absorbente, la presencia de dispositivos móviles se ha vuelto omnipresente en la vida cotidiana. Lo anterior ha dado lugar a una tendencia en constante crecimiento: la práctica de proporcionar teléfonos a bebés y niños desde sus primeros años.

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Esta evolución se debe en gran parte a la rápida expansión de la tecnología y la accesibilidad a dispositivos móviles. Los teléfonos inteligentes han pasado de ser lujos a convertirse en herramientas casi que necesarias, facilitando la incorporación de estos dispositivos en el diario vivir de las familias.

Sin embargo, la introducción temprana de pantallas en la vida de los niños, incluso desde sus primeros meses, ha suscitado preocupaciones y debate en torno a sus efectos en el desarrollo infantil.

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Y es que en un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista JAMA de pediatría con 7.097 niños, se evidenció que los de 2 años que duraron más de 4 horas diarias frente a las pantallas mostraron un riesgo 3 veces mayor de un mal desarrollo en comunicación, solución de problemas y habilidades sociales.

A los 4 años de edad persistían las categorías de problemas de comunicación y solución de problemas.

Un peligro inminente

Los niños aprenden a hablar si son animados a hacerlo en la interacción con otros; con la pantalla sólo escuchan un montón de palabras pero no las reproducen en el intercambio social, dice el psiquiatra Haroldo Martínez con Maestría en Psiquiatría de niños y adolescentes.

'Ver la cara de las personas es lo que hace que el cerebro entienda cómo interactuar con otros. Así mismo, ante la carencia de la interacción social y la actitud pasiva frente a la pantalla se viene el pobre desarrollo de las habilidades motoras'.

Martínez, quien se niega a que durante su consulta algún aparato, enfatiza en que brindarle estos dispositivos no es una buena opción para calmar su mal humor.

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'Es necesario que el niño se aburra y se frustre como parte de su crecimiento para que aprenda el autoconsuelo y salga a relucir la creatividad, qué va a hacer para desaburrirse sin una pantalla'.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), sostiene que los niños menores de dos años no deben ver la televisión, ni jugar con pantallas. Se recomienda que entre los dos y los cinco años los niños usen esos dispositivos como mucho una hora al día. 'Si es menos, mejor', señalan.

De acuerdo con la pediatra, Arabella Martínez, todos los estudios coinciden que el mal uso de ellas en cuanto al grupo de edad, al tiempo de exposición, va a traer efectos negativos. Las diferentes asociaciones pediátricas son enfáticas en recalcar que no se debe ofrecer pantallas como método de distracción a los menores de dos años.

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'Se ha demostrado que a partir de los dos años y menores de 6, el elevado uso de estos dispositivos repercute negativamente en el desarrollo de la motricidad gruesa, en la atención, las habilidades sociales; entre otras. Postergar el uso de pantallas podría relacionarse con mejor habilidad lingüística'.

La especialista manifiesta que en el lapso de los 6 meses a los 18 meses, estos aparatos están asociados a conductas agresivas. Ahora bien, exposición alta en los tres primeros años: deterioro en la comunicación, conductas repetitivas.

'También está demostrado, el intervalo de los 9 meses y 30 meses; el aprendizaje de vocabulario es más fluido cuando se hace cara a cara. Cabe añadir que, en los primeros tres años esa plasticidad cerebral y el desarrollo neuroconductual, están en su punto máximo, un periodo vulnerable a estímulos externos, incluso alteran patrones del sueño'.

¿Qué se debe hacer?

El tiempo dedicado a las pantallas también puede desplazar otras actividades cruciales para el crecimiento infantil, como el juego al aire libre, la interacción social y la lectura de libros físicos.

'Se debe hacer algo mejor como para la estimulación de su neurodesarrollo y su desarrollo psicomotor, como estar en un parque, como estar leyendo, como estar pintando, como estar correteando, como estar jugando, lo más importante para los niños a esa edad es jugar, conversar, hacer rondas, cantar, bailar ser alzados por sus padres, ser acariciados', dijo el pediatra Álvaro Duarte.

Por lo tanto, según la pediatra Arabella Martínez, son los padres quienes deben empezar a efectuar pautas al respecto.

'Somos los adultos quienes debemos asesorarnos con el profesional para establecer pautas que protejan el cerebro de los infantes, las investigaciones continúan, sobre todo ahora, pues, en el contexto de la pandemia por covid-19 la interacción con este tipo de elementos tecnológicos se incrementó'.

Efectos psicológicos

Si bien, no está demostrado que el uso de pantallas a la depresión, sí que se asocia a comportamientos como la ansiedad generalizada y la adicción patológica si se usan las pantallas desde edades tempranas. Así lo señaló el doctor en Psicología y Salud, Jesús Adrián Pérez.

'Cuando hacemos algo, estimulamos un tipo de respuesta en nuestro cerebro y en uso de pantallas hace que aprendamos a tener recompensas inmediatas sobre un estímulo externo, lo hacemos en solitario o en un entorno virtual impersonal y en esta medida, no reforzamos habilidades como: control de impulsos, tolerancia a la frustración, postergación de recompensas, habilidades sociales'.