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Hay fechas que quedan para la historia. En el caso de Colombia el 6 de marzo del año 2020 será inolvidable, por desgracia. Ese día el país conoció el primer caso de una persona contagiada de coronavirus. Así empezó la pesadilla que hoy –un año después– aún no acaba. Desde entonces han muerto 60.000 colombianos y cerca de 2.000.000 han sido contagiados. La economía se desplomó, la pobreza aumentó, la clase media se empobreció y unas 2.5 millones de personas han quedado sin empleo. Se trata de una verdadera catástrofe, por donde se le mire.

La llegada al país de las primeras vacunas para combatir el coronavirus ha sido la mejor noticia en estos 12 meses de incertidumbre y angustia. Aunque aún faltan muchos por atender, el hecho de que buena parte de las personas dedicadas al área de la salud –que hacen parte de la primera línea de contención de la enfermedad– ya hayan sido vacunadas despierta optimismo en los más de 40 millones de colombianos que esperan ser atendidos en los próximos meses.

No obstante hay que decir que el ritmo de vacunación ha sido muy lento, como lo muestra el hecho de que hasta la fecha –después de dos semanas de iniciado el plan de vacunación– tan solo han sido vacunadas 200.000 personas. Buena parte de la población mayor de 80 años –que sigue en el orden de atención– está a la espera para ser atendida.

Pero el coronavirus no solo trastornó la vida de los colombianos. El mundo también cambió por cuenta del virus. Es un hecho que el mal manejo que Donald Trump le dio a la pandemia –empezando por desconocer sus consecuencias fatales en la población– terminó pasándole cuenta de cobro en su deseo de repetir la Presidencia de Estados Unidos. Angela Merkel –por el contrario– se consolidó como la gran líder de Europa. Países como Italia, Francia y España viven hoy, y por cuenta de la posibilidad de un tercer pico de la pandemia, una incertidumbre muy parecida a la que padecieron hace un año, cuando todo empezó. China –donde se originó el virus– logró superar la crisis inicial y ya muestra llamativos signos de reactivación económica.

En América Latina el panorama es desolador en términos generales: miles de fallecidos, millones de contagiados, economías desplomadas, desempleo disparado y desigualdad y brecha social crecientes.

En el caso de Colombia –por ejemplo– el coronavirus ha significado en este año de pandemia un retroceso de 10 años en la lucha contra la pobreza, unos 2,4 millones de puestos de trabajo perdidos, una tasa de desempleo de 15,9 por ciento, una contracción de la economía de 6,8 por ciento y una clase media empobrecida, en la que sobresalen verdaderos 'ejércitos' de mujeres y jóvenes desempleados y desesperados. Informes de Fedesarrollo indican que la pobreza podría subir en el país, por cuenta de la pandemia, un 47,6 por ciento.

Para decirlo en plata blanca: en este año de pandemia, Colombia perdió una década en la lucha por erradicar la pobreza y cerrar la brecha social existente.

Un año después de haber empezado la pesadilla del coronavirus –que comenzó con el primer caso que se conoció en el país y siguió con el cierre de la economía y el confinamiento de las personas– habría que decir que el balance no puede ser más desolador. Hay muy poco para rescatar.

Es urgente y necesario que el Gobierno adopte medidas que permitan dinamizar la adquisición y aplicación de las vacunas que se requieran para inmunizar cuanto antes la mayor cantidad de colombianos posibles. Centralizar toda la operación logística termina produciendo cuellos de botella que a la postre solo perjudican a quienes necesitan con prontitud ser vacunados. La grave situación amerita que el Gobierno explore mecanismos novedosos que permitan romper aquellos esquemas rígidos que atentan contra la dinámica que se requiere en estos momentos. La empresa privada –que podría contribuir con importación de vacunas y atención de sus empleados– debe ser tenida en cuenta por el Gobierno para que contribuya a la superación de la crisis.

Es necesario acelerar el ritmo de la aplicación de las vacunas. Un promedio de cerca de 11.000 vacunas diarias –que es el actual– no solo atenta contra la buena marcha del Plan Nacional de Vacunación diseñado por el Gobierno, sino que pone en alto riesgo a millones de colombianos que siguen sin ser vacunados. Un año después, ¿qué nos ha dejado la pandemia?