Desde lograr traducir interceptaciones para cortar redes del narcotráfico y hasta personificarse para rastrear a un hombre que se ocultó durante 26 años tras cometer un doble asesinato de mujeres: así son las investigaciones que hoy lideran uniformados de la Policía Nacional pertenecientes a la etnia wayuu, conocidos como los guardianes del desierto.
La más reciente operación que tuvo participación de los uniformados de origen indígena dio con la desarticulación del Clan del Cóndor, liderado por Edicto Segundo Castañeda Hernández, alias El Cóndor, quien tenía nexos con el Cartel de Sinaloa, de México, y envió al menos 90 toneladas de cocaína a los Estados Unidos, valoradas en USD1.800 millones.
En medio de una rueda de prensa, el director de la Policía Nacional, general William Salamanca, detalló que este hombre 'daba las instrucciones en dialecto wayuunaiki para no levantar sospechas entre las autoridades'.
Por ello, la estrategia de la institución, en coordinación con la Armada Nacional, Fiscalía General de la Nación y autoridades de los Estados Unidos, consistió en buscar el apoyo de uniformados pertenecientes a esa comunidad ancestral, quienes lograron interceptar llamadas y traducir lo que estaban diciendo los negociantes de cocaína, para luego dar con la ubicación y detenerlos.
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Este medio conoció que en una etapa inicial de la investigación los detectives empezaron a encontrar 'comunicaciones extrañas' y algunas palabras como aakataa (quitar), Miichi (casa) y asottaa (quebrar), que fueron llevadas al centro cibernético para su estudio. Inicialmente, los uniformados habrían pensado que se trataba de un juego de palabras construidas por los propios narcos guajiros para evadir a las autoridades, pero luego se determinó que era la lengua de los wayuu, habitantes de la Península de La Guajira.
‘El Cóndor’, según el general Salamanca, aprovechaba su origen indígena para instrumentalizar a algunos pobladores de su propia raza con fines criminales.
A su vez, las rancherías de la península eran usadas para el acopio de estupefacientes, los cuales transportaban desde la región del Catatumbo y el Cerro de la Teta, hacia la Alta Guajira.
Cabe señalar que en el clan de El Cóndor también cayó el cantante de música vallenata Enaldo Barrera Hernández, conocido como ‘Diomedito’.
De acuerdo con la investigación, ‘Diomedito’ figuraba en el organigrama de la red del Cóndor en la línea de 'finanzas' junto con otros tres individuos llamados Orlando Piñeros, César Díaz y Jollman García.
El cantante fue capturado en el departamento de Cundinamarca y, de acuerdo con la investigación de las autoridades, sería un hombre con el que se legalizaba dinero producto del narcotráfico.
Los inicios
El municipio de Uribia, localidad con un 98 % de población wayuu de sus 118 mil residentes, es conocido como la ‘Capital Indígena de Colombia’. Allí funciona la escuela de Policía Thorivio Kaporinche, donde se forman los policías con la instrucción tradicional, como en cualquier centro policial del país, pero haciendo énfasis en las tradiciones wayuu.
Desde 2011, en el primer mandato del presidente Juan Manuel Santos, el entonces director nacional de la Policía, general Óscar Naranjo Trujillo, presidió la graduación de la primera promoción de auxiliares de la Policía, enteramente pertenecientes a la etnia wayuu.
Esta promoción estuvo compuesta por 100 aborígenes, 80 varones y 20 mujeres, que inicialmente fueron ubicados en el desarrollo de labores sociales y de vigilancia entre sus mismas comunidades.
No obstante, la idea de la creación de la sede policial de Uribia partió del gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, precisamente de la misma en donde hacía parte como ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
Y la Escuela de Policía Antonio Nariño, con sede en Soledad, Atlántico, es la encargada de capacitar y manejar el centro de formación de La Guajira.
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'Ayudan a la comunidad'
Desde un chinchorro en una ranchería de La Guajira, la mayor Marta Katiuska Toncel Cotes, jefe del grupo de derechos humanos de la Policía Metropolitana de Barranquilla, y primera mujer wayuu en ser oficial, habló con EL HERALDO y resaltó la labor de sus coterráneos.
'Es importante porque ayuda a la comunidad, por ejemplo este último caso con el Clan de El Cóndor, en el que hubo interceptaciones en las que se percataron que los narcotraficantes negociaban la droga en wayuu, por lo que estos policiales jugaron un papel importante para traducir lo que decían', expresó la oficial.
Toncel Cotes indicó que cuando estuvo trabajando en La Guajira realizaban una labor importante: 'Nosotros como pertenecientes a la etnia y como policías hacíamos acompañamiento al tema de los niños que se encontraban en estado de desnutrición, o enfermedades asociadas y les brindamos las primeras ayudas a comunidades que se encontraban en situación de riesgos'.
Asimismo, la mujer dio valor a la preparación de los policías en Uribia. 'Allí se estudia todo el tema de convivencia y seguridad ciudadana, con una formación encaminada a la defensa y garantía de los derechos humanos. Cuando ese personal culmina su curso de patrulleros se queda en el departamento de La Guajira, aportando ese enfoque diferencial', agregó.
La infiltración
Otra operación relevante en la que fueron fundamentales policías oriundos de esta etnia ocurrió en el mes de mayo, cuando en La Guajira fue capturado Rubiel Díaz Londoño, hombre condenado por los asesinatos de su pareja sentimental Estela Toro Arias y su joven hija Leonela Torres Arias, en diciembre de 1997.
Unos 26 años duró prófugo de la justicia este individuo, hasta que miembros de la Policía de Atlántico lograron su detención. En diálogo con EL HERALDO, el mayor William Fernando García Castañeda, jefe de la Seccional de Investigación Criminal, explicó que iniciaron las labores de ubicación de Rubiel y fue allí cuando actuaron con técnicas de caracterización de un personaje.
'Una de nuestras uniformadas, la cual es oriunda de La Guajira, y quien estudió, vivió allá, y conocía cuál es el hablado de la región, cómo es la vestimenta, y conocía el sector, fue escogida para ir a esa comisión y que nos apoyara en la ubicación', explicó el jefe de la Sijín.
Las labores duraron una semana, los policiales llegaron al departamento del norte de Colombia el lunes 15 de mayo. 'La agente llegó a la IPS y comenzó a mirar quién es la señora, dónde vive. Miramos cuáles son las personas con las que frecuentaba normalmente, cuál es su diario vivir, hacia dónde va, dónde almuerza, cuál es su casa, entre otros aspectos'.
Todas las pruebas revelaron la identidad del condenado, y este fue aprehendido y posteriormente trasladado hasta la cárcel.
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Fortalecer justicia
El año anterior, funcionarios del CTI de la Fiscalía General de la Nación tuvieron un primer acercamiento con miembros de la comunidad indígena de La Guajira, en el que los orientaron sobre el manejo de las escenas de crimen y la custodia de los elementos de prueba, entre otros aspectos.
Se trató de una estrategia de presencia en los territorios y de articulación de capacidades con otras autoridades.
El trabajo con el pueblo wayuu, de acuerdo con lo expuesto por el ente investigador, sirvió para afianzar los lazos de cooperación judicial y buscar mecanismos que permitieran dinamizar el esclarecimiento de homicidios, entre otras conductas delictivas en las que los integrantes de esa comunidad son víctimas.
En ese sentido, el Equipo de Asuntos Indígenas, adscrito al despacho de la vicefiscal General de la Nación, comunicó haber incorporado el enfoque étnico en la investigación penal y promovió una comunicación fluida con los miembros de la comunidad.
'Durante la jornada participaron fiscales del nivel Central y la Seccional La Guajira, funcionarios del CTI y la Sijín de la Policía Nacional, y delegados de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta iniciativa buscó fortalecer los vínculos entre la Jurisdicción Especial Indígena y la Justicia Ordinaria', señaló el ente investigador.
Una fuente la Fiscalía informó que enfoque étnico en la investigación penal es una de las tareas que están en marcha en las regiones, más en La Guajira, en donde la corrupción campea en todos los niveles y la ayuda de la comunidad wayuu y el entendimiento de su idioma puede poner tras las rejas a más de uno.
Policía guajira salva a un secuestrado gracias al wayuunaiki
En el año 2020 la ganadora del premio a la excelencia como mujer policía fue la patrullera wayuu Nolenis Sofía Bonivento Camargo, quien logró la liberación de un secuestrado en Maicao, gracias a su lengua, el wayuunaiki.
Nolenis, de 26 años de edad, pertenecía a la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de La Guajira y fue premiada por la Fundación Sumamos por Colombia, organizadora del evento.
Ella colaboró activamente en la liberación del paraguayo libanés Alí Mahmoud Ahmed, quien fue secuestrado en junio de 2019 por sujetos que pertenecían a la etnia wayuu.
La patrullera logró analizar e interpretar las comunicaciones de los secuestradores, lo que permitió ubicarlos y liberar a la víctima en septiembre del mismo año.
'Uno de mis propósitos al ingresar a la institución fue servir a los demás, luchar por el bienestar de los ciudadanos y eso fue lo que hice', manifestó Bonivento en su momento, en diálogo con EL HERALDO sobre el secuestro, flagelo que según dijo, no debe sufrir ninguna persona.




















