Se escuchó la caída de la avioneta antes y después de impactar: el silbo de unos 20 segundos, producto de la presión del aire contra el aparato. El silencio abrupto. Las sirenas de las ambulancias y la máquina de bomberos que se aproximaron al playón. Los gritos de socorro del piloto en formación, José Manuel Montenegro, correspondidos por señales de espera de los pescadores en la zona, cerca al barrio Cruz de Mayo del municipio de Soledad.
El lunes 5 de diciembre las autoridades informaron que el avión ligero, tipo Piper PA28 de matrícula HK-4664G, despegó a las 8:17 de la mañana del aeropuerto Ernesto Cortissoz y trece minutos después la torre de control recibió el reporte del incidente. Una eventualidad que prendió las alarmas de la Aeronáutica Civil y la prensa local, pues hacía siete días había chocado cerca de Medellín un avión que transportaba a los futbolistas del Chapecoense de Brasil, que dejó seis sobrevivientes y 71 muertos.
'¿Qué está pasando que se están cayendo los aviones?, primero fue el del equipo brasileño y ahora este', preguntó esa mañana del lunes una residente del sector a un periodista de este diario, al enterarse del suceso.
Directivas de la Clínica Campbell informaron que Montenegro recibió ese mismo día el alta médico, a las 4 de la tarde. Cuatro días después, luego de ser entrevistado por funcionarios de la Aerocivil, el joven de 19 años cuenta a EL HERALDO lo que vivió aquella mañana en tierra, aire y agua.
Revisión
Llegó al aeropuerto como a las 6:30 de la mañana. Dice que empezó a hacer lo rutinario, como mirar el estado del avión, de los papeles, del combustible, del aceite; hacer el plan de vuelo en el aeropuerto. Su voz se escucha tranquila y no titubea al ahondar en los detalles.
'Encendí el avión como a las 8:10 de la mañana. No noté nada raro, todo estaba bien, no había ninguna falla. Esperé unos 6 minutos hasta que el avión calentara', explica Montenegro, vía telefónica.
Nació en Bogotá, pero hace 4 meses está radicado en Barranquilla. Es estudiante de aviación del centro de entrenamiento Protécnica, propietaria de la accidentada avioneta. Varios integrantes de su familia han trabajado en el gremio del transporte aéreo como técnicos, pero él es el primero que se prepara para ser piloto de avión.
La primera vez que estuvo en la cabina de una aeronave -evoca- fue en 2009 cuando viajó de Cali a San Andrés, debido a los sobrevuelos que realizaba su padre, un oficial retirado de la Policía.
'Desde que entré a esa cabina dije esto es lo mío. Me llamó la atención la responsabilidad que el piloto tenía. Ahí me empezó a gustar', asegura.
Vuelo. Aquel lunes en la mañana, cuando entró a la cabina del Piper PA28, indica que tenía claro que su plan de vuelo duraría una hora sobre la zona de entrenamiento Romeo 1. Que al comenzar a volar, empezó a comunicar con las frecuencias, probó los motores y no notó 'nada anormal'.
De acuerdo con el subgerente de Protécnica, Albert Lachmann Hulu, los estudiantes al despegar del aeropuerto mantienen el rumbo de la pista hasta que llegan al río Magdalena. Deben cruzar a la izquierda e irse por la margen derecha del río hasta Bocas de Ceniza. Allí está el playón donde hacen sus maniobras de entrenamiento.
'Estaba para mi nivel de altitud de 2.500 pies y por el puente Pumarejo se me cayeron las RPM (revoluciones por minuto) del motor de 2.500 a 1.000. Entonces primero nivelé el avión, reporté esa falencia, que requería volver a la pista. Pero no era aplicable, me dijeron que me incorporara', manifiesta el joven piloto por teléfono.
Lleva 27 horas de vuelo y su primera vez en el aire fue en Ibagué, durante una clase. Jamás -afirma- había tenido que hacer un procedimiento de emergencia.
'Cuando se me apaga la hélice, se me apagó el motor. Hice el procedimiento de emergencia, traté de prender el avión, pero el motor derecho no me prendió. Di mi viraje para ir al aeropuerto, traté de prenderlo con el izquierdo, pero tampoco', explica, en medio de cortos silencios que van buscando las palabras.
El contralor -evoca entonces- le autorizó para aterrizar por la pista opuesta (la 2-3). Pensó que llegaría, pero cuando revisó su velocidad y su distancia, vio que no podría y se declaró en emergencia. Que tendría que 'acuatizar'.
Aterrizaje
'Apagué todo el avión, el combustible lo coloqué en cero para que no siguiera pasando al motor y abrí la puerta, ya estaba esperando para el impacto', puntualiza. Para ese momento una ráfaga de aire ingresaba a la aeronave, mientras la misma descendía a toda velocidad. El joven piloto dice que pensaba en cómo meter el avión, si empicada o con la nariz elevada para que 'la parte inferior recibiera la mayoría del golpe'.
Al final, todo concluyó en cuestión de segundos.Para Montenegro fueron exactamente unos 30 en descenso. 'No sentí miedo, lo que me ayudó fue la adrenalina en el momento, que me puso atento, a hacer todo rápido. No me puse ansioso, ni nervioso', enfatiza.
El joven terminó aterrizando en una zona pantanosa, luego de que se le terminara la improvisada pista que encontró a 300 metros de la empresa Láminas del Caribe, ubicada en la carrera 15 con calle 26B del barrio Cruz de Mayo. Tras el impacto, no perdió la consciencia, pero sufrió golpes leves en la cabeza, en la columna vertebral, en el tobillo y la pierna derecha.
'Apenas aterricé entró el agua, me estaba dando en las rodillas, me quité el cinturón de seguridad y salí del avión. Ya no podía tirar los fuegos artificiales, pero sabía que había reportado la emergencia para que llegaran los equipos de rescate', manifiesta. El bogotano se quedó sobre la ala trasera de la avioneta, mientras pedía auxilio a los pescadores de la zona, que lo terminaron rescatando en una canoa.
Al día siguiente, jornaleros del sector ayudaron a sacar la aeronave del agua.
La Aeronáutica Civil ejecuta la investigación que establecerá qué causó el incidente en Soledad, y los resultados se conocerán en tres meses. 'Saber los procedimientos de emergencia y actuar tranquilo me salvó la vida', concluye Montenegro, vía telefónica, rumbo a Bogotá, donde la entidad le realizará pruebas psicológicas, que hacen parte de la indagación.





















