Sale el indio con la india
salen a tejer
tejen, tejen al derecho
y tejen al revés
Dora Thomas, de 82 años, sale cada febrero a la Vía 40 comandando la herencia que le dejó su mamá Dilia Meléndez: la danza de los indios de Trenza Chimila.
En 1935 Dilia reunió a 12 vecinos en la Isla del Rosario, en Magdalena, y ahí empezó la danza. Ella analizó el paso de los indios guerreros de la región por la orilla del río Magdalena para que le sirviera como inspiración a lo que hoy es un grupo líder de la tradición del Carnaval de Barranquilla.
'Saqué esta danza por mi madre. En el Carnaval en Ciénaga, Magdalena, yo salía a ver los diablos y todas las danzas. Llegaba ya en la tarde con los pies zunguitos y mi mamá me decía ‘Dorita, ¿dónde estabas?’ y le contaba que viendo las danzas. Al otro año era la misma cosa, hasta que me dijo que si quería sacar la de los indios de Trenza Chimila'. Así relata Dora lo que hoy es su bien más preciado y un tesoro de la fiesta barranquillera.
Después de ese ofrecimiento ‘Dorita’, como cariñosamente la llaman, se sorprendió y no dudó en aceptarlo, 'eso fue a los 15 añitos'.
El siguiente paso era buscar y armar todo lo que se requería para empezar la trenza. 'Mi mamá le dijo a mi papá que se buscara una vara en el monte, él fue y la trajo' y así comenzó todo. Magdaleno Thomas se encargó de la vara y las cintas mientras que Dora y su mamá de la logística para que salieran.
En ese entonces era de 12 cintas, ahora la saca a los eventos de Carnaval con 16.
Ese año ella animó a toda su familia –que es numerosa– a salir.
'Cuando salió por primera vez en Ciénaga nos llamaban, mejor dicho… Saqué a mis indios y todos los años seguían saliendo, los llevé a Santa Marta y luego a Barranquilla donde ya tengo 68 años de salir'.
Desde ese momento en el que decidió salir en los desfiles barranquilleros no ha parado ni un solo año.
'Cuando vivía en Simón Bolívar me puse a buscar para que no se perdiera, me dijeron de una muchacha en el mercado, María Gómez, ella me ayudó y me dijo dónde la tenía que inscribir. Me pagaron, me dieron mi primer aporte y así la saqué', cuenta con un brillo especial en sus ojos, ese que le ilumina sus pupilas cuando habla de cómo comenzó su gran sueño y los recuerdos de su madre que aún se le vienen a la cabeza.
Para ella este es el mejor homenaje que le puede hacer a su mamá, es por eso que no ha cambiado ni una pizca de lo que originalmente es la danza. Siguen las trenzas y los arcos desfilando bajo el mando de un cacique y una cacica.
'Cuando danzo me acuerdo de mi mamá', dice. Y es así, a los 82 años sigue danzando, aunque ya no con el traje dorado y la cara pintada, pero sigue recorriendo el cumbiódromo para que todo esté en orden.
Al momento de conocer a María se enteró que iba a sacar una cumbia, 'le dije que mejor sacara el semillero de los indios, para que después no haya que buscar personas sino que de una vez pasaran a la mía'.
Así fue. María tiene actualmente a los indios más pequeños y Dora a los más grandes. Ambas garantizan que la danza perdure en el tiempo y siga adornando con sus trenzas de cuatro metros y de diferentes colores el recorrido de la tradición.
Dora no tiene fecha de jubilación. Su delgado cuerpo guarda una fortaleza inmensa que puede superar una peritonitis o un desmayo en la Gran Parada por no tomarse una pastilla para la presión.
'Hasta cuando Dios permita estaré. Yo todos los años salgo con alegría y fortaleza a acompañar a mis indios', dice mientras su sonrisa y sus manos juguetean con una corona que le entregó Valeria Abuchaibe, reina del Carnaval en el marco de su programa '100téte más reina'.
Desde diciembre empiezan los ensayos y no cesan hasta que falte una semana y tengan claro todo, ella misma se encarga de orientarlos y regañarlos si es caso. Todo debe ser perfecto. Todo debe ir acorde a la tradición heredada.
Leonardo Thomas es el actual cacique de la danza y es el encargado de seguir la tradición cuando Dora ya no pueda. 'Mi sobrino viene de Ciénaga y le voy a entregar la danza a él porque siempre me ha ayudado y sale, es la persona indicada'.
A Dora le gusta mucho la cumbia, aunque poco saliera a bailar o disfrutar de las fiestas de carnaval. Ella vive consagrada a su danza, a los indios y a mantener el legado.
Lo que más le emociona del Carnaval es disfrutar 'de la alegría, ver a los jóvenes y a los niñitos emocionados por lo que ven'.
Si se le pregunta por cómo se siente cada vez que ve a sus indios desfilar o ganar uno de los tantos congos de oro que tiene solo alcanza a responder: 'más contenta', dos palabras que vienen cargadas de dedicación. Dora solo quiere que los chimila permanezcan por su mamá, por ella y por el Carnaval.
'Me gustaría que dijeran y pensaran que la danza está bonita, que la sigan aplaudiendo cuando la vean en el desfile', dice mientras se alista para el último ensayo previo al desfile en la Vía 40.
¿Quiénes somos? Indios de Trenzas. Es el grito de los indios danzantes que van con el ritmo de los tambores trenzando una vara y atravesando arcos.





















