Volvió recargado. Regresó tan fuerte como se fue. Tal vez es una frase de cajón o suena a libro de superación personal, pero es pura realidad. No parece que hubiera estado ausente. A Jermein Zidane Peña en nada se le notó el largo período que permaneció sin competir por una grave lesión de ligamento cruzado anterior en su rodilla izquierda.
El defensa samario, como siempre, salió con el cuchillo entre los dientes, con ojos de ave rapaz y atención de escolta presidencial para transformarse en un gladiador impasable, en la victoria de Junior 2-0 frente al Deportivo Cali, el sábado pasado en el estadio Palmaseca, de la capital del Valle, en la primera jornada de la Liga II.
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La ‘herida de guerra’ se presentó el 20 de agosto de 2024, durante el partido que los ‘Tiburones’ perdieron 2-1 ante Colo Colo de Chile, en los octavos de final de la Copa Libertadores de América, en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. Corría el minuto 22, el partido se encontraba 0-0 y Jermein Zidane era uno de los mejores soldados del duelo cuando quedó fuera de combate.
Desde entonces pasaron nueve meses y 23 días para que Peña retornara a un terreno de juego. Nueve meses y 23 días con una ida al quirófano, con un inmovilizador y vendas en su pierna izquierda, con rutinarias terapias, con subidas y bajadas de ánimo, con frustración y preocupación, con muchas adversidades que hacen más compleja la rehabilitación.

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Sin embargo, Jermein ha sido tan guerrero en este difícil proceso como lo es en la cancha. En el choque ante Cali que marcó su regreso a las canchas, se acomodó sin ninguna clase de problemas y fue uno de los jugadores destacados.
MOMENTO CONMOVEDOR
De todas formas, fue inevitable, con todo y su carácter de acero, conmoverse al ver que tanta lucha había llegado a su fin y estaba de nuevo en su salsa. En medio de los actos protocolarios se vino en llanto.
Sí, Jermein Zidane, el bravo, el que encara y atiende a cualquier rival, el que no tiembla cuando un estadio entero lo bombardea de insultos, se puso sentimental después de superar una batalla tan desafiante para un futbolista.
Luego se secó las lágrimas y a darle con todo, sin titubeos ni sonrojos para rechazar el balón, firme ante algún amague o gambeta, seguro para cumplir con sus responsabilidades. Y se lució en medio del carismático debut del Junior.
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A CUMPLIR LA PROMESA
Cuando el árbitro José Ortiz dio el pitazo final, Jermein se arrodilló, agradeció señalando al cielo y se le volvieron a escapar algunas lágrimas, antes de proceder a cumplir con una promesa religiosa que hizo durante su larguísima recuperación: transitar de rodillas la cancha cuando jugara de nuevo.
“Yo le dije a Dios que el día que volviera a jugar, iba caminar la cancha arrodillado. Le prometí que en cualquier cancha en la que jugara, lo iba a hacer”, contó Jermein a EL HERALDO.
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Orando, tal vez repasando cada difícil momento de su larga recuperación y con mucha gratitud, Peña recorrió el campo azucarero de punta a punta, en medio de la amargura por la derrota de los hinchas verdiblancos, que no entendían el transitar arrodillado del zaguero magdalenense.

Algunos aficionados, sobre todo los que se ubican en la tribuna popular, donde se instala la barra del Cali, le lanzaron algunos objetos y le gritaron insultos. Jermein Peña, agradecido y conmovido con su retorno, no respondió absolutamente nada y tranquilo se levantó y se retiró hacia el camerino.
“Pasaron 333 días (número de afirmación y manifestación asociado con los ángeles), para el regreso de un campeón. Fueron días de dolor y llanto, que a medida que llegaba este día se convertían en felicidad. Obstáculos que se presentaban en el camino, pero el tiempo de Dios es en su momento. Aquí está el regreso de un grande, de un campeón”, expresó el samario en su cuenta en Instagram.