El Heraldo
Édgar Perea arriba al gramado del Metropolitano en un helicóptero. Saluda a la hinchada y ésta lo recibe con un lago aplauso. Archivo
Deportes

El día que Édgar Perea bajó del cielo al ‘Metro’

‘El Campeón’ ha sido el único periodista deportivo capaz de lograr tal hazaña. La hinchada juniorista lo recibió con pañuelos blancos y aplausos.

Un 6 de diciembre de 1987, apenas pisó el terreno de juego, lo primero que hizo Armando Pérez fue echar un rápido vistazo a las tribunas que estaban repletas. No cabía ni un solo aficionado más. Desde el centro del campo se podía apreciar mejor esa enorme masa compacta, sin ninguna línea divisora entre ellas. El árbitro del partido advirtió enseguida la importancia que tenía el encuentro para los junioristas. “Parece que acá se fuera a disputar la finalísima de la Copa. En un marco impresionante que ofrece el estadio, a lo único que le tengo miedo es a la pólvora, porque tengo en la memoria una experiencia amarga de ese tipo”…

Pero qué va. En el Metropolitano no había cabida para algo diferente que la alegría desbordante del público. Era una locura colectiva. A las once de la mañana ya había largas colas alrededor del gigantesco escenario. Nadie parecía dispuesto a privarse de ese gran espectáculo. La reducida barra de Santa Fe, con todo y su fervoroso entusiasmo, apenas si se notaba en medio de tatas banderas, escudos y pancartas rojiblancas.

Lo del domingo solo se podría comparar con la vez de la inauguración del Metropolitano, en mayo del año 1986, frente a los uruguayos, con su estelar Enzo Francescoli a bordo. O sea que, sin duda alguna, ha sido el lleno más espectacular con vistas a un choque entre escuadras colombianas.

Apartado de la gran fiesta, en la privacidad del vestuario, Jorge Luis Pinto preparaba a sus jugadores para la gran batalla contra Junior. Alguien lo interrogó sobre el escepticismo que reina entre la prensa capitalina e, incluso, entre los propios seguidores del expreso rojo. “Es que los pobres como que no tenemos derecho a las celebraciones”, respondería en sangileño mitad molesta-mitad resentido.

Del cielo bajó Perea

Pero faltaba algo. Algo muy especial, con extraño ingrediente capaz de provocar un estruendo ensordecedor en toda Barranquilla. Todo el estadio miró de golpe hacia el mismo punto. Las miradas, todas, convergieron en un aparato que comenzaba a descender del cielo. Se trataba de un helicóptero. Bueno ¿pero a quien se le ocurriría llegar al Metropolitano de semejante forma? ¿Sería, acaso, algún magnate que, ante la imposibilidad de llegar a tiempo por la tremenda congestión de las vías, optó por transportarse de esa manera tan singular? Nada de eso. Era nadie menos que Édgar Perea, El Negro  había soñado con una reaparición espectacular ante su gente, luego de una prolongada ausencia que lo preocupaba profundamente. Édgar  no podía entrar de otra manera al estadio, tenía que entrar como Perea.

Cuando bajó del helicóptero, se dejó caer pesadamente sobre la grama y la besó una o dos veces. Se levantó, saludó a las tribunas y hubo, enseguida, una respuesta maravillosa: lo recibieron con pañuelos blancos, con aplausos que sacudieron de lado a lado los cimientos del Metropolitano. Fue, entonces, cuando Diana se levantó, seducida por lo que estaba viendo, para decir que el papa era negro.

*Helder Hernández Duarte

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.