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La palabra 'corrupción' resuena una y otra vez en la cabeza de la expolítica colombiana Ingrid Betancourt y así lo exterioriza, durante una entrevista con la Agencia Efe, cuando se refiere al actual presidente de Colombia, Iván Duque, como un hombre con 'buenas intenciones, pero maniatado por su entorno'.

Lo conoció personalmente y para sorpresa de muchos, incluso de ella misma, se llevó 'una buena impresión'.

El encuentro, que no gustó a otros tantos, se produjo hace apenas tres meses en la Casa de Nariño, residencia presidencial de Colombia. Ahora, Betancourt sigue manteniendo esa imagen de Duque pero insiste en que 'no valen solo las buenas intenciones' y que su círculo cercano 'no le deja hacer transformaciones' en el país.

A la excongresista siempre le acompañará la etiqueta de 'mujer secuestrada por las Farc', más a ojos de los demás que en los suyos propios. Desde que fuera liberada con la Operación Jaque (2008) se ha fajado por pasar página y, aunque cree que la guerrilla de las Farc ha terminado, la palabra 'corrupción' vuelve a martillear su cabeza.