Este jueves 13 de noviembre se completan 40 años de la tragedia de Armero, un episodio doloroso que marcó la historia colombiana. En 1985, un día como hoy, el volcán Nevado del Ruíz despertó con furor y arrasó con este municipio, considerado el más próspero del departamento del Tolima.
Armero se convirtió en un pueblo fantasma, y en el quedaron los miles de muertos y desaparecidos bajo el lodo y las rocas. Aquella tragedia fue relatada por el cronista Germán Santamaría, quien fue uno de los primeros periodistas en llegar al lugar después de la avalancha.
Los relatos del periodista, enviado especial de El Tiempo en ese entonces, son parte fundamental de la memoria de este doloroso episodio ocurrido en 1985. Santamaría narró recientemente a Noticias Caracol detalles de la tragedia.
Aseguró que “la avalancha de Armero sepultó lo del Palacio de justicia, el escándalo, el juicio político”, acontecimiento que había cubierto siete días atrás, pero que superó, según dijo, la atención mediática y la magnitud de los hechos, respondiendo al patrón colombiano de que “una tragedia tapa la otra”.
El periodista es oriundo de Líbano, Tolima -a solo 40 minutos de Armero-, por lo que conocía perfectamente Armero, la llamada “ciudad blanca” de Colombia por su bonanza algodonera. Por ello fue enviado en helicóptero al lugar de la tragedia, junto al fotógrafo Jorge Parga, quien recientemente falleció.
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Según contó en entrevista con el subdirector de Noticias Caracol, Alberto Medina, su primera impresión de la avalancha fue devastadora, arribó a las 6:40 de la mañana del 14 de noviembre. Pero antes, sobrevolando el lugar: “Yo dije, ‘uy, Armero desapareció’. Yo inmediatamente entendí la magnitud porque yo conocía al pueblo perfectamente”.
Lograron aterrizar en la terraza del hospital, que era un tercer piso y había quedado por fuera de la avalancha de lodo. El techo apenas se asomaba a la superficie, contó.
Santamaría recuerda que sintió un frío extraño, a pesar de ser un municipio muy caliente, cuando bajó del helicóptero. “Comienza la gente a salir del lodo desnuda y levantaban las manos como zombies; gente desnuda, gente herida, sangrando y gritando y pidiendo auxilio”, relató.
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El cronista indicó también que olvidó su labor periodística por un momento y priorizó el rescate: “Yo perdí la dimensión del periodismo y de eso de ‘no vayas a preguntarles a ellos pues qué les pasó ni qué pasó aquí’, sino que comenzamos a subir gente al helicóptero”, añadió al medio antes citado.
Su primera crónica fue llamada ‘Armero ya no existe’, y en ella estremecen frases como: “Veo un inmenso playón de arena, una superficie limpia, todo como una gigantesca rampa pavimentada. Ahí a mis pies yacen 15.000 personas muertas, sepultadas, enterradas para siempre”.
Sus memorias sobre Omayra Sánchez
Germán Santamaría narró que pudo llegar hasta donde se encontraba la niña Omayra Sánchez, de 12 años, un símbolo de valentía y resiliencia que marcó aun más la historia de Armero; pues la pequeña tenía su cuerpo atrapado de la cintura hacia abajo, aprisionado con el lodo y las rocas, estaba parada sobre el cadáver de su tía y quizá el de su padre. Así aguantó casi tres largos días.
Omayra fue el rostro más conocido de la tragedia, y Santamaría pudo hablar con ella, en medio de los cuatro días que permaneció cubriendo el desastroso episodio. Indicó que la niña estuvo atrapada desde el miércoles por la noche hasta el sábado a las 10 a.m., y fue descubierta el viernes por la tarde.
La frase de Omayra que más le impactó al periodista, según contó, fue: “Voy a perder el año porque ayer y hoy fallé a la escuela”. Contó que durante los conflictos y desastres que había cubierto, nunca vio morir a alguien “tan valientemente, con dignidad y cantando”.
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Santamaría indicó que Omayra fue tan valiente y aferrada a la vida, que incluso cantó durante seis horas antes de su fallecimiento. Pese a que intentaron rescatarla e hicieron hasta lo imposible, sacar el agua de la profundidad de kilómetros era como “sacar el agua del mar”.
Los cuerpos de rescate no pudieron hacer nada por la pequeña de 12 años, finalmente murió. Y sobre esta triste escena, el cronista señaló en la entrevista que: “Al ser soltada, la niña se hundió y se hizo un remolino como en el agua”. En ese momento, él se abrazó con Carlos Caicedo, un colega fotógrafo, y lloraron juntos.

Santamaría confesó que esa experiencia fue vivir el horror en persona, esa palabra dicha por muchos, pero que él asegura pudo experimentarla verdaderamente con el sentido al que se refiere.
“Yo creía que conocía el horror. Pensaba que bastaba con ver parir una mujer bajo un bombardeo en Beirut, o cinco niños aplastados en Popayán, o una mujer sollozando frente a los cadáveres de sus siete hijos durante el terremoto en México. Pero no, el horror lo conocimos en Armero Tolima”, añadió en su relato.
La tragedia de Armero se resume en una verdad sin consuelo, en un hecho histórico marcado por el dolor y el terror. Colombia tiene una deuda pendiente con este episodio: cuantificar las víctimas que dejó la avalancha provocada por el Nevado del Ruíz hace 40 años.





















