El Heraldo
Un operario, con sus respectivos elementos de protección, muestra dos jeringas, principales causantes de las lesiones a recolectores. Rafael Polo
Barranquilla

Las espinosas rutas de los recolectores de basura

Según los registros de Triple A, 162 operarios de recolección de residuos han resultado heridos por elementos cortopunzantes. Sabanalarga, con el mayor número de casos.

Durante seis años, Enuar Escobar Estrada, un baranoero lleno de experiencias –proporcionales a la cantidad de arrugas que tiene en su rostro, propias de sus 44 años de edad– se ha dedicado a la recolección de basuras en la empresa de agua, alcantarillado y aseo, Triple A.

De lunes a sábado, y hasta domingo de vez en cuando, emprende a partir de las 6:00 a.m., con normalidad, su función de barrendero y recolector de desechos producidos por los habitantes de Sabanalarga (Atlántico) en un recorrido que finaliza a las 5:00 p.m., si no se extiende la jornada.

Sin embargo, el 29 de junio de 2016 se vio interrumpida su rutina cuando recogió una bolsa llena de basura en la carrera 21 con calle 24, diagonal a un laboratorio clínico del municipio, y de repente sintió una punzada en uno de sus dedos, que se le inflamó instantes después.

“Luego de tres horas me atendieron en el hospital, me pusieron unos antibióticos y me dieron cuatro días de incapacidad. Hice los respectivos exámenes médicos a través de la ARL durante un año y gracias a Dios no tuve ninguna clase de enfermedad”, recuerda Escobar.

Al rato del incidente, Enuar conoció que el elemento que le ocasionó la herida fue una jeringa que estaba en el interior de una bolsa con residuos. Él, junto con otros compañeros, trató de ubicar al responsable de este desecho, pero hasta hoy se desconoce.

Como si fuera poco, un año, seis meses y 25 días después, el 23 de enero del presente año, a las 8:30 a.m., volvió a ser víctima de otra punzada con el mismo residuo clínico, en la calle 27 con carrera 16, del barrio Cementerio. Y aunque no necesitó ser incapacitado, el empleado se mantiene bajo supervisión médica.

“Estoy en el proceso, me he sometido a exámenes de VIH, hepatitis B y hepatitis C. Ahora en abril tengo otra cita”, explica.

Tras sufrir estos dos impasses, Escobar Estrada dice que ahora teme reincidir por tercera ocasión en este hecho, pero que las necesidades de su hogar, conformado por su esposa y tres hijos, le animan a seguir adelante.

“Da miedo, pero sigo agarrado de la mano de Dios y le pido que me aparte del peligro. Igual, estoy cumpliendo con mi labor y también necesito el empleo para llevar el sustento a la casa”.

Finalmente, el hombre hizo un llamado a la comunidad de Sabanalarga para que cambien sus hábitos de distribuir sus desechos.

“Los invito a que manejen mejor los residuos sólidos, que metan las armas cortopunzantes a una caja y les pongan un aviso de advertencia para uno estar alerta”, concluyó.

De una manera similar, Jaime Cabarcas se convirtió el 2 de febrero en otra de las siete víctimas de heridos por los residuos cortopunzantes mal dispuestos en bolsas en lo que va de 2018, según cifras que maneja Triple A.

“Hacia las 6:00 de la tarde, cuando ya estaba culminando mis labores, recogí una bolsa para echarla a la carretilla. En ella había pañales y siete jeringas. Una de estas me puyó en el dedo pulgar de mi mano derecha”, explica el hombre de 36 años, oriundo de Sabanalarga, mientras se señala la cicatriz de la herida.

Jaime, quien vive con su pareja  y sus tres hijos, agrega que su inconveniente no revistió de mayor gravedad, pero que cumple con un seguimiento médico de rutina, con una duración de “nueve a 12 meses”, dependiendo de los resultados que arroje la serie de exámenes.

Por su parte, Jader Fontalvo, quien labora como operario de motobarrido en Barranquilla, también expuso su caso, ocurrido en octubre de 2017, cuando recuperaba una zona verde en los alrededores de la cancha del barrio La Magdalena.

“Despojé el lugar invadido por trozos de madera y clavos, y cuando estaba todo limpio herí mi planta del pie con un clavo que no vi y que estaba debajo de la arenilla”, apunta.

Jaime Cabarcas muestra elementos que pueden causar graves heridas a él y a sus compañeros.

Cifras que alarman

De acuerdo con los registros de la empresa prestadora del servicio de aseo en Barranquilla, Puerto Colombia, Galapa y Sabanalarga, 162 de 300 operarios de recolección de basura, quienes cubren estas cuatro poblaciones, han resultado víctimas en los últimos seis años de la defectuosa disposición de los residuos peligrosos por parte de los usuarios.

Estos accidentes de pinchazos y cortaduras han sido provocados por jeringas, vidrios, lozas sanitarias, clavos y cuchillos, que son arrojados sin protección a la bolsa.

“En estos momentos no hemos tenido enfermedades infectocontagiosas, pero es un riesgo que está latente. Cuando el usuario manipula jeringas, uno no sabe el origen o las condiciones de estos elementos”, reporta la directora de aseo de Triple A, Graciela Leguia.

Más allá de los implementos de seguridad que la entidad le ofrece a sus empleados, como los guantes, las mascarillas, las gafas y uniformes, estos no son suficientes para aislarlos del riesgo, por lo que se busca sensibilizar a los ciudadanos en la forma como deben disponer sus desechos.

“Esto es un tema netamente cultural, por eso venimos manejando en las redes sociales mensajes de cómo empacar correctamente estos residuos. También estudiamos la posibilidad de sensibilizar a través de volantes adjuntos a la factura que le llega al usuario”, asegura Leguia, quien indica que también se ejecutan campañas en instituciones educativas y de salud.

Recomendaciones a seguir

1. Para las jeringas usadas y clavos, depositarlos dentro de una botella plástica y taparla.

2. En el caso de vidrios rotos, envolverlos en papel periódico, cartón o cartulina.

3. Todos los elementos cortopunzantes, como metales, partes de lozas y demás deben ser forrados o envueltos en papel, cartón o cartulina y posteriormente en una bolsa.

4. Cuando se vaya a desechar la madera, hay que quitarle clavos, tachuelas y chinches.

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